Biblia y homosexualidad
Carlos Bonilla Avendaño*
Creo que la Biblia es Palabra de Dios. Creo también que esa Palabra se revela a través de poemas, refranes, parábolas, cartas, y otras, escritas por personas que, además de la inspiración de Dios, reflejaron en los textos bíblicos su propia cultura, sus conocimientos y sus prejuicios.
La Biblia comenzó a escribirse hace unos cuatro mil años. El término “homosexual”, en cambio, se inventó en el S. XIX. Por ello, no hay en las versiones originales del Antiguo Testamento (hebreo) ni del Nuevo Testamento (griego), ninguna condena a los “homosexuales”, pues tal palabra no existía.
Algunas versiones modernas traducen que “los homosexuales no entrarán en el Reino de Dios” (San Pablo dixit). Pero no es eso lo que dice el texto original. En un artículo posterior veremos cómo la palabra griega arsenokoitai que algunas versiones traducen como “homosexual”, tiene un sentido diferente en el original.
A partir del siglo XI se extendió el uso de la palabra “sodomita” (de Sodoma) para referirse a los homosexuales, vinculando así el pecado de Sodoma con la homosexualidad. En las antiguas versiones de la Biblia Reina de Valera y de la del Rey Jaime, la palabra hebrea “kadesh”, que aparece en el Antiguo Testamento, es traducida como “sodomita”. La palabra kadesh (“sagrado”) se refiere a los “prostitutos sagrados”, hombres de los pueblos vecinos de Israel que ejercían la prostitución en los templos paganos. Esta práctica, “abominable” por ser idolátrica, no era una práctica homosexual, pues estos hombres, por lo general, se acostaban con mujeres, toda vez que los cultos paganos eran con frecuencia ritos de fertilidad. Al traducir “sodomita” en lugar de “prostituto sagrado”, se reforzó la idea homofóbica de que para Dios los homosexuales son “abominables”, cuando en verdad ninguno de esos textos se refería a ellos.
Sodoma: un texto clave. Uno de los textos más utilizados para juzgar, condenar y perseguir a los homosexuales, es el episodio de Sodoma. Sin embargo, un número significativo de biblistas -católicos y protestantes- sostiene que el pecado de Sodoma no tiene que ver con la homosexualidad, sino con la transgresión al principio de hospitalidad, transgresión que se da por el intento de violación masiva contra dos ángeles visitantes. Como en el caso de Sodoma, la mayoría de los textos sobre los que se fundamenta el supuesto carácter pecaminoso de la homosexualidad, lo que realmente condenan es la relación sexual no consentida, impuesta por relaciones de poder contra ángeles, hombres, mujeres y menores de edad.
Pistas en la praxis de Jesús. En ninguno de los cuatro Evangelios se condena a la homosexualidad. En cambio, sí encontramos enseñanzas de Jesús ajenas al concepto de familia heterosexual: Jesús dijo: “Quien no deje padres, hermanos, esposa e hijos por seguirme, es digno de ser discípulo mío…” y El mismo se hizo rodear y seguir por personas pertenecientes a minorías sexuales: solteros/as, viudas y prostitutas.
Su mensaje para las personas homosexuales es el mismo que nos dejó a todas y a todos: en el Juicio Final no nos preguntará si fuimos homosexuales o heterosexuales, sino si dimos de beber al sediento, de comer al hambriento, de vestir al desnudo, de liberar a los oprimidos…La praxis de Jesús fue inclusiva y se alejó de los esquemas patriarcales homofóbicos de su época. Hoy, quienes nos decimos sus seguidores y seguidoras ¿lo estamos en verdad siguiendo?
*Pastor luterano
DIARIO EXTRA, Costa Rica, 26 de Mayo de 2009
http://www.diarioextra.com/2009/mayo/26/opinion07.php#1
miércoles, 27 de mayo de 2009
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