martes, 30 de septiembre de 2008

Un excelente artículo para poner los puntos sobre las íes frente a tanta ignominia y tanto odio y manipulación

Ante un artículo fieramente homofóbico
Hugo Mora Poltronieri
*

No es posible dejar sin comentar un artículo como el de don Enrique Vargas (“No abrir portillos legislativos”, Foro, 13/9/08). En él se expresan ciertos puntos de vista que revelan una equivocada lectura del proyecto presentado en la Asamblea Legislativa para la unión de parejas del mismo sexo.

El más grave e inexcusable está constituido por la siguiente afirmación (textual, énfasis mío): “…resulta inadmisible la pretensión del proyecto de introducir como obligatoria la educación homosexual en el sistema educativo costarricense.” Una afirmación así es absolutamente falsa, tendenciosa, irracional y promotora potencial de todo tipo de agresiones contra los proponentes y simpatizantes del proyecto, así como contra los miembros del colectivo que reclaman un derecho que, injustamente, se les escamotea. No hay en el proyecto nada que, ni remotamente, sustente tal afirmación. Como el abogado que es, don Enrique debe fundamentar sus afirmaciones con pruebas, las que esperamos.

Por otra parte, el largo debate ya prolongado por décadas acerca del origen de la homosexualidad, es resuelto por don Enrique adjudicándolo a una única causa y citando a una única fuente. Como todo rasgo humano, este de la homosexualidad tiene visos de ser multicausal, por lo que la mejor solución –y la más humana- fue aportada por la American Psychiatric Association, en 1973, cuando sacó a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Dos años después, la American Psychological Associaton hizo lo mismo. Y por más de 25 años ambas asociaciones han instado a todos los profesionales en salud mental para que contribuyan a disipar el estigma que muchos individuos aún asocian con la orientación homosexual. Si tanto se respeta a las mayorías -en este caso, además, pensantes-, he aquí un ejemplo que seguir.

Otro punto destacado en el artículo de marras es el uso que se hace del término “normalidad”. Esta es otra de esas simplificaciones de gente que quiere verlo todo en blanco o en negro. Lo importante no es ser heterosexual u homosexual, que al fin es algo que nos llega sin que en ello medie nuestra voluntad. Lo realmente importante es que cualquier individuo, sea cual sea su orientación sexual, esté bien ajustado a su situación, con una buena autoestima, una sana integración en su medio familiar y social y en posibilidad de desplegar todo su potencial humano, sin tener que apelar a papeles y máscaras que no van con su propia naturaleza. Desde este punto de vista, está justificada la lucha que dan tantos homosexuales contra quienes quieren volverlos a la “normalidad”, cuando el papel legítimo de psiquiatras y psicólogos no debe ser otro que el de ayudarlos a ajustarse sanamente a su estilo de vida y a enseñarles estrategias para superar los prejuicios sociales. Que es otra manera de obrar para ayudarles a que desarrollen adecuadamente su identidad sexual.

Por último, apelar a los diputados para que no aprueben el proyecto está de más. Han sido públicas y notorias las presiones de todo género sobre ellos por parte de los grupos religiosos más fundamentalistas, encabezados por los jerarcas de la iglesia oficial. Sin más argumentos que los mismos que han esgrimido siempre sobre todo lo que signifique apartarse de sus estrechas miras morales, ya han hablado. Y, como sabemos por experiencia, nada hay que asuste más a nuestras autoridades –con conocidas y valientes excepciones- que la descalificación eclesiástica. Es que hay un cuarto poder extraconstitucional, ante el cual no valen ni los preceptos constitucionales que nos hacen a todos iguales, ni los tratados internacionales contra la discriminación de todo tipo, ni la dignidad de toda persona: Roma locuta est, causa finita est! ¿Para siempre?
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*Profesor ad honórem
Escuela de Filología, Ling. y Lit.,
Universidad de Costa Rica
Céd. 1 267 396 / Tel. 2215 1829 / Fax 2215 3350 / Correo e-: miaumiau1@ice.co.cr

El pueblo argentino es católico a su manera...aunque no le guste a la reaccionaria jerarquía católica

La Iglesia en una encuesta
José Vicente Rangel 30/09/2008

Una encuesta que acaba de realizarse en Argentina -entre mayores de 18 años- el Área Sociedad, Cultura y Religión del CEIL/Conicet y las universidades nacionales de Buenos Aires, Rosario, Cuyo y Santiago del Estero contiene datos sorprendentes. Ejemplo: 76% se define como católico, pero 61% se relaciona con Dios sin intermediación de la Iglesia; pese a la condena de la jerarquía, sólo 15% de los católicos se opone al aborto; 92% está de acuerdo en que se brinde educación sexual en las escuelas, mientras la Iglesia sólo considera conveniente lecciones generales; ocho de cada diez apoyan el uso del preservativo, ofrecido gratuitamente en hospitales y centros de salud, que la jerarquía rechaza; siete de cada diez consideró positivas las relaciones sexuales antes del matrimonio, condenadas por la Iglesia; mientras tres de cada cuatro aprueban la contribución del Estado al trabajo social de la Iglesia, apenas uno de cada cuatro considera apropiado el pago oficial del salario de los obispos.

Al mismo tiempo, la encuesta revela, en un altísimo porcentaje, que la tarea más importante de las religiones es educar a los jóvenes y la menos importante enfocarse en temas políticos. Igualmente, más de 50% de los argentinos considera que el Estado debe financiar a todas las religiones o a ninguna. La mayoría le exige a la Iglesia católica mayor compromiso con los pobres y con la defensa de los derechos humanos.

Ocho de cada diez encuestados piensan que "se puede ser un buen religioso sin ir a la iglesia o templo". En las creencias de los argentinos, el primer lugar lo ocupa Jesucristo con 91,8%, luego el Espíritu Santo, 84,8%, y la Virgen María, 80,1%. Mientras 61,1% de los encuestados dice relacionarse con Dios "por su propia cuenta", sin mediación de Iglesias. Sólo 23,1% reconoce su filiación institucional, y entre quienes lo hacen 44,9% son evangélicos, y el 23,1% lo hace a través de institución eclesiástica. ¿Cómo andará la cosa en Venezuela? Sería interesante una encuesta similar.