Día del Padre
Por Giovanni Beluche V.
La sociedad de consumo, con sus angurrientos comercios, nos atiborra de mensajes insulsos del tipo “haga feliz a papá en su día”. La felicidad que proponen se llama TV de plasma, para que disfrute el mundial (que dura un mes, después úselo para ver las mejengas criollas de poca monta); celular con inimaginables funciones que hasta sirven para hacer y recibir llamadas; y cómprele un auto nuevo, ojalá como los que prometió Oscar Arias durante la campaña del TLC. Los grandes medios haciendo plata y la gente pobre haciendo filas para quedar a la altura del acontecimiento.
En vez de comprar, dediquemos una reflexión al padre campesino, el que con sus manos maltratadas cultiva la tierra desde antes que el sol asome sus primeros rayos. ¿Por qué no le “regalamos” un país que les apoye con crédito accesible y tecnología de punta? También pensemos en el padre obrero de la construcción, que bajo el sol y la lluvia prepara la mezcla de concreto para edificar las casas que otros disfrutarán. ¿Por qué no le “regalamos” un país donde se respeten sus derechos laborales y sociales?
En lugar de seguir engordando la cuenta bancaria de los comerciantes, recordemos al padre joven, que con esfuerzo trabaja para poder pagarse sus estudios universitarios, soñando con un futuro mejor para sus hijos e hijas. ¿Por qué no le “regalamos” un país que otorgue un presupuesto justo a las universidades públicas y así pueda gozar de una beca? Y el padre migrante, que en silencio llora en las noches recordando la carita de su bebé que no ha besado en años, porque lo tuvo que dejar en Nicaragua para buscar trabajo entre nosotros. ¿Por qué no le “regalamos” una sociedad que no lo discrimine y que le facilite la reunificación familiar?
Tengamos presentes a los abuelos, que son padres doblemente, que en sus nietos y nietas vuelven a ser padres. ¿Por qué no les “regalamos” un país que les provea una pensión meritoria, que les garantice acceso a medicamentos y una buena calidad de vida? Y el padre vendedor ambulante, que en un improvisado tramo vende mercancías para aplacar el hambre de su familia. ¿Por qué en vez de la represión de la policía municipal no le “regalamos” una sociedad donde se le abran opciones de trabajo digno?
No olvidemos al padre indígena, despojado de su historia por los colonizadores de ayer y de hoy. ¿Por qué no le “regalamos” un país que no les trate como extranjeros en su propia tierra, que respete la legítima soberanía sobre sus territorios? Por qué no acordarnos del padre alcohólico, atrapado en una botella. ¿Por qué no le “regalamos” atención especializada que le devuelva la dignidad? También merece una reflexión el padre privado de libertad, el que cometió un error y lo está pagando caro, mientras los políticos – delincuentes andan libres. ¿Por qué no le “regalamos” verdaderos planes de resocialización y reinserción en lugar de condenarlos a ese infierno que estimula más odio? También merece reconocimiento el padre no biológico, que es padre de verdad.
Celebremos a los padres con amor, compañía, abrazos, besos y esperanzas. Nada de eso se compra en los comercios, ¡Eso no tiene precio!
San José, Costa Rica, 20-6-2010
jueves, 24 de junio de 2010
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