El amor en tiempos de crisis
Víctor Emilio Granados Calvo
El sábado pasado, día del amor y la amistad, se me ocurrió pensar en el joven poeta Florentino Ariza, personaje parido por el realismo mágico de Gabriel García Márquez, que persiguió hasta la ancianidad el amor de Fermina Daza, una señorita de sociedad que fue alejada de aquel telegrafista pobre y sin futuro, para ser casada con el doctor Juvenal Urbino.
Así fue de apasionada esa historia que la genialidad literaria de Gabo ubica en su amada Cartagena a finales del siglo XIX y principios del siglo XX; precisamente, en los tiempos del cólera. Antes que nada es un relato de amor, pero también, lo es de constancia, de tenacidad, del esplendor de la juventud y de su lucha frente a las contradicciones sociales, de muerte y de las realidades de la vejez, una historia como tantas otras, se han de estar entretejiendo en estos tiempos de crisis.
Tiempos de crisis en los que un total de 170 mil jóvenes costarricenses no fueron admitidos en nuestras universidades públicas, por razones de cupo, presupuesto, oferta de carrera y más, tiempos en los que con un bachillerato de educación media tendrán apenas alguna posibilidad de ser contratados en un empleo con características marginales; tiempos de crisis en los que se ven truncadas sus aspiraciones y sueños. El amor en tiempos de crisis será para estos jóvenes un verdadero reto frente a pocas oportunidades, no será el contexto en que vivió Florentino, no será la muerte de una sociedad entre males mágicos, fiebres y mierda, el nuevo escenario es más aterrador, es un estado de abandono hacia las necesidades de los menos favorecidos, una sociedad que no mira más allá del materialismo, en conclusión es, el fenecimiento de cualquier halo de humanidad en las políticas públicas, inspiradas por unos gobernantes regordetes a los que solo interesa el menú de su próxima cena. No bastará a nuestra juventud con reconocerse frente a un espejo, no será tan paciente la espera como lo fue para Florentino, no hará falta escarbar en los recovecos de la añoranza para propiciar los cambios, no será necesario enfrentarse a la inminencia de la muerte en una ridícula escalera que lo mismo sirve para subir que para bajar en esta vida; si se propicia el amor, si se persigue el amor, si entendemos el amor no solo como el acto egoísta de satisfacernos, la juventud deberá reclamarlo y aún en tiempos de crisis el regazo y los sudores de la amada Fermina, serán posibles.
LA PRENSA LIBRE, Costa Rica, 16 de febrero de 2009
miércoles, 18 de febrero de 2009
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