lunes, 1 de diciembre de 2008

Igualdad: una lucha y una esperanza compartidas

LA LUCHA DE LA ESPERANZA POR LA IGUALDAD
Óscar Alfaro
(www.encortoydirecto.com)

No cabe duda que las mujeres han alcanzado enormes conquistas y logrado importantes espacios en nuestra sociedad, pese a ello todavía un enorme sector sigue sufriendo discriminación, maltrato y olvido, y peor aún, es víctima del flagelo de la violencia, un mal endémico del cual en Costa Rica no nos escapamos y estamos obligados a actuar en serio y de inmediato con responsabilidad y compromiso. No podemos pasar inadvertido que las féminas son mayoría en el mundo.

Hubiésemos querido que la celebración en nuestro país del Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres fuese de mayor connotación, al ser un referente al que se le debe dar su lugar; muy lamentable, se celebró con una muerte y dos ataques a mujeres a manos de sus propios compañeros.

En una sociedad por naturaleza machista las mujeres han sido a través de la historia mártires de esa indiscriminada violencia y con honestidad muy poco se ha hecho por prevenirla, y menos aún por evitarla, a pesar de jactarnos de vivir en la era del conocimiento y gran madurez intelectual, seguimos en este tema aún en las cavernas.

No podemos olvidar que esta celebración del 25 de noviembre fue una iniciativa de República Dominicana y apoyada por 60 países más para conmemorar el brutal asesinato de las hermanas Mirambel, ocurrido ese día del año 1960, quienes fueron activistas políticas de la República Dominicana contra la atroz dictadura de Rafael Leonidas Trujillo.

Dos de ellas, Minerva y María Teresa, tenían a sus esposos presos y junto a su hermana Patria fueron a visitar a sus cónyuges, sin embargo, agentes del servicio militar quienes seguían sus pasos las interceptaron y las llevaron a un lugar solitario, fueron objeto de las peores torturas y vejaciones antes de ser asesinadas en lo que se ha considerado uno de los crímenes más sangrientos de la tiranía trujillista. Cubiertas de sangre, destrozadas a golpes, estranguladas fueron puestas de nuevo en el vehículo en que viajaban y luego arrojadas a un precipicio para simular un accidente. Al igual que ellas en el mundo entero, por razones políticas, religiosas, sociales, culturales, pero el mayor número lo es por simple machismo, muchas otras mujeres y niñas son diariamente asesinadas o maltratadas.

Se han hecho ingentes esfuerzos con campañas publicitarias y de conciencia por controlar esta situación, considerada por la Asamblea General de las Naciones Unidas como una pandemia, pero todo sigue igual. Según datos de esa misma organización, por lo menos una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sido golpeada, forzada sexualmente o víctima de algún tipo de abuso en el transcurso de su vida, y lo peor, el abusador es generalmente alguien conocido o cercano a la familia de la víctima.

El panorama existente no puede ser más desolador. Según informes de nuestras autoridades del Inamu, este año prácticamente se han duplicado las víctimas y si por la víspera se saca el día, no pareciera que la situación pueda varias favorablemente, pues vienen momentos en donde abundan las fiestas, el licor y hasta las drogas.

Son éstos componentes que inducen al mal humor masculino y desencadena en violencia domestica.

Estudios del Banco Mundial afirman que la violencia doméstica se ubica en muchos países como causas de muerte antes que el cáncer, accidentes de tránsito, la guerra y la malaria, esto nos lleva a la obligada reflexión y acción de políticas y programas que debemos desarrollar para prevenir y erradicar esta pandemia que crece día a día.

Esperamos que celebraciones como la realizada el pasado 25 de noviembre no sea la única, ni pasen inadvertidas y más bien cuenten con más apoyo, no solo de las féminas sino de todos. Es momento de dejarnos de discursos que no dicen nada, de poses teatrales y mediáticas, es momento de actuar en serio.

Donde las medidas cautelares se cumplan, donde la administración de justicia no sea un postulado sino realidad para lograr una protección judicial certera. Asumamos códigos culturales positivos contra la discriminación y la violencia doméstica.

Es necesario mayor solidaridad, apoyo, seguridad, compañerismo e incluso combatir la misoginia que con frecuencia se da en algunas de nuestras estimables mujeres.
La consigna es una sola, la lucha de la esperanza por la igualdad de los sexos.

DIARIO EXTRA, 1 de Diciembre de 2008

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