Vivo en España desde hace casi nueve años.
Por eso, pude vivir todo el proceso de discusión y posterior aprobación de la Ley que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. Fue, debo decirlo, un momento maravilloso en mi existencia: asistí a la mayor expresión de democracia y de respeto hacia seres humanos que, en su condición de tales, deben tener y gozar de todos los derechos de que goza cualquier ciudadano.
Los debates de quienes se opusieron -católicos ultraconservadores, ultranacionalistas, intolerantes, la derecha, la jerarquía de la iglesia católica, es decir, los de siempre- utilizaron los mismos argumentos que hoy utilizan en Costa Rica quienes se dicen demócratas y cristianos sin reparar en la profunda contradicción que su rechazo conlleva.
¿A qué, realmente, le tendrán miedo? Aquí, ya un par de años después de aprobada la ley, ni se han dejado de celebrar matrimonios heterosexuales, ni se ha destruido la familia, ni se ha dinamitado el sistema de valores. Al contrario, la sociedad española ganó en calidad, su sistema democrático se fortaleció, la gente, poco a poco, aprende lo que verdaderamente significa la palabra respeto, derechos, libertad.
La vida toda se vive con mucha mayor naturalidad y la ciudadanía hoy, es un poco mejor persona; hay más derechos, mayor calidad de vida. A mi, ¿qué quieren que les diga?, que en Costa Rica se esté viviendo un proceso similar me llena de orgullo porque siento que todavía queda algo de esa Costa Rica libre y democrática en la que nací y crecí y en la que cabemos todas y todos. Roxana VolioCédula 3226775
sábado, 26 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario