Hay que ver la de paja homofóbica que el oscurantismo religioso habla agarrando a la niñez como pretexto detrás del cual enmascarar su odio. Se llenan la boca hablando de una familia idílica donde mamá y papá crían a sus niños y niñas como entre algodones, todo amor y comprensión y esmero.
Y en seguida, lanzan su andana de odio en contra de gays y lesbianas: que un niño criado por una pareja del mismo sexo estará condenado a la perdición; que una niña en manos de esa gente será abusada y maltratada. O, en fin, que reconocerle los derechos más básicos a las personas GLBT es crear las condiciones para que los niños y niñas se corrompan
¡Cómo si el respeto en una sociedad democrática e inclusiva no fuese la mejor escuela para que los niños y niñas aprendan a convivir en paz y sobre bases de amor y comprensión!
En fin, lo único cierto es que, en la realidad, muchísmos niños y niñas son víctimas de maltrato, abandono y abuso. Y de eso no tenemos culpa alguna las personas GLBT. Es la injusticia estructural presente en la sociedad capistalista, así como aquella enraízada a profundidad en la estructura injusta de la familia patriarcal lo que está detrás de situaciones tan dolorosas.
Entretanto, amerita preguntarse: ¿Cúantas niñas y niños no se salvarían y podrían encontrar un hogar amoroso si se permitiera que parejas del mismo sexo pudieran tomarles en adopción?
Ante el abuso sexual infantil, la indiferencia es aceptación
A pesar de más de una década de esfuerzos mundiales, la explotación sexual crece
Nils Kastberg
Director Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe
Cada hora de cada día, 228 niños y, principalmente, niñas son explotados sexualmente en América Latina y el Caribe. La información recopilada de distintos países de América Latina y el Caribe muestra que entre el 70% y el 80% de las víctimas de abuso sexual son niñas, y que en la mitad de los casos los agresores viven con las víctimas y en tres cuartas partes son familiares directos.
Cuando hablamos de abuso, también debemos hablar del hombre que lo causa. El machismo y la violencia de género son a menudo los antecedentes de la violencia contra niños y niñas.
Entorno de defensa
Las familias son el primer entorno de defensa contra el abuso. Por eso, se les debe otorgar las herramientas necesarias para proteger a sus hijos e hijas. Son muchas las madres que, aun ante la certeza de un abuso perpetrado por sus propios maridos, deciden callar ante la imposibilidad de sostener el hogar en caso denunciarlo. La ayuda financiera a las victimas debe ser una prioridad para los países que quieren erradicar esta problemática.
Del 25 al 28 de noviembre, Brasil es sede del III Congreso Mundial contra la Explotación Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes, que reúne a Gobiernos, sociedad civil, organismos internacionales y adolescentes, en la búsqueda de una agenda con metas concretas, a fin de acabar con esta problemática. Representantes de más de 150 países se reunirán por primera vez en América Latina para analizar los temas críticos y definir las respuestas globales para acabar con la explotación sexual infantil.
Si queremos construir entornos protectores para niños, niñas y adolescentes, es necesario mejorar la coordinación entre las escuelas, los servicios de salud, el sistema judicial, la Policía y los servicios de fronteras.
No hay una sola acción que pueda erradicar la explotación; se requieren múltiples acciones coordinadas en el tiempo con un férreo liderazgo de los Gobiernos.
Urge información
La falta de información sobre la situación que atraviesan millones de niños en América Latina y el Caribe, agrava aún más el problema. Exhortamos a los Gobiernos a que inviertan en sistemas que permitan medir la dimensión de esta problemática. Solo conociendo la situación es que los países podrán planificar acciones y establecer presupuestos que permitan erradicar la explotación sexual infantil.
A pesar de más de una década de esfuerzos mundiales, la explotación sexual crece y, con cada nueva tecnología que se crea, se inventan nuevos métodos para explotar niños y niñas. Si queremos tener alguna posibilidad de ponernos al día y superar estos nuevos desafíos, estamos obligados a acelerar el ritmo de nuestras acciones. Es hora de que la sociedad se avergüence de estas prácticas, pues seguir indiferente es aceptarlas.
Durante el Congreso tendremos una oportunidad histórica y, por esa razón, pedimos a los líderes religiosos, políticos y sociales reunidos en Río de Janeiro romper el silencio frente al abuso, asumiendo su rol y posicionando su voz para hacer realidad el derecho de los niños, niñas y adolescentes a vivir protegidos.
LA NACIÓN, 27 de noviembre de 2008
jueves, 27 de noviembre de 2008
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