Por quién no votar si somos políticamente maduros
Hugo Mora Poltronieri
Muchos somos simples ciudadanos. Y esto, por no ser parte de ninguna argolla política. De esos otros que hacen gran alharaca por el partido X. Razón: van a ser parte del reparto de granjerías si su partido se sale con la suya. Pero para los que no somos más que simples ciudadanos –que no ciudadanos simples-, alguna vez nos llega la luz de ese jueguito que se traen los políticos y sus fans comprados o embobados.
Ahora es uno de esos momentos. Como desde hace más de cincuenta años, hay una alta probabilidad –nos guste o no- de que el partido verdiblanco llegue nuevamente al poder en el 2010. Y quién sea su candidato presidencial es algo que se decidirá en votación popular el próximo domingo 7 de junio.
Confieso que en la vida he votado por ese partido. A decir verdad, siempre lo he hecho por partidos pequeños. Que es como decir que siempre he perdido. Pero sin remordimientos. Porque no me siento para nada culpable del desastre al que los “grandes” han llevado a este país. Este partido, por ejemplo, el del domingo.
Ahora bien: por primera vez a los homosexuales se nos toma en cuenta. Gracias a algunos valientes que dan la cara por el resto, nuestro voto adquiere importancia por primera vez en los comicios venideros. Es, entonces, la hora de pensar que nuestra lucha es, en esencia, política. Que ya basta de confiar en dirigentes y partidos que, una vez llegados adonde quieren, se olvidan de que ha sido también gracias a nuestros votos el que estén ahí. Lo hemos visto con la cobardía y la duplicidad con que muchos de los diputados le zafaron el bulto a nuestro proyecto de uniones civiles: el caso del diputado ciego del PASE es paradigmático. Como representante de un grupo minoritario en todo sentido, no ha tenido empacho en venírsenos encima con “argumentos” que nos descalifican como otra minoria discriminada. Ni qué decir de otros más que en cuanto cierto “monseñor” los tiró de la cuerda, se les olvidó que están ahí no para representar a religión alguna sino como nuestros representantes, gracias a nuestro voto.
¿Y qué del domingo? Pues que aunque sea un domingo siete, no lo sea para nosotros. Dado que la convención es abierta –todos podemos votar, aunque no seamos liberacionistas- acerquémonos para evitar que Laurita se salga con la suya. Ya la hemos visto y oído como para saber a qué atenernos si resulta electa como candidata: esta mujer es lo peor que podría pasarnos a todos: gais, lesbianas, transexuales, intersexos. Ha sido muy clara en lo que esconde y es una gran homófoba: votar por ella, o no hacer algo para que no quede, es un suicidio político para nuestros empeños. Y la nuestra es una lucha política: los políticos sólo atienden las necesidades de aquellos que se les plantan y los deslumbran con la fuerza del número…
Esta es una lucha política. Convirtámonos en un grupo de presión, como tantos. Parafraseando a Lincoln: la democracia es el gobierno de los grupos de presión, por los grupos de presión y para los grupos de presión. Parece cínica la formulación; pero es así aquí y en todas partes. El ciudadano aislado no cuenta: cuenta sumado en grupo, pero de presión, de esos que no dan nada a cambio de nada.
Mi llamado es para que el domingo, liberacionistas o no, vayamos a votar por cualquiera de los dos candidatos que se han manifestado públicamente y sin retorcimientos retóricos por los derechos que se nos han negado por siglos. Construyamos así una barrera impasable para que esa señora desaparezca como amenaza potencial en la lucha que se avecina. Eso es mostrar madurez política. Porque todo es político. Y más si se trata de convertirnos en una fuerza digna de tomarse en cuenta, como ya ocurre en muchos países donde el clóset ha pasado a la Historia.
Es un primer paso. Luego vendrán las elecciones nacionales. Apliquemos la misma táctica de enfrentar a los ya escogidos candidatos por cada partido con nuestros reclamos. Para entonces tal vez sea ya posible montar una campaña a favor del candidato y del partido que más nos convenga. Y hasta llevar diputados, síndicos y alcaldes comprometidos con nuestras aspiraciones. Que la unión hace la fuerza.
viernes, 5 de junio de 2009
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