martes, 11 de mayo de 2010

Homofobia: una enfermedad curable

¡La homofobia se cura!
Ante la sobredosis de estupidez, no podemos callar
Marcia Saborío
Actriz

En estos días he estado observando y escuchando con paciencia y resignación la cantidad de atrocidades que se han desatado en todos los medios de comunicación en relación a la gente “gay”.

Me dije en algún punto del debate, donde ya se tornaba realmente insoportable, dado el nivel de intolerancia e ignorancia, que yo no me iba a manifestar, que la humanidad tenía que vivir su proceso de cambio poco a poco, que las reacciones eran normales, pues la gente le teme a lo desconocido a sus propios impulsos reprimidos, que todos tenían derecho a opinar, etc.

De este modo, atravesé por disputas en la Asamblea, por los comentarios moralistas de un desquiciado árbitro, por acertados comentarios de columnistas un poco más cuerdos y racionales (gracias a Dios) y por desatados enfoques de la intachable gente del Opus Dei, quienes tienen más argumentos para dejar que un niño permanezca abandonado, antes de aceptar que pueda ser amado y cuidado por una pareja gay.


Sobredosis de estupidez

Y, aun así, mi propósito de permanecer al margen prevalecía, hasta que tuve que enfrentar en un solo día, a nuestro ilustre exdiputado Juan José Vargas, quien “no se complica y vive feliz”, ofreciéndonos repentinamente una cura milagrosa para la homosexualidad, y muy importante, “totalmente gratis”, conjuntamente con otro gran Ilustre ciudadano de este mundo, don Evo Morales, quien nos aporta el maravilloso descubrimiento de este siglo: ¡“Los hombres cuando comen el pollo tienen desviaciones en su ser como hombres”! Y entonces ante esta sobredosis de estupidez, ya no pude más y heme aquí, quebrantando mi promesa de imparcialidad.

¡Habitantes del planeta! ¡Nuestros problemas terminaron! ¡Tenemos dos eminencias trabajando en pro de la perfección humana!

Partiendo de la propuesta de Juan José, yo le sugeriría, que se ocupe de terapias más urgentes que nos puedan ayudar a “curar” la pedofilia en la Iglesia Católica, la corrupción en los Gobiernos, el abuso infantil en los matrimonios heterosexuales, la misoginia, el abandono de niños y niñas que nacen de hogares o parejas heterosexuales, con la violencia doméstica, con la doble moral de muchos matrimonios socialmente aceptados, los promiscuos juegos de las parejas “swinger” (heterosexuales) que intercambian en fiestas privadas, a sus parejas por un desconocido, para una aventura casual.

Y bueno, ya que don Juan José considera este asunto una enfermedad podría entonces inventar una terapia “gratis” para los padres y madres heteros que se viven produciendo hijos e hijas homosexuales, que son tan “molestos” para la sociedad.

Por otra parte, nuestro colaborador Evo Morales, representante de los derechos de los pueblos, de la justicia y de la igualdad para todos, continuará investigando los efectos de las hormonas en los seres humanos e irá descubriendo poco a poco lo que ha estado comiendo la humanidad desde el principio pues, de lo que yo sé, la homosexualidad ha existido siempre y para entonces no se hablaba de las hormonas en los “pollos”.

Yo la verdad ya no sé si reír o llorar, escribir en estos tiempos sobre temas así, me producen una gran tristeza.

Después de todo lo que hemos atravesado como humanidad, me hace sentir que los seres humanos no cambian, que las luchas de poder siguen siendo las mismas, que siempre que haya un grupo que se sienta superior a otro, hará definitivamente cualquier cosa para resaltar su supremacía, atropellando el derecho de grupos menores que también tienen su verdad y su razón de ser.

Vivir y dejar vivir

Lo que sí sé claramente es que, aunque era más comodito estar callada, tuve que tomar partido y sumarme a las filas de quienes se manifiestan y digo: que cada quien tiene sus motivos y sus razones, que nadie tiene el poder de juzgar a nadie, que soy creyente y conozco a un Dios amoroso, que puede ver el corazón de las personas , más allá de sus investiduras y sus discursos, que cada quien cuide su vida, sus preferencias sexuales, sus compromisos ante la responsabilidad de estar vivos, su aportes en este tiempo en la tierra, pues como canta Mercedes Sosa , “tenemos que honrar la vida”, y eso se hace con actos y no con palabras gastadas y morales manoseadas.

Que vivan y dejen vivir, que cada quien asuma la responsabilidad de sus decisiones, sea gay o heterosexual, que cada quien vigile sus propios vicios y no se escude en otros grupos para esconder sus basuras, sus culpas, sus miedos y sus frustraciones.

Algún día tendremos que dar cuentas, ante Dios, ante la ley, ante nuestras familias, pero sobre todo ante nosotros mismos, y ese día será nuestro juicio, donde los únicos responsables seremos nosotros mismos.

¡Yo por mi parte seguiré comiendo pollo! Y reaccionando ante toda doctrina que me insulte, negando mi capacidad para pensar y decidir, para conocer y formar mis propias opiniones, para elegir a quien amo sea gay, hetero, gordo, flaco, negro o blanco, judío o musulmán, viejo o joven, pues ninguna condición humana me garantiza la calidad de una persona, ni el valor que tiene. Prefiero a quienes son abiertamente lo que son y no a quienes aparentan ser algo que, a simple vista, no tienen.

Una vez expuesto mi pensamiento, me retiro a mis habitaciones privadas, a nuestras eminencias les recomiendo una terapia, porque, aunque no lo crean, ¡la homofobia también se cura! ¡Y conozco grupos que pueden dárselas y también gratis!

Y, tal como diría “La Cuatrufia”, ¡que Dios nos agarre confesaos!

LA NACIÓN, Costa Rica, 6-5-2010
http://www.nacion.com/2010-05-06/Opinion/Foro/Opinion2361832.aspx

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