Sr. Víctor Emilio Granados Calvo
Secretario General Del PASE
Profunda tristeza e indignación me produjo leer sus declaraciones con respecto a la solicitud de un referendo para decidir sobre el proyecto de ley que legaliza las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Resulta verdaderamente contradictorio viniendo de usted, un activista en pro de los derechos de una minoría, que lucha por una sociedad menos excluyente y más accesible. ¿Será, acaso, que su lucha contra la discriminación se restringe exclusivamente a una minoría específica, pero es indiferente al sufrimiento y la exclusión de otros grupos oprimidos? ¿Será que su bandera a favor de la justicia y la igualdad de oportunidades se iza única y exclusivamente frente a las personas con discapacidad, pero no le importa la discriminación más allá de estos estrechos límites? ¿Será acaso, Sr. Granados, que su lucha y su bandera están hechas de egoísmo, en lugar de solidaridad?Usted nos propone hoy un referendo para que una mayoría tome una decisión que afecta directamente la vida de una minoría. Dígame, Sr. Granados, ¿no le parece eso injusto? Resulta una contradicción en sí misma, que una cuestión que concierne directamente a un grupo minoritario, excluido y discriminado, sea decidida por una mayoría que en última instancia es quien precisamente lo excluye y lo discrimina. Me pregunto cuál sería su opinión si se propusiera llevar a referéndum los proyectos de ley que buscan garantizar la equidad, la igualdad de oportunidades y una digna calidad de vida para las personas con discapacidad. Esto nunca ha sucedido, pues los derechos no deberían ser mendigados jamás, sino siempre exigidos y respetados. Pero pongámonos en la situación hipotética de que se proponga llevar a referendo un proyecto de esta índole. ¿Estaría usted de acuerdo con que los derechos de las personas con discapacidad sean decididos por una mayoría, una mayoría que poco conoce de sus necesidades, sus sufrimientos y su cotidianidad? ¿Y qué pasaría si existieran intereses de por medio (económicos, políticos, etc.) en el grupo opositor? ¿Y si el grupo opositor contara con financiamiento 7 veces mayor para pautar su campaña? Nos dice usted que: "El referendo sería una oportunidad valiosa para que organizaciones sociales interesadas en proteger derechos de personas gais y lésbicas puedan hacer uso de los medios de comunicación para hacer valer sus ideas". Pero Sr. Granados, acaso olvidó lo sucedido hace menos de un año en el referendo sobre el TLC: la evidente inequidad en cuanto al financiamiento disponible para las campañas, la abierta parcialidad de los medios de comunicación, la escasez de espacios y medios para informar a la población por parte del grupo del NO. ¿Qué lo hace pensar que sería distinto esta vez? Al final de cuentas, un referendo en este caso solamente volvería a reproducir la dinámica de exclusión que precisamente busca contrarrestar el proyecto de ley. ¿No le parece peligroso e injusto que los derechos de un grupo minoritario dependan de un mecanismo que a todas luces favorece los intereses de aquellos grupos que ejercen el poder? ¡Qué triste, Sr. Granados, es ver como la discriminación trastoca incluso los espacios que pretenden luchar contra ella! ¡Qué triste es observar como los prejuicios nublan la visión política hasta en aquellos grupos que promulgan igualdades! ¡Qué triste esta falta de solidaridad, esta visión fragmentada e individualista de lucha contra la discriminación! ¡Qué triste, de verdad Sr. Granados, que alguien pueda luchar por los derechos de un grupo minoritario y al mismo tiempo trabajar para que otro grupo siga siendo oprimido!Nos dice usted: "Deben ser las mayorías sociales las que tomen este tipo de decisiones trascendentales." Lo que quizás se le escapa, Sr Granados, es que la cuestión que se discute aquí no es un capricho, una regalía, ni una obra de caridad. Se trata de derechos, que han sido, y siguen siendo violentados, derechos que son opacados por un absurdo polimorfo que toma la forma del odio, del miedo, de la exclusión. Usted conocerá bien de lo que le hablo, pues la discriminación en su esencia es la misma, esa que afecta a las personas con discapacidad, a los y las migrantes, a las personas sexualmente diversas, y en fin a todos los grupos oprimidos alrededor del mundo. Ya lo decía Paco Vidarte: "(…) la lucha contra la homofobia no puede darse aisladamente haciendo abstracción del resto de injusticias sociales y de discriminaciones, sino que la lucha contra la homofobia sólo es posible y realmente eficaz dentro de una constelación de luchas conjuntas solidarias en contra de cualquier forma de opresión, marginación, persecución y discriminación. Repito. No por caridad. No porque se nos exija ser más buena gente que nadie. No porque tengamos que ser Supermaricas. Sino porque la homofobia, como forma sistémica de opresión, forma un entramado muy tupido con el resto de formas de opresión, está imbricado con ellas, articulado con ellas de tal modo que, si tiras de un extremo, el nudo se aprieta por el otro, y si aflojas un cabo, tensas otro. Si una mujer es maltratada, ello repercute en la homofobia de la sociedad. Si una marica es apedreada, ello repercute en el racismo de la sociedad. Si un obrero es explotado por su patrón, ello repercute en la misoginia de la sociedad. Si un negro es agredido por unos nazis, ello repercute en la transfobia de la sociedad". (Vidarte, Ética Marica, p. 169).
