De: Hugo Mora [mailto:miaumiau1@ice.co.cr] Enviado el: giovedì 14 agosto 2008 11.41
Para: 'olopez@asamblea.go.cr'Asunto: Carta abierta al diputado Óscar López
Estimado don Óscar:
No tengo la menor duda de que usted es un diputado de los que trabajan. De los que hacen honor a los principios y valores por los cuales fueron llevados hasta esa curul en el Primer Poder de la República. Ya el nombre del partido mismo (Partido por la Accesibilidad sin Exclusión) dice todo, o casi todo, de cuál es el norte que guía sus pensamientos y sus actos como diputado. Por eso me he dirigido a usted y no a don Víctor Granados, de su partido, pero a quien no conozco y quien, en mi opinión, ha cometido un yerro mayúsculo al singularizarse como uno de los proponentes del referendo que tendría que decidir acerca de si se acepta o no el proyecto de ley relativo a la unión civil para personas del mismo sexo.
Le escribo como miembro que soy, de nacimiento, de la comunidad LGBT. Pero también como simple ciudadano, de esos que cumplen sin chistar con todos los deberes propios de esa condición, según las leyes vigentes; y que procura guiar su vida personal por principios morales universales de reconocida validez, no por los que se nos quieren imponer desde una visión moral del mundo desactualizada por estar fundamentada en dogmas religiosos que, en rigor, debería ser solo de acatamiento obligatorio para quienes forman parte de un determinado redil espiritual. Soy, pues, un ciudadano de los de segunda categoría por mi preferencia sexual, algo que no he escogido y por lo que se me priva del legítimo derecho a vivir mi vida íntima junto con alguien capaz de brindarme el afecto, el compañerismo, el apoyo y la felicidad a que cualquier otro miembro de esta sociedad, quizá hasta con menos méritos que yo, tiene sobrado derecho. Además, como si fuera poco, no solo se me priva de ese derecho fundamental, sino que se me obliga a costear con parte de mis ingresos obligaciones sociales para educación, salud y esparcimiento que solo deberían recaer sobre quienes tienen una familia legalmente reconocida e hijos, con todos los gastos que esto supone para el Estado costarricense
Ustedes los ciegos, don Óscar, tienen detrás de sí una larga historia de humillaciones por poseer una condición natural o adquirida que no estuvo en sus manos escoger. La ceguera, como la sordera, la siniestralidad, la carencia de un miembro, la fealdad y otros rasgos físicos acumulan una larga historia en que la Humanidad ha encontrado motivos para humillar, para insultar, para hacer bromas, para explotar, hasta para hacerlos culpables de su propia condición por algún supuesto “castigo divino”. Todo ello, con el resultado de que, con todo derecho y hasta justificación “divina”, se les podía excluir y singularizar como sujetos a los que se debía apartar del trato social y de toda posibilidad de superación.
Don Óscar: ¿Para qué seguir? Si esto usted mismo debe conocerlo tan bien como yo, otro excluido social y político, aunque por otras razones igualmente injustificadas. Vienen a mi mente los nombres de algunos ciegos ilustres del pasado y de un poco más acá: Homero, Milton, Hellen Keller, Joaquín Rodrigo, José Feliciano, Ray Charles, Steve Wonder, Andrea Bocelli…A ninguno de ellos les fue fácil vivir y sobresalir, a pesar de su discapacidad. Pero también me pregunto: ¿Cuántos otros ciegos, de todos los tiempos, pasaron por este mundo y a pesar de tener un talento potencial nunca pudieron hacerlo realidad a causa de la intolerancia, incomprensión y desprecio de las sociedades en que les tocó vivir? Yo puedo hacer lo mismo con mi lista, de la que, a propósito, he excluido ciertos nombres conocidos como Safo, Sócrates, Alejandro Magno, Adriano, etc., quienes tuvieron la suerte de nacer y vivir antes de que el Cristianismo convirtiera en vicio y pecado algo que ha sido constante en todo tiempo y en todo lugar donde ha habido seres humanos. La lista es larga, pero en ella he preferido citar los nombres de los que todo el mundo habla por conocidos, aunque sobre su vida íntima se pasa como sobre ascuas o se la maquilla convenientemente para satisfacer la hipócrita moral que patrocinan todas las sectas cristianas, con rarísimas excepciones: Francis Bacon, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Lord Byron, Arthur Rimbaud, Paul Verlaine, Chaikovski, Marlene Dietrich, Eleanor Roosevelt, Pier Paolo Pasolini, Rodolfo Nureyev, Rock Hudson, Martina Navratilova. Pero también me pregunto: ¿Cuántos otros hombres y mujeres talentosos, geniales, pasaron inadvertidos por este mundo, sin poder realizarse plenamente ni como seres humanos, ni como artistas, ni como escritores, ni como inventores, ni como políticos, etc., simplemente porque nacieron y vivieron en sociedades homofóbicas, nada proclives a aceptar a nadie que no se ajustara a los patrones convencionales de expresión del comportamiento “políticamente correcto? Y no es que los que, a pesar de todo eso, lograron brillar, la pasaran bien: sobradamente conocidas son las agonías por las que pasaron personajes como Leonardo, Miguel Ángel y Chaikovski, entre los más conocidos, por tener que reprimir sus sentimientos más íntimos y hundirse en la soledad y en la miseria moral solo por ajustarse a los estándares morales de sociedades dominadas por una religiosidad ajena a toda comprensión de las múltiples facetas de la naturaleza humana. ¡Cuánto puede haber perdido el conjunto total de la Humanidad junto con esos sentimientos perdidos!
