Sobre la “amenaza a la familia costarricense”
Gais, lesbianas, bisexuales y transgénero forman parte de la familia costarricense
Erick Quesada Psicólogo
equesadar@racsa.co.cr
Dado que diversas organizaciones religiosas han manifestado públicamente que el reconocimiento de la unión entre personas del mismo sexo constituye una amenaza para la familia, quisiera compartir algunas ideas al respecto antes de hacer referencia a la que considero una de las principales y verdaderas amenazas que enfrentan las familias costarricenses en la actualidad.
Las personas pertenecientes a la diversidad sexual son parte integral y funcional de la sociedad. Aunque invisibilizadas y discriminadas, las personas gais, lesbianas, bisexuales y transgénero han estado siempre presentes en las familias costarricenses. Han convivido como parejas y no pocas veces han criado sus propios hijos. En ocasiones, desempeñan roles maternos y paternos, y por lo general son hermanos, tías o primos de otros niños.
Sin embargo, esto no ha significado ningún tipo de amenaza. En este sentido, es importante mencionar que diversos estudios señalan que niños criados por parejas gais y lésbicas no suelen presentar ningún tipo de confusión o trastorno con respecto a su identidad y roles de género, ni ninguna variación significativa en lo referente a su orientación sexual con respecto a otros criados por parejas heterosexuales.
Estereotipos
Lo que sucede es que muchos de los argumentos utilizados para oponerse al reconocimiento de estas uniones responden a estereotipos, a conclusiones apresuradas e infundamentadas, a miedos aprendidos, pero nunca sometidos a un análisis crítico riguroso o a comprobación empírica.
La capacidad para conformar un grupo familiar, establecer relaciones sanas y productivas y para criar hijos(as) no está en función de la orientación sexual y/o la identidad de género de las personas, sino en sus posibilidades de vincularse por medio del amor y el respeto.
Diversidad de familias
El modelo convencional de familia, entendida como la unión mediante el matrimonio entre un hombre y una mujer, con el fin de procrear hijos o hijas, responde tan solo a una de las tantas posibilidades de conformación de grupos familiares. La realidad es que las familias costarricenses son diversas.
Están las familias uniparentales o lideradas por una mujer o un hombre (en su mayoría mujeres); las que han resultado de la unión de personas que se han divorciado o separado de otras, con hijos o no; las que han decidido adoptar a uno o más niños y claro, las que conforman las parejas del mismo sexo.
Bien podría entonces considerarse unadefinición idónea de familia como aquel grupo de personas, con lazos de consanguinidad o no, que en convivencia construyen vínculos caracterizados por el amor, el respeto y el cuidado mutuo, que promueven un ejercicio no autoritario del poder y el respeto a la dignidad, la individualidad y las necesidades de cada quien. Una familia no cumple necesariamente con su razón de ser por la forma en que está constituida, sino por la calidad de sus vínculos.
Las verdaderas amenazas
Sin duda alguna, la violencia intrafamiliar en sus diferentes expresiones (física, sexual, emocional y patrimonial) contra mujeres, hombres, niños, adolescentes y personas adultas mayores, se constituye en una de las principales amenazas para las familias costarricenses en la actualidad.
Sus secuelas suelen ser múltiples, nefastas y en muchos casos permanentes, y como bien sabemos está provocando cada vez más la muerte de mujeres y de niños en edades tempranas. Si queremos hacer algo por nuestras familias, es fundamental que identifiquemos a cabalidad cuáles son sus verdaderas amenazas.
El origen de las amenazas
Vivimos en una sociedad patriarcal y por lo tanto machista, de la que emergen muchos de los principios que subyacen a la violencia intrafamiliar como expresión de la violencia social: el sexismo (la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer), el afán desmedido por poseer, dominar y someter por medio de la fuerza y el autoritarismo.
Curiosamente, personas y grupos religiosos que dicen defender la familia y la vida, lo hacen amparados en dogmas que justifican y le otorgan legalidad al sistema patriarcal.
El reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo nos ofrece la posibilidad de dar un paso en dirección de convertirnos en una sociedad más abierta, racional, solidaria y respetuosa, algo que sin duda, redundará en beneficio de las familias costarricenses.
