miércoles, 18 de febrero de 2009

Importancia de establecer un Estado laico en Costa Rica. Dos artículos oportunos y esclarecedores

Estado laico: mitos y realidades
Jeudy Blanco Vega

jeudyx@gmail.com

El tema de si Costa Rica debe o no unirse a la tendencia mundial de declararse como Estado aconfesional o laico (sin religión oficial), ya empezó a discutirse en algunos medios de comunicación escritos, pero el debate empezó con el pie izquierdo.

Algunos articulistas con una posición evidentemente conservadora y favorable a dejar las cosas como están, menosprecian el tema, calificándolo como pérdida de tiempo, o peor aún, atacan el concepto de Estado laico con afirmaciones incorrectas, tratan de sembrar temores infundados y hacen comparaciones fuera de lugar con regímenes asesinos del pasado. Es oportuno hacer algunas aclaraciones al respecto.

La situación actual de Costa Rica, en donde el Estado en el artículo 75 de la Constitución declara que tiene religión oficial, la católica romana, es singular en el mundo occidental moderno. Hasta hace poco, en todo el continente americano, solo nuestro país y Bolivia hacían esa distinción. Con la reciente reforma constitucional boliviana, nos quedamos solos.

La alternativa es, mediante una reforma al mencionado artículo 75, hacer de Costa Rica un Estado laico. Pero, ¿qué significa eso? Primero veamos lo que no significa: un Estado laico NO es un Estado ni ateo, ni mucho menos antirreligioso, todo lo contrario, es un Estado que reconoce el derecho humano fundamental a la libertad de conciencia a todos sus ciudadanos, creyentes y no creyentes por igual, tomando una postura neutral en cuanto a la religión, sin favorecer ni perjudicar a ninguna, y en donde las decisiones de gobierno se toman sin la injerencia de esta ni de sus jerarquías o instituciones. En un Estado laico, todos los credos respetuosos de los derechos humanos son aceptados y tratados por igual. Como lo demuestran diversos estudios y sondeos publicados recientemente, la religión católica no cuenta ya con esa mayoría absoluta que podría haber justificado en algún momento la confesionalidad actual. Muchísimos grupos cristianos alternativos surgen y ganan adeptos de forma acelerada, y al mismo tiempo, un creciente porcentaje de la población se declara no afiliada a ningún grupo religioso. Ante la globalización cultural, el mayor acceso a la información y el contacto de los costarricenses con otras culturas y tradiciones, esta tendencia parece ser irreversible. La pregunta es entonces, ¿no es conveniente que nuestro país asuma una actitud neutral en cuanto a confesionalidad religiosa, en donde cualquiera que sea la tendencia dominante en el futuro, se garantice constitucionalmente la libertad de conciencia como solo un Estado laico puede hacerlo?

La misma Iglesia Católica, en el Concilio Vaticano II, abogó por eliminar de los textos constitucionales las referencias a las religiones oficiales, pues dichas referencias atentan contra la libertad religiosa de los ciudadanos. Un Estado laico es por definición uno que protege y garantiza esta libertad, es por esto que comparaciones con regímenes dictatoriales como los de Hitler en la Alemania nazi, y Stalin en la Unión Soviética, entre otros, son absurdas y carecen de sentido. Estos no eran en absoluto estados laicos, ni siquiera podrían llamarse estados ateos, pues si bien en el caso ruso había una fuerte persecución contra las religiones, se pasó de un Dios sobrenatural a uno de carne y hueso en la figura de su líder.

La adopción de un Estado laico tampoco significa pérdida de valores ni mucho menos de la identidad nacional. Es un hecho histórico la relevancia que el catolicismo y el cristianismo en general han tenido para el país y el cómo estas tradiciones siguen arraigadas en el pueblo, pero la laicidad estatal no amenaza esto sino que lo viene a complementar con un componente de tolerancia y respeto hacia la nada despreciable porción de ciudadanos que no comparten actualmente esas creencias, así como un alineamiento del país en materia de derechos humanos al llevar a la práctica la igualdad de los ciudadanos y la libertad de pensamiento.

Sin duda alguna, el momento es propicio no solo para el debate con argumentos sólidos y racionales en este tema, si no para la toma de acciones concretas que logren el Estado que todos los ciudadanos, presentes y futuros, con toda la variedad de pensamientos e ideologías que lo componen, merecemos.

LA PRENSA LIBRE, Costa Rica, 16 de febrero de 2009


Falsedades sobre el Estado laico
Un Estado laico de ninguna manera pretende borrar el pasado

Jeudy Blanco
jeudyx@gmail.com
Ingeniero

El abogado Fernando Zamora, en su artículo del 7 de febrero, titulado “¿Una nación sin identidad?” , se refiere a la posibilidad de que Costa Rica se convierta en un Estado laico –esto es, independiente de cualquier organización o confesión religiosa– y expresa su preocupación de que tal transformación implique la pérdida de nuestra identidad como nación. Para el abogado, la identidad costarricense es judeocristiana, dejando de lado elementos históricamente importantes como tradiciones africanas, chinas e indígenas, estas últimas muy anteriores a la llegada de los conquistadores españoles y a la violenta imposición de su credo y cultura.

Laicidad es neutralidad

Un Estado laico de ninguna manera pretende borrar el pasado; tan solo insinuar eso demuestra ignorancia ante el concepto. Un Estado laico es aquel que es neutral en asuntos religiosos, pero garantiza la existencia de cualquier credo que sea respetuoso de los derechos humanos. Todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes, son tratados por igual y mantienen intacta su libertad de conciencia. No favorece ni perjudica en absoluto ninguna institución religiosa, y las decisiones del Gobierno se toman sin injerencia de la religión, caso contrario a lo que sucede actualmente en nuestro país.

Como lo demuestran diversos estudios y sondeos publicados recientemente, la religión católica no cuenta ya con esa mayoría absoluta que podría haber justificado en algún momento la actual confesionalidad que el Estado costarricense declara en el artículo 75 de la Constitución; muchísimos grupos cristianos alternativos surgen y ganan adeptos de forma acelerada, y, al mismo tiempo, un creciente porcentaje de la población se declara no afiliada a ningún grupo religioso. Ante la globalización cultural, el mayor acceso a la información y el contacto de los costarricenses con otras culturas y tradiciones, esta tendencia parece ser irreversible.

La pregunta es, entonces: ¿No es conveniente que nuestro país asuma una actitud neutral en cuanto a confesionalidad religiosa, en donde cualquiera que sea la tendencia dominante en el futuro, se garantice constitucionalmente la libertad de conciencia como solo un Estado laico puede hacerlo?

Falacias

Por otra parte, el abogado adereza su artículo con una buena dosis de afirmaciones irresponsables con la clara intención de relacionar negativamente el concepto de laicidad con las terribles guerras y matanzas perpetradas por regímenes autoritarios que nada tienen que ver con el ideal de neutralidad religiosa del Gobierno y libertad de culto que por definición constituyen al Estado laico.

Algunos de estos regímenes asesinos reemplazaban a un Dios sobrenatural por uno de carne y hueso en la figura de sus líderes, por ejemplo, Hitler y Stalin, mientras que otros, como el de Franco en España y Palevic en Yugoslavia, contaron con todo el apoyo y complicidad de la jerarquía de la Iglesia Católica (la más grande institución religiosa organizada representante de la tradición judeocristiana).

Manipular conceptos y la historia para la conveniencia de la ideología propia, como lo hace Zamora, era una de las prácticas preferidas de estos regímenes en los que, sin ningún fundamento real, nos advierte que nos convertiremos.

LA NACIÓN, Costa Rica, 18 de febrero de 2009

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