La virginidad
Gustavo Castro H.
gcastro@gmail.com
Para iniciar, un cordial saludo a todos los lectores, deseándoles un 2009 de múltiples bendiciones, ya que desde el año anterior no nos encontrábamos sobre estas líneas.
Como ven, hoy me aventuro a tocar un tema muy amplio y hasta polémico, pero que en nuestros días más bien parece pasado de moda, incluso muchos prefieren pensar que ese término es exclusivo de otra época, una muy lejana.
Pero aclaro que no escogí el tema, él me escogió a mí. El 9 de febrero leí en una columna sentimental que publica un diario costarricense la carta de una joven universitaria quien expone que su novio la dejó pues ella no accedió a mantener relaciones sexuales con él.
A partir de esto, iremos paso a paso, iniciando por definir el término virginidad, según el diccionario, para estar claros: “Estado de la persona que no ha tenido relación sexual”; es decir, no hay mayor complejidad para entenderlo.
Entre tanta cuestión desagradable que vemos y vivimos en la actualidad, casi me sorprende y me motiva de sobremanera leer aún relatos como el de esta chica, quien empieza contando que su ahora ex “necesitaba” tales encuentros íntimos. Bueno, pues si bien es cierto que como seres sexuados tenemos impulsos y deseos, recurro a las palabras del artista mexicano Eduardo Verástegui, quien teniendo a muchas mujeres rendidas, prefirió entregar su vida a Dios y desde hace varios años se mantiene en castidad, pues como él mismo señala “de eso nadie ha muerto”.
La joven de la carta agrega que como ella aún no se sentía preparada, el muchacho consiguió a otra que sí lo complaciera en su antojito. Me parece muy responsable reconocer cuando uno no está preparado para algo nuevo, y el tiempo se encargó de decirle que el supuesto amor de su ex no era más que pasión de un rato.
Textualmente, ella dice “Estoy orgullosa y feliz de ser virgen, espero mantener esta fuerza de voluntad y que Dios me ayude en cualquier tentación o peligro”. Ahora bien, ¿cómo resistirse a los bombardeos sexuales que recibimos por todos los medios? La misma chica nos brinda la mejor de las respuestas, con la ayuda del Señor.
La mayoría de quienes andan teniendo sexo desenfrenado se escudan en el trillado cuento de que “la carne es débil” -la misma que utilizan los y las infieles- y lamentablemente, dentro del contexto de nuestra sociedad actual, ese tipo de frases se aceptan y se aplican con suma normalidad, pero a mí me parece que se trata solo de excusas poco elaboradas.
Aunque el sexo produce placer de talvez 30 minutos, servirle a Dios y honrarle con nuestros actos produce felicidad eterna; muchos fantasean con una noche de lujuria, yo prefiero pensar en un plan de vida bajo los lineamientos de mi Creador, ese mismo que sabe lo que me conviene y ha hecho un magnífico proyecto para mi vida, aquel Ser que también ha escogido una señorita que una su vida a la mía bajo su bendición.
Al llegar a este punto, no confundamos las cosas, el sexo no es malo, el mismo Dios nos lo dio, pero debemos adaptarlo a nuestras vidas según su Santa Voluntad, no siguiendo nuestros bajos instintos. Quizás sea el momento entonces de analizar y elegir a quién le vamos a servir en adelante: a nuestro cuerpo que algún día estará podrido, o a nuestro Padre, que nos ama, nos perdona y nos ofrece vida eterna.
Es triste cuando veo una y otra entrevista con “modelos” que dicen que la virginidad es tema solo de nuestros antepasados, pero se siente muy reconfortante cuando una joven como la de la carta es segura y decidida al respetar y honrar a nuestro Dios. Bendiciones.
LA PRENSA LIBRE, Costa Rica, 17 de Febrero de 2009
miércoles, 18 de febrero de 2009
La virginidad es un mito anti-vida que niega la sexualidad y la libertad humanas. Así lo vemos en este artículo tendencioso y prejuiciado
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