La Declaración Universal de los Derechos Humanos, instrumento legal aceptado por todos los Estados y Naciones del mundo, y todos los demás instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos aceptados por la gran mayoría de los pueblos, se basan en el principio de la igual dignidad de todos los seres humanos y por ende, todos prohíben toda discriminación basada en cualquier condición humana, incluida la identidad u orientación sexual.
Estos dos principios, el de igualdad y el de no discriminación, son los pilares para la realización de todos los demás derechos humanos, incluido el derecho a la libertad religiosa. Como lo afirmó la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena en 1993, todos los derechos humanos son inalienables, indivisibles e interdependientes.
Esto quiere decir que si se niega uno, todos los demás peligran. Por es, hasta los evangélicos y demás personas que profesan una religión distinta a la Católica, no deberían permitir que unos cuantos fanáticos evangélicos pongan en peligro su posibilidad de tener una religión distinta a la Católica que es la religión del Estado costarricense ya que si permitimos que un Estado le niegue los derechos humanos a un grupo humano, no tendremos argumentos válidos para impedir que se los niegue a otros grupos humanos, incluidos los grupos que profesan otras religiones. Los derechos humanos son para todas y todos, o no son para nadie. En otras palabras, quienes quieren negarles sus derechos humanos a un grupo humano, en realidad se los están negando a todas y todos.
Alda Facio
sábado, 26 de julio de 2008
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