Vírgenes
Laurencia Sáenz
Filósofa
laurenciasaenz@gmail.com
Peregrinan miles a pedirle milagros a una estatua de piedra volcánica, que llaman Virgen. Desde la Casa Presidencial, también se le rinde culto, quizá obedeciendo a un auténtico arrebato, quizá por encontrar en la celebración del pensamiento mágico una fácil manera de asegurarse el cariño del pueblo.
Una Presidenta podría, sin embargo, honrar de mejor manera la inteligencia de su sexo. Pues vírgenes dignas de celebrar, no faltan. No están allí para que les pidamos milagros, ni para agradecerles fortunas. Fueron adalides femeninos de la razón y del saber.
Entre ellas, Hipatia de Alejandría, una de las primeras matemáticas y astrónomas de la Antigüedad, quien dirigió la academia platónica de Alejandría. También, Sor Juana Inés de la Cruz, luminosa poeta y científica mexicana; ardiente defensora de la inteligencia del “sexo femíneo”, en cuyo genio la prodigiosa curiosidad “reventaba como pólvora”.
Un día de cuaresma, en el año 415, a Hipatia de Alejandría la violaron y descuartizaron en una iglesia una banda de monjes fanáticos. A Sor Juana Inés de la Cruz la persiguió la jerarquía católica, por su doble condición de mujer e intelectual, obligándosele, al final de su vida, a renunciar a las letras, a los libros y a sus objetos de ciencia.
Vírgenes de carne y hueso, no de piedra, víctimas del fanatismo religioso, que no debemos olvidar.
LA NACIÓN, Costa Rica, 2-8-2010
http://www.nacion.com/2010-08-02/Opinion/PaginaQuince/Opinion2469176.aspx
viernes, 6 de agosto de 2010
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