LA HOMOSEXUALIDAD DESDE LA PERSPECTIVA BIBLICA
(Fragmento)
Este escrito fue publicado originalmente en inglés por Integrity, una organización para la gente gay/lésbica Episcopal (Anglicana) en los Estados Unidos de América. Fue traducido al español por Otras Ovejas. Si usted tiene interés en recibir el documento completo por favor solicítelo a uniondehechocr@gmail.com.
1. Introducción:
1.1 Lo que dice la Biblia
Por más que cueste admitirlo, las Sagradas Escrituras no tocan el tema de la homosexualidad y por lo tanto es poca la ayuda que podemos obtener de la Biblia que sea de utilidad para nosotros en el día de hoy. Por supuesto que encontramos ciertos textos que parecen abordarla pero en realidad los mismos están relacionados solamente con aspectos de la conducta homosexual y no con la homosexualidad como tópico de discusión. Sin embargo no ocurre lo mismo en relación a otros aspectos de la conducta humana tales como el egoísmo, la injusticia, la opresión de los pobres o la lujuria sexual entre muchísimos otros.
Es cierto que las Sagradas Escrituras desaprueban algunas conductas sexuales relacionadas con la homosexualidad -al igual que otras vinculadas a la heterosexualidad- pero una lectura seria y profunda de los textos involucrados no cierra las puertas a la posibilidad de una relación madura, seria y responsable entre personas del mismo sexo porque tal clase de relación, que era ajena a la cultura de los tiempos bíblicos, no fue contemplada por sus diferentes escritores ya que el concepto moderno de sexualidad les era desconocido. De hecho el término “homosexual” no aparece en la literatura sino hasta fines del siglo XIX. Específicamente en los tiempos bíblicos no existía una comprensión elaborada de lo que actualmente entendemos por orientación sexual. Existía mayormente una percepción general de “contacto” entre personas del mismo sexo donde la satisfacción sexual sería la motivación primaria y que podríamos denominar homogenitalidad.
Se asumía que los actos sexuales entre personas del mismo género eran simplemente materia de opción o elección y una persona si quería, podía tener un tipo de relación en lugar de otra ya sea en forma ocasional o permanente. Por eso la Biblia se limita únicamente a contemplar actos sexuales de carácter homogenital sin interesarse en su etiología.
De hecho el fenómeno social moderno de dos hombres ó mujeres constituyendo un compromiso duradero como alternativa al matrimonio heterosexual era una situación desconocida en la cultura judeo-cristiana. Por eso los textos bíblicos relacionan las conductas homogenitales con una clase de actividad sexual que está exclusivamente vinculada con el comercio, la explotación del sexo, el abuso, la codicia y la lujuria.
En definitiva la Biblia permanece en silencio respecto de la clase de relaciones homosexuales que encontramos hoy en el mundo occidental del mismo modo que también permanece en silencio respecto de otros aspectos controversiales del comportamiento sexual tales como la masturbación ó la contracepción.
No podemos esperar que la Biblia nos acerque una respuesta orientadora porque todas estas cuestiones no tenían lugar en la mentalidad de sus escritores. La Biblia no sólo desconoce el concepto moderno de orientación sexual sino que también parece desconocer el concepto de “amor romántico” –a excepción de Cantar de los Cantares- pues ni aún en el Nuevo Testamento el término griego que refiere al amor de pareja (eros) jamás aparece.
Curiosamente las únicas ocasiones en que la Biblia manifiesta un amor entre dos personas que va más allá del afecto, ocurren en el caso de relaciones que podríamos sospechar como demasiado íntimas para individuos del mismo sexo donde además la unión se fundamenta en un “pacto” que es autorizado por las Escrituras mismas y que debería servir de ejemplo como modelo para gays y lesbianas en el día de hoy. (Ver 1Sa 18:3 y 20:16,17; Ruth 1: 15-17).
Este tipo de amor “consensuado” jamás se presenta en relación a los matrimonios históricos de la Biblia, probablemente porque esos matrimonios no se basaban en la elección romántica. Es curioso que San Pablo que ha escrito textos extraordinarios con respecto al amor, nunca lo cita cuando habla y enseña acerca del matrimonio.
Resumiendo, la respuesta que nos proporciona la Biblia sólo tiene que ver con ciertos actos homosexuales sin reparar en la condición humana y sin darnos la posibilidad ética de distinguir entre actos moralmente legítimos y otros que no lo son.