LA NACIÓN, Costa Rica, 4-8-2010
http://www.nacion.com/2010-08-05/Opinion/Foro/Opinion2472380.aspx
NO ESTÁ EN PELIGRO LA FAMILIA TRADICIONAL
Lic. Miguel Aguilar Ruiz *
Toda persona tiene derecho a solicitar un referéndum sobre una cantidad variada de temas, lo que no objetamos -siempre y cuando se trate de beneficiar a la mayor cantidad de personas posible, sin exclusión-. En el caso que nos ocupa, la licenciada Alexandra Loría Beeche, promovente del referéndum sobre el Proyecto de Ley Nº 16390, referido a las uniones entre personas del mismo sexo, escribe un artículo publicado en este diario el 24 de julio del corriente, que denomina “Los Derechos Humanos del matrimonio y la familia”. Cada quien puede defender su posición en este asunto tan polémico, pero lo que no se vale es aprovecharse de nobles instrumentos jurídicos para tergiversar el tema con el fin de confundir a la opinión pública y llevar agua a su redil. Aquí no hay una mano peluda sino un pulpo con tentáculos melenudos (no nos referimos al pulpo “Paul”).
El proyecto de ley en cuestión, no se refiere al “matrimonio” en ningún sentido; bien sabemos que es para proteger a las parejas gais convivientes en el aspecto patrimonial y el acceso a la salud. La licenciada Loría recurre al “truco” utilizando la palabra “matrimonio” para enlodar la cancha, de esta manera alarma y extravía al lector que fuere incauto que, ya sabemos, se opone en su mayoría al matrimonio entre homosexuales.
No obstante, la familia tradicional no corre ningún peligro, porque no se toca en el proyecto de ley. La señora Loría utiliza adrede un concepto limitado de la familia: hombre y mujer casados, con hijos. Arroja a un lado el hecho antropológico de que esa familia ha variado su entorno: cada día tenemos más parejas en unión de hecho –sin casarse-; hoy existen cantidad de hogares jefeados por mujeres solteras, es decir, donde no existe un matrimonio entre hombre y mujer, lo que no disminuye su calificación de familia. Foráneos buscan trabajo en el país: un obrero viene con su abuela y dos sobrinos, núcleo en el que no existe matrimonio entre hombre y mujer y sin embargo es una familia. Y así, enorme cantidad de ejemplos. La unión entre dos personas del mismo sexo no afecta a la familia tradicional, de hecho ya muchas parejas gais que conviven y no pasa nada, se trata de darles una protección patrimonial y a la salud, lo que es una equiparación de derechos. ¿En qué afecta esto a la familia tradicional? En nada, más bien la beneficia, según veremos adelante.
La resolución de la Corte Europea de Derechos Humanos que cita la estimada señora en su artículo, claro dice que los Estados “no están obligados a autorizar el matrimonio” entre homosexuales, lo que no impide que se pueda autorizar, como ya muchos países lo han hecho. Pero, ojo a la trampa, la resolución trata el tema del “matrimonio”, no de las “uniones civiles” entre gais, que es otra cosa. Cuánta gente se alarmaría por ese artículo, sin necesidad alguna, ya que el asunto no va por allí.
Critica la licenciada Loría a la Defensoría de los Habitantes porque utiliza recursos públicos para defender a las minorías, pero no menciona los ¢1.500 millones que costará el referéndum solo para que en éste se ratifique lo que todos ya sabemos: que los heterosexuales son mayoría en Costa Rica. ¿Se justifica esto? No, el asunto es consabido.
Por último, lo que la licenciada pretende lograr con su referéndum (un No a la unión civil entre gais) puede ser cuchillo para su propio pescuezo; no existe vacuna contra la homosexualidad. Excluyendo aún más a los gais, condenará a la discriminación perpetua a las descendencias de muchas personas, toda vez que ellas pueden tener un día un descendiente gay a quien excluirían de toda protección patrimonial y del derecho a la salud. Es como aprobar la pena de muerte para ejecutar a su propio hijo. Si el caso se da, como es probable en muchas familias, serán sus propios descendientes homosexuales quienes seguirán excluidos y desprotegidos. La unión entre personas del mismo sexo, que provienen de una familia tradicional o no, estaría protegida, y esto beneficiaría a la familia global. A modo de reflexión: ¿y si tu descendiente resulta gay?
* Abogado activista en DDHH
chilenitico@racsa.co.cr
Cédula: 1-462-425
DIARIO EXTRA, Costa Rica, 4-8-2010
http://www.diarioextra.com/2010/agosto/04/opinion04.php
viernes, 6 de agosto de 2010
Las personas GLBT no amenazamos a la familia; somos parte de ella
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