Este es un editorial del prestigioso The New York Times, en relación con dos asesinatos recientes de hombres ecuatorianos en Nueva York. En ambos casos ha habido razones xenofóbicas de por medio. En el caso más reciente además aparecen razones de tipo homofóbico.
Esta es una buena muestra de por qué la legislación de los países deben penalizar los discursos de odio, en cuanto estos, a su vez, funcionan como mecanismos que incentivan y justifican los asesinatos generados por ese mismo odio.
Ofrecemos una traducción libre del editorial, así como el texto íntegro en inglés.
Un linchamiento en Brooklyn
El asesinato de José Sucshañay, un migrante ecuatoriano quien murió el fin de semana en un hospital en Queens, ha sacado a la luz un crimen salvaje, inspirado por el odio, el cual debería producir náuseas. Este horror es asimismo un recordatorio de que la intolerancia puede resultar asesina, y no solamente respecto de aquellos grupos hacia los que intencionalmente está dirigida, sino también en perjuicio de toda persona que desafortunadamente se cruce en su camino.
Aparentemente se creyó que José y su hermano Romel eran gais cuando caminaban abrazados hacia su casa, poco antes del amanecer, en la sección Bushwick de Brooklyn. Romel logró escapar de tres hombres que emergieron de un carro, los cuales llevaban un bate de beisbol y vociferaban epítetos anti-gay y anti-latinos.
José fue golpeado en su cabeza con una botella y luego recibió golpes y puntapiés hasta quedar inconsciente. Posteriormente se le declaró con muerte cerebral y expiró el pasado viernes [12 de diciembre] en la noche, un día antes de la llegada de su madre, quien viajó desde el Ecuador para acompañarlo.
La víctima había venido desde su país hacía un decenio en busca del sueño que las personas inmigrantes persiguen. Empezó como mesero, pero eventualmente logró comprar varios edificios y se convirtió en co-propietario de una agencia de bienes raíces en Bushwick. Se mantenía involucrado en los asuntos de su comunidad, por lo cual era bien apreciado.
Este es el segundo asesinado de un ecuatoriano que tiene lugar recientemente en el área de Nueva York. En noviembre, Marcelo Lucero fue acuchillado y golpeado en la localidad de Patchogue, en Long Island, por un grupo de adolescentes quienes, según informó la policía, vagaban por las calles en búsqueda de algún “mexicano” a quien apalear.
Varios adolescentes han sido detenidos en Long Island con cargos relacionados con este último caso. Por su parte, la policía de la ciudad de Nueva York, quien aún está a la caza de los asesinos de Sucuzhañay, debe hacer todo lo que esté a su alcance a fin de llevar a los responsables ante la justicia. Un acto de linchamiento en el corazón mismo de Nueva York es razón sobrada para tener presente que el odio y la intolerancia no deben ser permitidas.
A Lynching in Brooklyn
The murder of José Sucuzhañay, an Ecuadorean immigrant who died over the weekend at a hospital in Queens, has thrown a harsh light onto a savage, hate-inspired crime that should sicken us all. This horror is also a reminder that bigotry can be deadly, not just to the groups intentionally targeted, but to anyone unfortunate enough to cross its path.
José and his brother Romel appear to have been misidentified as gay as they walked home, arms around each other, on a predawn morning in the Bushwick section of Brooklyn. Romel managed to escape the three men who emerged from a passing car wielding a baseball bat and shouting anti-gay and anti-Latino epithets.
José was struck on the head with a bottle, then kicked and beaten into unconsciousness. He was subsequently declared brain dead and expired last Friday night, one day before his mother, who was traveling from Ecuador, could reach him.
The victim, who had come to this country a decade ago, had been living the immigrant dream. Starting out as a waiter, he eventually bought several buildings and became co-owner of a real estate agency in Bushwick. He cared for his community and was well-liked in return.
This was the second recent killing of an Ecuadorean in the New York area. In November, Marcelo Lucero was stabbed and beaten in the Long Island village of Patchogue by a group of teenagers who, the police say, had been roaming the streets looking to beat up “a Mexican.”
Several teenagers have been arrested and charged in the Long Island case. But New York City police, who are still searching for Mr. Sucuzhañay’s killers, need to do all they can to bring those people to justice. A lynching in the heart of New York City is more than enough to remind us that bigotry cannot be tolerated.
THE NEW YORK TIMES, Editorial del 17 de diciembre de 2008
http://www.nytimes.com/2008/12/17/opinion/17wed3.html?th&emc=th
domingo, 21 de diciembre de 2008
Un asesinato por odio homofóbico y xenofóbico en Nueva York
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