1.2 Comprendiendo a la persona homosexual cristiana.
Muchas personas tienen una percepción equivocada de la homosexualidad generalmente distorsionada por los prejuicios, la ignorancia y los estereotipos.
Contrariamente a lo que muchos suponen, la homosexualidad no es una forma de conducta en la que el único móvil es la consumación del acto sexual entre personas del mismo sexo sino una condición sicológica caracterizada por una propensión emocional y psico-sexual hacia personas del mismo sexo, de manera idéntica a lo que sucede con el heterosexual en relación al sexo opuesto.
Es importante saber distinguir entre conducta y orientación homosexual. La supuesta condena moral se efectúa siempre en términos de conducta o actividad homosexual exclusivamente sin considerar la condición homosexual de la persona, es decir reduciendo la actividad homosexual a actos puramente homogenitales.
Existen diferentes formas de comportamientos homosexuales, específicamente homogenitales que no se corresponden necesariamente con una orientación homosexual. En efecto, buena parte de los seres humanos son capaces de experimentar una actividad ya sea homo ó heterosexual independientemente de su propia orientación sexual.
Muchos homosexuales frecuentemente se casan y tienen hijos como una forma de ocultar su verdadera orientación sexual. También existen personas que han tenido experiencias homosexuales y que no tienen una condición homosexual predominante sino que son definidamente heterosexuales como ocurre en las prácticas contingentes de la homosexualidad denominada situacional que no responden a una condición sicológica homosexual -por ejemplo hombres que separados por períodos largos de tiempo del contacto con la mujer, adoptan transitoriamente una conducta homosexual que luego abandonan al cesar la condición de aislamiento para reasumir su actividad heterosexual.
La atracción hacia las personas del mismo sexo que sienten las personas homosexuales forma parte de su propia naturaleza del mismo modo que la naturaleza de las personas heterosexuales las inclina hacia las personas del sexo opuesto y mientras la actividad homosexual es una elección personal, la orientación homosexual -por formar parte de la naturaleza misma de la persona- no está abierta a la posibilidad de elección.
Lo que aquí está en juego es el sentimiento espontáneo de atracción y afecto entre personas del mismo sexo y la posibilidad ética de expresar ese afecto en la forma de una relación amorosa que incluye el sexo, pues todos los seres humanos fuimos creados con la necesidad de relacionarnos íntimamente con otro satisfaciendo una urgencia natural de compañerismo y pertenencia.
En Génesis leemos que “no es bueno para el ser humano permanecer sólo“, lo cual nos indica que el propósito primario de la creación del sexo es la intimación aún antes que la procreación. Por lo tanto debería existir una alternativa justa y razonable que permita satisfacer esa necesidad humana a todas aquellas personas para quienes el matrimonio heterosexual no es una opción posible.
El estudio científico de la homosexualidad no tiene más de un siglo de existencia. Hoy sabemos que la homosexualidad es un aspecto central de la personalidad, probablemente fijado desde la niñez, con sustento biológico que afecta una proporción considerable de la población sin conocer fronteras, ya sean culturales, étnicas ó sociales.
Aparejada a la sexualidad de una persona está su capacidad de sentir afecto, de deleitarse en el otro, de involucrarse emocionalmente con la otra persona y de entregarse a ella. La sexualidad forma parte de la capacidad humana de amar, pues no somos meramente seres intelectuales, sino también físicos y emocionales.
El temor a aceptar esa atracción natural que experimentan muchos homosexuales cristianos equivalente a negar la capacidad de amar con que fueron creados. Es el temor a una parte de lo más profundo de nuestra personalidad. Este temor es un estigma que aparece como consecuencia de las presiones sociales y religiosas a las que están expuestos muchos homosexuales desde muy jóvenes. Es también vergüenza, miedo al ridículo, al desprecio y a la mofa de los demás, sobre todo en el período mas difícil que comienza en la adolescencia cuando se afirma la identidad sexual del individuo. La adolescencia es un período difícil en el que el joven homosexual lucha consigo mismo en soledad, pues en la mayoría de los casos no se anima a compartir su problema con un amigo o con un consejero por vergüenza y por temor a ser rechazado ya que todos tenemos la necesidad de ser aceptados y queridos por los demás. La vergüenza es una consecuencia de ese estigma social y religioso: la homosexualidad es aún considerada por muchos como una enfermedad, una perversión ó un comportamiento despreciable y reprobable. Para la Iglesia tradicional todavía se trata de un pecado muy grave.
