jueves, 16 de abril de 2009

Jesús en la historia

Conversaciones sobre el Jesús histórico
Dr. Juan Jaramillo Antillón

Las personas formadas desde niños en una religión cristiana incluyendo la Católica, se escandalizan o no les agrada que se hable este tema, porque sienten que se está poniendo en duda su fe pero la realidad es que sin el Jesús histórico, las bases de la religión y la creencia de él como Dios, no serían sostenibles, ya que su vida y ministerio como ser de carne y hueso que vivió y sufrió como una persona, son la base del sacrificio que los cristianos señalan hizo él para redimir al hombre.

El primer problema que uno encuentra es que Él no escribió nada. Los Evangelios, que nos hablan de Jesús de Nazaret como un predicador palestino, fueron escritos en los primeros cincuenta años después de su muerte por personas que lo conocieron o basadas en la transmisión oral de quienes estuvieron cerca de él y de sus hechos, como los apóstoles y otras personas de ambos sexos que eran sus admiradores y creían en sus enseñanzas. Pero, descalificar la existencia o realidad de un ser humano por falta de sus escritos o autobiografía, nos llevaría a descalificar entonces la existencia de Buda que tampoco escribió nada pero que fue una figura histórica 500 años antes de Jesús, o negar la existencia de Sócrates, gran filósofo griego quien vivió en el siglo V a.C., y que no escribió nada y lo que sabemos se debe a lo transmitido por Platón y otros alumnos.

Cuando a Einstein le preguntaron si el creía en la existencia de Jesús, contestó: “Yo leo la Biblia no tanto por razones religiosas, sino por razones literarias e históricas y nadie puede leer los Evangelios, sin dejar de sentir la presencia de Jesús, su personalidad se siente ahí y ningún mito puede ser llenado con esa vida”. La realidad es que los tres evangelios sinópticos, escritos por personas diferentes (una o varias) nos muestran muchas similitudes en cuanto a la descripción de los hechos y la figura de Jesús no solo llenos de virtudes, sino incluso si se me perdona, con algunos defectos como cualquier ser humano, ya que nos muestran que tuvo momentos de incertidumbre, miedo, angustia, desaliento, dudas e incluso no ver con claridad el camino a seguir.

Estos detalles son precisamente los que conceden más valor a la existencia real de esa figura típicamente humana. Jesús por ejemplo señala que lo malo del hombre, sale del corazón, y sin embargo para su tiempo, ya los médicos griegos Alcmeón de Trotona en el siglo VI a. C., y Hipócrates en el siglo V a.C., nos habían enseñado que el órgano pensante del ser humano era el cerebro y no el corazón y que lo bueno y lo malo que el hombre hacía nacía ahí. Estos conocimientos no habían llegado aún a Palestina, pero por tradición se ha creído que las emociones y la pasión nacen del corazón. El que en los evangelios se señale que Jesús no era aceptado como el Mesías en Nazaret donde había vivido con sus padres por muchos años, hizo que él dijera: “Nadie es profeta en su tierra ni en su casa”, esto es una realidad que muchos hemos experimentado como profesionales. Por otro lado, uno de los evangelios señala que Jesús rechaza a su madre y hermanos cuando fueron a buscarlo, y no los atendió, diciendo: “mis hermanos son ustedes”, dirigiéndose a sus apóstoles, esto en razón de que probablemente su madre y sus hermanos, querían llevárselo porque tenían el temor de que a Jesús le pasara lo que a su primo Juan el Bautista, asesinado por Herodes a causa de sus prédicas.

El señalar los Evangelios la cobardía de la huída de los apóstoles cuando lo tomaron preso y la negación tres veces de Pedro (quien sería la cabeza de su iglesia) sobre que no conocía a Jesús, son detalles de que quienes lo acompañaban eran verdaderos seres humanos llenos de flaquezas. El que en todos los evangelios se señale que Jesús aparentemente esperaba el fin del mundo muy cercano a su tiempo, se debió a que en el pueblo de Israel desde hacía más de un siglo se esperaba un Mesías y un juicio final cercano. Estos detalles de los Evangelios sinópticos revelan una gran honradez intelectual de los autores al escribir sobre un ser humano que se decía el Mesías y sin embargo, sobre el cual había dudas y temores.

Hans-Joachim Graus, distinguido historiador alemán, señala que Herodes Antipas (hijo de Herodes el Grande) fue nombrado gobernador de Galilea y Perea por los romanos, del año 4 a.C. Hasta el 39 d.C., y por esos tiempos vivió un predicador errante llamado Jesús con un pequeño grupo de seguidores. El historiador judío Flavio Josefa, quien escribió una historia de los judíos y sus guerras, menciona a un profeta u hombre sabio con muchos seguidores que fue condenado a ser crucificado por el procurador Poncio Pilatos. Cornelio Tácito, un historiador romano escribió en el siglo I que un predicador llamado Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurado Poncio Pilatos en Jerusalén. Al parecer el Talmud, un libro de antigua literatura de los judíos, menciona la condena y muerte de Jesús.

En todo caso, para los cristianos el hecho clave donde Jesús pasó de ser humano y de Mesías a Dios, fue dado por la resurrección después de muerto según detallan los Evangelios. Como dice Pablo (quien no lo conoció en vida), “si Cristo no ha resucitado, entonces nuestras predicaciones no tienen contenido ni nuestra fe tampoco”. Pero esto estimado lector, es ya materia de creencia.

LA PRENSA LIBRE, Costa Rica, 14 de Abril de 2009
http://www.prensalibre.co.cr/2009/abril/14/opinion08.php

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