Marisol Fournier Pereira
lunes, 11 de agosto de 2008
Por una verdad: Accesibilidad Sin Exclusión. Carta a Víctor Granados sobre su propuesta de referendo. Marisol Fournier Pereira
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2 comentarios:
Excelente carta. Dirijasela tambien al diputado Oscar Lopez. Hay que desenmascarar la hipocresia de este partido en su actitud para con esta minoria.
Derechos sí, matrimonios no
El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) acumuló y admitió para su trámite, dos solicitudes distintas para que sea convocado a referéndum el proyecto de ley de unión civil de personas de un mismo sexo.
Una de las solicitudes es nuestra y lejos de querer irrespetar a las organizaciones que defienden derechos civiles de personas homosexuales, consideramos que, dada la trascendencia de la propuesta legislativa, el asunto debe ser dirimido en las urnas. Sería una valiosa oportunidad para profundizar el mecanismo del referéndum como instrumento de democracia participativa y resolutiva de dilemas sociales.
Es precisamente, la sensación de ausencia del sentir de las mayorías en la toma de decisiones, que por imperio recae en cualesquiera de los poderes públicos, lo que ha generado una peligrosa campaña oculta de deslegitimación de nuestro sistema político, que bien puede ser revertida con la práctica de elevar a la decisión popular, asuntos de esta trascendencia.
Por otro lado aspiramos a que en un referéndum, más allá del simplismo del resultado, se promuevan debates respetuosos, se genere discusión inteligente y se obtengan conclusiones en las que exista mayor consenso social.
Estamos parcialmente en contra del proyecto pues incurre en un exceso al autorizar en nuestra legislación la celebración de matrimonios. Creemos que es justo su contenido en cuanto a la necesidad de que deriven de las relaciones de pareja homosexuales,
derechos patrimoniales, económicos y de seguridad social que son comunes a las parejas heterosexuales, pero sin necesidad de equiparar esas relaciones con lo instituido en el artículo 52 de la Constitución Política, pues implicaría contrariar el espíritu constituyente (Sala Constitucional voto 7262-2006).
Basta desde nuestro punto de vista, con reformar el artículo 242 del Código de Familia y aspirar a que las relaciones de hecho “entre personas de un mismo sexo”, previamente reconocidas en la vía judicial, surtan todos los efectos jurídicos que son propios del matrimonio.
No se trata de una posición excluyente, nugatoria de derechos, intransigente y mucho menos homofóbica. Es dable reconocer que la propuesta por sí misma, posee la capacidad de enfrentar nuestra intelectualidad e invade el campo de valores individuales, lo que la habilita, para ser objeto de discusión de todos los partidos políticos, iglesias, organizaciones civiles y sociedad en general.
Pretender acaparar para una autodenominada minoría de personas homosexuales, la discusión en torno a las transformaciones que se darían en nuestro sistema de creencias, denota un total desconocimiento de la forma en que los derechos individuales y sociales, hasta ahora reconocidos por nuestra carta magna y los convenios internacionales, han tenido que abrirse paso y evolucionar a lo largo de los años.
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