Hay una comediante estadounidense, Wanda Sykes, que dice algo más o menos así:
“Es muy simple. Si no creen en la uniones entre personas del mismo sexo, no se casen con alguien de su mismo sexo.
No entiendo ¿por qué anda la gente parada de manos sobre cosas que no les afectan?
¿por qué el matrimonio de alguien más va a afectar su matrimonio? No, de verás, si su matrimonio está jodido es porque ustedes lo jodieron.
Desde cuándo las parejas heterosexuales van al consejero matrimonial y dicen que su matrimonio no está funcionando bien desde que Pedro y Juan andan juntos?
¿Cuál es el miedo, de qué están asustados? que el matrimonio gay sea mejor que el suyo?
‘Miralos, felices como gays,’.
Les da miedo que sus esposas los empiecen a molestar?
‘Miralos, Pedro y Juan, ay Dios mío, como me caen bien esos muchachos, sentados en su patio por horas, hablando. Me los topo en el Mall todo el tiempo... pasan un montón de tiempo juntos. Me gustaría que hiciéramos cosas así. Me gustaría si pudiéramos ser un poquito más como Pedro y Juan.”
Y ya fuera de la comedia de Wanda Sykes. Estamos hablando de un derecho humano. Las instituciones de un país deben trabajar para enfrentar los vacíos en los derechos humanos de sus habitantes, no para ampliarlos.
Cada quien debe poder casarse (unirse) con quien quiera. Y el Estado debe respetar esa opción y ser consecuente con los derechos que esa decisión conlleva.
Ayer escuchaba un programa de radio donde decían que según un estudio los ticos seguimos siendo tan inflexibles e intolerantes como hace 10 años, lo cual obviamente preocupaba mucho al organismo internacional que hizo el estudio.
A mí me tocó ir a ver Brokeback Mountain a un cine en el Mall Las Flores lleno de homófobos y homófobas que hacían sonidos de asco en cada gesto de cariño que salía en la pantalla y yo me preguntaba qué estarían haciendo ahí (¿cuál será el gusto de ir a un lugar donde sucede algo que no tolero, que no respeto, y sentirme en la total cabalidad de expresar mi disgusto, mi intolerancia, mi incivilidad?). Eso no era ser simplemente prejuiciado/a, eso es discriminación abierta. Pero fue un recordatorio de la Sociedad en la que estamos viviendo.
Tenemos que hacer algo.
Joaquín Lizano M.
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