Un mecanismo muy común de escapismo es la “negación”. El individuo sencillamente niega reconocer lo que siente y trata de asumir una conducta heterosexual. Estas personas viven vidas muy conflictivas y con frecuencia se ven obligadas a recurrir en busca de ayuda a terapeutas cristianos que por lo general no harán más que agravar el problema.
En términos de fe, el homosexual parece condenado a elegir entre abandonar su religión ó lo que parece mas difícil, su propia sexualidad. Lo cual puede decirse es equivalente a elegir entre religión ó uno mismo.
Lamentablemente muchos homosexuales se apartan de la fe como consecuencia del mensaje negativo e intolerante de la iglesia generalmente cargado de mucha homofobia, una actitud para nada compasiva que dista significativamente de la del Señor Jesucristo que fue conocido como el amigo de los pecadores. De hecho la mayoría de sus seguidores se conformaba de una larga lista de los “mal vistos” de su época, personas marginadas y excluidas de la sociedad y de la religión imperante. Pero el evangelio de Jesús que se solidariza con la miseria humana vino a transmitir un mensaje de liberación e inclusión contra toda forma de opresión.
Según el pensamiento ingenuo de la Iglesia tradicional para el homosexual cristiano solamente existen dos alternativas: casarse heterosexualmente ó abstenerse de sexo y permanecer célibe toda la vida. La permanente continencia sexual a la que parece estar sentenciado el cristiano homosexual no es una opción realista. Todos sabemos que la Biblia la presenta como un regalo ó don especial que muy pocos reciben y que era dado por Dios para la causa de Su Reino.
No hay ninguna razón para suponer que Dios otorga este don a cada homosexual. Por el contrario, la experiencia nos muestra que la gran mayoría de gays que han intentado reprimir sus deseos y vivir una vida célibe terminan respondiendo a su urgencia sexual en las formas mas promiscuas y autodestructivas. El resultado de estas conductas no hace más que agregar sentimientos de culpa, frustración y odio a uno mismo. Al sentimiento de culpa se suma la convicción de que la persona carece de la necesaria fuerza de voluntad o dominio propio, dejándole siempre una sensación interior muy profunda de fracaso y amargura.
Es posible que alguien con orientación homosexual se abstenga en forma temporaria o permanente de vivir una conducta homosexual, pero no nos dejemos confundir, eso no significa que se haya transformado en heterosexual.
Además no existe evidencia convincente de que la orientación sexual de una persona pueda verdaderamente ser cambiada por más que las denominadas terapias reparativas practicadas por algunos terapeutas cristianos intenten sostener lo contrario. Los resultados de estas terapias, sumamente cuestionadas desde el punto de vista científico nunca son comprobables.
La única respuesta saludable y santa para la orientación homosexual, es la aceptación de la misma en concordancia con una vida en sintonía con los valores cristianos.
Finalmente volvemos a remarcar que no se elige ser homosexual como tampoco se elige ser heterosexual. Ciertas personas simplemente resultan ser homosexuales aunque no lo quieran y no existen razones objetivas para suponer que la orientación sexual pueda cambiarse por mas convincente que sea el argumento, ya que la orientación sexual –cualquiera sea- forma parte de la propia naturaleza de cada uno. Esto es un hecho objetivo que no se puede discutir y si tenemos en cuenta que el concepto de orientación sexual no se conoció sino hasta fines del siglo XIX, resulta claro que ninguno de los escritores bíblicos pudo haber estado en condiciones de comprenderlo. Por eso la Biblia tiene muy poco para decirnos.
1.3 La forma en que leemos la Biblia:
La respuesta cristiana está en la forma en que leemos la Biblia o en la que la Biblia es interpretada. Pues convengamos que la condena de la iglesia a la homosexualidad o a su práctica se hace con la Biblia misma y sobre la base de un puñado de no mas de cinco pasajes no muy claros en su alcance y muy discutidos entre los eruditos.
En tal sentido es muy importante prestar atención a las diferentes formas de leer y comprender un texto, especialmente cuando se trata de textos muy antiguos como es nuestro caso. Las palabras pueden sugerirnos una cosa a nosotros hoy en el siglo XXI que puede haber significado algo diferente para quienes lo escribieron hace dos ó tres mil años, mas aún cuando el idioma hebreo en que fue escrito el Antiguo Testamento contaba con tan sólo 50.000 palabras contra unas 300.000 de nuestro español actual.