Para mí es claro, don Óscar, que si usted hubiera nacido unas décadas atrás, nunca habría llegado a diputado. Hasta es posible que ni siquiera hubiera tenido la educación que el Estado costarricense le ha brindado. El camino por el que usted y otros no videntes transitaron hasta llegar a ser ciudadanos plenos, en lo que a derechos se refiere, es al que estamos acostumbrados en Costa Rica como el Estado de Derecho que es. No me pasa por la cabeza el que, si esos derechos no existieran todavía hoy día, a alguien se le ocurriera la idea de apelar a un referendo para reconocerlos: la sola posibilidad de que alguien se lo planteara así parecería descabellada, desconsiderada, humillante, en fin, indigna de la tradición histórica de la democracia costarricense, que ha sabido extender derechos a tantas minorías conforme nuevas realidades sociales, o meramente humanas, se han hecho visibles. Y para un partido como el suyo, que se precia no solo de defender a discapacitados y, para más, sin exclusión, resulta paradójico, absolutamente incomprensible, el que ahora se haga pública su oposición a un proyecto de ley cuyo propósito es, no el de dar privilegios a una cierta minoría, sino extender hacia ellos derechos ya existentes y hasta con ciertas limitaciones, como es el hecho de que se habla de “uniones civiles” y no de “matrimonios” religiosos o civiles, además de que ni siquiera se está proponiendo en el proyecto el prejuiciado tema de las adopciones.
Y usted sabe muy bien que de someterse tal reconocimiento de derechos a un referendo, el resultado no deja lugar a dudas. Sería otra lucha supuestamente democrática, pero en la realidad de resultado previsto por la asimetría de las fuerzas contendientes (algo que usted mismo ha vivido en el pasado referendo por el TLC). Por un lado, los sectores más conservadores y fundamentalistas de nuestra sociedad, al mismo tiempo los más fuertes por su poder económico y por su facilidad de acceso a las masas, empleando todos los medios posibles para llevar su mensaje cargado de desinformación, intolerancia y prejuicios; por el otro, una minoría carente de esos poderes, sin verdaderos lazos internos y solidaridad como productos de la represión a que siempre ha estado sometida, y cuyos miembros, a pesar de estar presentes en todas las capas sociales y en todas las instituciones públicas y privadas, difícilmente querrían hacerse notorios ante la innegable posibilidad de sufrir represalias en sus grupos sociales y familiares, así como en sus lugares de estudio y de trabajo. Puede estar seguro, don Óscar, de que si de un referendo hubiesen dependido la abolición de la esclavitud, la secularización de los cementerios, el matrimonio civil, el divorcio, los derechos de la mujer, las garantías sociales, el reconocimiento legal de la unión libre entre heterosexuales, y hasta los múltiples beneficios de que hoy disfrutan todos los discapacitados, la Costa Rica de hoy sería muy diferente de la que tenemos hoy día.
Don Óscar: de la manera más vehemente, pero respetuosa, con base en lo expresado, lo insto a revisar la posición de su partido, y la suya personal y pública, para que ni usted ni su Partido por la Accesibilidad sin Exclusión, haciendo honor a este nombre y al suyo propio, tan respetable, sean parte de una iniciativa que puede pasar a la Historia como uno de los mayores despropósitos ocurridos durante el período de la actual Asamblea Legislativa.
A 14 de agosto de 2008.
Lo saluda con toda consideración y respeto,
M. Sc. Hugo Mora Poltronieri
Profesor ad honórem
Escuela de Filología, Lingüística y Literatura,
Universidad de Costa Rica.
viernes, 15 de agosto de 2008
Carta abierta al diputado Oscar López.- Hugo Mora Poltrioneri
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario