lunes, 26 de enero de 2009

El reaccionario Benedicto XVI se reconcilia y abraza con los obispos más ultraconservadores

Deroga decisión de Juan Pablo II contra cuatro prelados
Papa anula excomunión de obispos ultraconservadores

Religiosos critican al Concilio Vaticano II y reconciliación con otras religiones
Judíos protestan porque uno de los rehabilitados niega el Holocausto

El Vaticano. AFP y AP. El papa Benedicto XVI puso ayer fin al mayor cisma del siglo XX, al derogar la excomunión decretada en 1988 contra cuatro obispos ultraconservadores seguidores del arzobispo francés Marcel Lefebvre.

La anulación de la excomunión, dictada en 1988 por Juan Pablo II contra los obispos ultraconservadores, fue tomada tras un largo proceso de acercamiento aunque podría afectar las relaciones con los judíos.


Los obispos beneficiados son el suizo Bernard Fellay, sucesor de Lefebvre, el francés Bernard Tissier de Mallerais, el inglés Richard Williamson y el hispano-argentino Alfonso de Galaretta.

El “perdón pontificio” fue promulgado pese a las recientes declaraciones del inglés Williamson a la televisión sueca, en las que minimizaba el holocausto de millones de judíos en la Segunda Guerra Mundial y aseguraba que “ningún judío murió con gas” en los campos de exterminio nazis.

Las declaraciones del obispo irritaron a la comunidad judía. Varios representantes y rabinos de Estados Unidos, Italia y Francia, pidieron al Papa no rehabilitarlo y advirtieron que el beneficio haría más tensas las delicadas relaciones entre católicos y judíos.

El decreto que anula la excomunión para los dogmáticos lefebvrianos tiene fecha del 21 de enero del 2009. El documento explica que el Papa autorizó el pedido de readmisión en la comunidad católica presentado en el 2008 por Fellay, superior de la Fraternidad de San Pío X, fundada en 1969 en Suiza por monseñor Lefebvre.

“Estamos firmemente determinados a seguir siendo católicos y a poner todas nuestras fuerzas al servicio de la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, que es la Iglesia Católica Romana”, escribió Fellay al Papa, según fragmentos de la carta divulgados ayer por el Vaticano.

Fellay prometió respetar “el primado del Papa” y aceptar las enseñanzas de la Iglesia “con espíritu filial”; es decir, dejando de calificar de heréticos algunas disposiciones emanadas del Vaticano.

La escisión de 1988 se produjo cuando Lefebvre rechazó las reformas implementadas durante el Segundo Concilio Vaticano celebrado entre 1962 y 1965.

Los tradicionalistas encabezados por Lefebvre (fallecido en 1991) critican la reconciliación con el Judaísmo y la cooperación con otras confesiones cristianas impulsadas por el Concilio.

En el 2007, Benedicto XVI ya había respondido a una de las demandas centrales de Fellay, al permitirles celebrar la misa en latín según el rito tradicional previo al Segundo Concilio Vaticano.

Cisma del siglo XX. La ordenación en 1988 de cuatro obispos por parte del mismo Lefebvre, desobedeciendo y a la vez poniendo en cuestión la autoridad del Papa, figuran entre las razones que lo llevaron a crear otra Iglesia, es decir al cisma o separación de la Iglesia oficial, el primero desde 1870.

El portavoz del Papa precisó, sin embargo, que para abolir completamente el cisma y alcanzar la “plena comunión” de los discípulos de Lefebvre con el resto de la Iglesia Católica, hay que “definir el estatuto” de la organización ultra tradicionalista, que podría ser similar al concedido ya a grupos lefebvrianos de Brasil.

El movimiento cuenta con unos 460 sacerdotes y cerca de 150.000 fieles en unos 50 países.

LA NACIÓN, 25 de enero de 2009

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