Pero si son del mismo, ¿no?
Sour Ashes
Uno de los mejores amigos de mi mamá es homosexual y un día, durante una cena, contó algo que le había pasado a él y a su novio. Yo tenía casi 7 años y me imaginé que había sido un error, pero, ante la duda, decidí chequear con mi papá y preguntarle. Él me vio y tranquilamente me dijo: “Hay hombres a los que les gustan las mujeres, hay mujeres a los que les gustan los hombres, hay hombres a los que les gustan los hombres y mujeres a las que les gustan los mujeres. Depende de cada uno, quien y que le gusta”. Fue la mejor explicación que alguien pudo haberme dado.
Conforme crecí, no pensé que existiera gente que pudiera encontrar algo malo en la homosexualidad, hasta que cumplí 12 años y paralelo a las “clases” de sexualidad llegaron las de religión. Nunca comprendí a que se debía la controversia, pues para mi era lo más natural del mundo, así como no entendí porque mi profesor creía todos esos prejuicios e idolatraba un algo que los imponía. Entonces, preferí creer para mi misma que eran bien pocos los que compartían ese criterio tan errado. Como se pueden imaginar, no faltó mucho para llevarme mi primera decepción social. Ahora, muchos años después, justo cuando empezaba a creer que el mundo iba en buen camino para finalmente hacer bien las cosas, me tocó llevarme una nueva decepción de esas con la aprobación de Proposition 8.
Me parece increíble como los que la apoyan, no sólo creen que están defendiendo la sociedad y haciendo algo bueno, sino que afirman a diestra y siniestra que no están violando los derechos de nadie. ¿Qué es el decidir que sólo las personas que siguen la orientación sexual impuesta por la sociedad van a poder casarse? ¿Una celebración de la igualdad y un vívido ejemplo de los derechos humanos acaso? ¿Cómo pueden proclamarse defensores de la solidaridad, tolerancia e iguales condiciones mientras piden que se haga más específica la definición de matrimonio para que sólo a un grupo específico le aplique?
Por ahí hablan de cómo aún sin poder casarse, los homosexuales tienen derecho al domestic partnership que es como lo mismo, pero no. Esto, convierte toda la situación en algo muchísimo más irónico y ofensivo. Es algo así como decir “les estamos haciendo el favor de reconocerlos...bajo otras circunstancias, casi de manera no oficial y con otro nombre, pero bueno, dejen de quejarse”. Como si la sociedad ya hiciera demasiado dejándolos vivir para que exijan sus derechos. El partnership lo único que es, es un intento de parecer justo para disimular lo muy discriminatorio que se está siendo.
Lo que más me llama la atención de todo esto es que el supuesto motivo principal del movimiento es proteger a los niños y su educación, como si el hecho de crecer en un hogar heterosexual garantizara el éxito de alguien o fuera lo que determinara la formación de las personas. Los de la propuesta afirman que una persona necesita de un papá y una mamá y tener ambas figuras en su vida para poder crecer “bien”, lo cuál ya no sólo está señalando a los homosexuales sino también a, por ejemplo, las mamás solteras o los papás viudos. La verdad es que lo que se necesita a la hora de ser padre no es disfrutar del sexo opuesto sino tener valores y saber inculcarlos a otra persona.
Al final, en Proposition 8 y sus seguidores no hay algún argumento válido y libre de prejuicios que justifique o haga aceptable su posición. La diferencia entre los homosexuales y heterosexuales no está en la moral sino en los gustos. Apoyar propuestas como esta, y en general el oponerse a la homosexualidad o verla como una “situación”, es apoyar abiertamente la discriminación y el abuso: es ser parte de una gran violación a los derechos humanos, que irrespeta por completo a todas las personas que creemos en la libertad y la igualdad social.
17 de Noviembre de 2008
http://www.89decibeles.com/columnas/el-columpio/2008/pero-si-son-del-mismo-no
miércoles, 19 de noviembre de 2008
Una buena manera de entender, en sencillo, la natural naturalidad (valga la redundancia) de la homosexualidad
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