Con respecto a la Biblia podemos distinguir en principio dos formas distintas de interpretación. La interpretación “literal” y la “histórica crítica”. La literal señala que un texto debe interpretarse simplemente por lo que dice; esta es la forma preferida por los creyentes fundamentalistas. El histórico crítico en cambio dice que un texto tiene el sentido que le quiso dar quien lo escribió de modo que para entender mejor un texto de la Biblia en el día de hoy, deberíamos primero comprender el texto en la situación original y luego aplicar su significado a la situación presente.
Es importante destacar en este momento, que ambas formas de interpretación, aunque muy distintas, coinciden en que la Biblia es inspirada por Dios aunque humanamente transmitida, por lo que también queda sujeta a las limitaciones propias del ser humano.
No debemos perder de vista que las Escrituras fueron escritas por mensajeros inspirados por Dios que escribieron influenciados por el contexto de su época y su propia comprensión del mundo y la cultura.
La interpretación literal de los textos de la Biblia que tienen que ver con la conducta homosexual ha sido el arma mas contundente de condenación a las personas gays y lesbianas por parte de la iglesia que tantas heridas y dolor ha producido en aquellos que teniendo una orientación sexual diferente desean seguir a Cristo.
Si bien muchas denominaciones cristianas mayormente se guían por la interpretación histórico crítica, con gran hipocresía rechazan este método cuando puede constituir una amenaza a la seguridad de sus “certezas absolutas” o a la pérdida de sus referencias fundamentales (miedo al cambio).
El método de interpretación se denomina histórico porque requiere llevar el texto a su contexto histórico-cultural original antes de decidir un significado y se denomina crítico porque requiere además un cuidadoso y serio análisis del mismo.
En este punto, podemos decir que a la luz de la interpretación histórico crítica de los pasajes relacionados con la conducta homosexual, las conclusiones no se corresponden con las que tradicionalmente se han enseñado. Se puede afirmar que los textos se refieren solamente a ciertos aspectos de la conducta homosexual y no a otros; mucho menos a la homosexualidad como posible orientación sexual en la vida práctica de las personas.
Los textos bíblicos más directos y conocidos son cinco. El primero tiene que ver con el pecado de Sodoma (Ge. 19:1-11) cuya interpretación errónea lo ha convertido en el texto que mas ha confundido a los cristianos y mas daño ha causado a los homosexuales.
En segundo lugar aparece el único texto de todo el Antiguo Testamento que hace expresa mención a relaciones sexuales de hombre con hombre y que tradicionalmente se aplicó a todo tipo de relación homosexual. Se trata de Levítico 18:22 y 20:13. Finalmente debemos remitirnos al Nuevo Testamento donde el pasaje mas conocido está en el capítulo 1 de Romanos (específicamente 1:26-27) mas otros dos que encontramos en 1Corintios 6:9 y 1 Timoteo 1:10.
Es muy significativo que en los Evangelios jamás aparece una sola referencia a la homosexualidad. Jesús nunca habló del asunto aunque sí lo hizo repetidas veces respecto de la prostitución y del adulterio. Este silencio de Jesús debería llamarnos la atención si su pensamiento hubiese sido que todas las relaciones homosexuales fuesen intrínsecamente pecaminosas.
2. El Pecado de Sodoma:
2.1 El abuso sexual como forma extrema de inhospitalidad
El relato que encontramos en Génesis 19:1-13+ es el texto que más se utilizado para condenar a las personas homosexuales a lo largo de la historia, particularmente a partir de la Edad Media cuando se acuñó el término sodomita como sinónimo de homosexual.
La interpretación errónea de este pasaje ha causado un inmenso daño a todos los homosexuales particularmente en el pasado, cuando se los perseguía y se los mataba en nombre de este texto sagrado. Aún hoy se lo sigue utilizando con frecuencia en forma equívoca y arbitraria.
El pecado de Sodoma fue específicamente el abuso y la ofensa en su forma más aberrante contra dos extranjeros –particularmente dos ángeles- hospedados por Lot y su familia (v.5 BJ). “Todo el pueblo sin excepción” reunido frente a la casa de Lot deseaba asaltar sexualmente a los visitantes. Esto es literalmente abuso sexual y nada tiene que ver con el sexo consensuado entre personas que se aman y respetan. El versículo 9 pone de manifiesto que se trata de un acto de maltrato deliberado e intencional: “pues ahora te vamos a tratar peor que a ellos...” le dicen a Lot cuando se rehúsa a entregarlos ofreciendo a sus hijas a cambio de los visitantes, algo que hoy se consideraría escandaloso. Sin embargo el silencio del escritor sobre este ofrecimiento, no hace más que mostrar el carácter relativo de la moral sexual muy ligado a la costumbre social propia de cada época de modo que lo que en un momento es éticamente aceptable en otro resultaría inaceptable y viceversa.
Algunos autores sugieren que el pecado de Sodoma fue la inhospitalidad en su peor y más aberrante expresión al incluir el asalto sexual pues la hospitalidad era una virtud sagrada entre los antiguos. El pecado de Sodoma fue específicamente abuso y ofensa contra los dos extranjeros hospedados por Lot y su familia. La violación de los ángeles, solamente agrega mayor ofensa al abuso, pero la historia misma y su contexto demuestran que el interés del autor no estaba centrado en lo sexual sino en el acto mismo de desprecio y humillación hacia los visitantes.
El punto de la historia no es particularmente la ética sexual sino el abuso y el asalto cualquiera fuere su forma.
Sabemos que el abuso sexual, específicamente la violación sexual, era una práctica bastante común de los poderosos sobre los más débiles como una forma aberrante de manifestar sometimiento, desprecio y humillación.
2.2 Lo que dicen las Escrituras
La mas clara definición del pecado de Sodoma la encontramos en el libro de Ezequiel 16:49, un texto generalmente pasado por alto: “Esta fue la culpa de tu hermana Sodoma: ella y sus hijas fueron soberbias, con excesos de comida y de ocio, pero no de ayuda hacia el pobre o el necesitado”.
El Nuevo Testamento explica el carácter del pecado de Sodoma a través de la palabra de Cristo (Lc. 10:10-13) haciendo específica referencia a la inhospitalidad.
A lo largo del Antiguo Testamento, Sodoma es mencionada como ejemplo de destrucción originado por pecados de una magnitud tal como para merecer semejante castigo. Pero en ninguna cita se indica que ese pecado fuera específicamente la actividad sexual u homosexual y ninguno de los pasajes bíblicos que condenan la actividad homosexual la relacionan con la historia de Sodoma. La narrativa tampoco sugiere el rechazo de la actividad homosexual. Al mismo tiempo la literatura extra bíblica, incluyendo el Talmud, jamás vincula Sodoma con la homosexualidad.
Sin embargo partir del segundo milenio de nuestra era, la tradición quiso ver a la homosexualidad como causa primaria de la destrucción de esta ciudad.
Pero seguir utilizando este relato bíblico para condenar las relaciones homosexuales consensuadas entre adultos responsables es un error muy grave y arbitrario .
Supongamos que los huéspedes hubiesen sido mujeres, ¿se justificaría en ese caso la actitud del pueblo de Sodoma? Por cierto que la respuesta es no y a nadie se le ocurriría culpar y condenar a los varones heterosexuales.
De hecho existe un relato en Jueces cap. 19 que presenta similitud con el de Sodoma y Gomorra donde la víctima de la violación (en este caso seguida de muerte) es una mujer.
martes, 26 de agosto de 2008
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3 comentarios:
El autor es un hereje,la homosexualidad no tiene lógica desde ningún ángulo. Con celeridad debemos comprender que esto no es natural. Ustedes distorcionan el cariño, o afinidad que se le puede tener a una persona del mismo sexo ejemplo un-a herman@, un hij@, el-la mejor amig@, incluyendole el deseo sexual la lujuria una aberración apoyada por el demonio, quien tiene por objetivo que nos revelemos contra Dios con trampas para perder las almas,con excusas tan pobres como los derechos humanos, no convencen a que los respetemos y o apoyemos. Cierto el libre advedrio nos da via libre para realizar nuestra voluntad y caprichos, cada uno varón es dueño de su recto, aunque lo use o se lo usen de maneras antinaturales para las cuales fue diseñado.
La persona que escribio este articulo no sabe lo que realmente dice. Pues hizo lo que bien le parecio ofendiendo la palabra de Dios y a Dios mismo. Además creo que seria necesario que el texto vea juntamente con su contexto. para asi no sacar un pretexto para defender posturas.
sin sentido
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