jueves, 2 de octubre de 2008

Cuba avanza hacia el reconocimiento de las personas LGBT

Cuba empieza a salir discretamente del armario
Por Silvia Ayuso

01 de Octubre de 2008

LA HABANA (dpa) - Mónica y Elizabeth llegan caminando con calma desde el habanero barrio del Vedado. Siempre tomadas de la mano, se sientan, luciendo orgullosas los pequeños anillos dorados con que sellaron su "boda".La fiesta tuvo lugar en diciembre pasado en el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) que dirige la sexóloga Mariela Castro. Una celebración informal que muchos gays y lesbianas en Cuba realizan para confirmar su amor, aunque en este caso fue la primera vez en una institución del Estado, a la espera de los cambios legales en la isla que les permitirán regularizar su situación con un reconocimiento oficial de su unión.

"No teníamos dinero para alquilar una casa, hablamos con el CENESEX y todo el mundo se embulló (sumó) y nos pusieron fecha, día, todo todo, y luego a correr, cada amigo puso cinco dólares, compramos la comida, los trajes y ya", recuerdan entre sonrisas y miradas cómplices.

Las familias de las jóvenes -Elizabeth tiene 28 años y Mónica 19- no estuvieron presentes pero, poco a poco, cuentan, han ido aceptando la idea de tener hijas lesbianas, una condición doblemente difícil en un país que reconoce tener profundas raíces machistas. Hasta el punto de que ambas jóvenes viven ahora juntas en la casa de los padres de Elizabeth, en el popular Centro Habana, donde les están ayudando a construirse una vivienda propia adosada a la de la familia.

"Nunca hemos sentido rechazo, bueno, sí un poco mis padres al principio, y Mónica un tiempo en el trabajo, pero yo en mi escuela para nada, he presentado muchos trabajos sobre el tema y siempre lo que he obtenido son cosas buenas, todo el mundo alentándome", asegura Elizabeth, estudiante de sociología.

La aparente normalidad con que viven estas jóvenes su relación no deja de causar asombro en otros miembros de más edad de la comunidad homosexual en Cuba, de cuyo número no existen estadísticas oficiales, o al menos no han trascendido públicamente.

"Nosotros pensamos, ojalá nos hubiera tocado vivir en estos tiempos, nos hubiéramos sentido mejor, más satisfechos, más cómodos, más amplios", decía Omar, de unos 50 años, cuando el sábado 17 de mayo observaba asombrado la celebración "con apoyo instucional" del Día Mundial contra la Homofobia en La Habana.

"Hoy en día no hay tal nivel de represión, a nivel social, los familiares, incluso en los centros de trabajo o en el colectivo estudios, que siempre eras mal mirado, ahora te aceptan más".

Mayra, una lesbiana a punto de cumplir 60 años, asentía a su lado. Ella sigue sin olvidar cuando, hasta bien entrada la década de los '70, la comunidad gay era fuertemente reprimida en Cuba, algo que ella misma sufrió en carne propia.

"Fui expulsada de la universidad por lesbiana. Además soy hija de un testigo de Jehová, por eso, ya no podía optar por una cosa en la universidad que quisiera. Y si además eras homosexual... se hacían depuraciones en la universidad", recordó. Mayra también pasó seis meses en un campo de "reeducación" para homosexuales.

"Aquí si estabas de noche sentado en el Malecón (el paseo marítimo de La Habana) llegaba la policía y te sacaban presa nada más que por eso. En los 70, seis meses facilito castigado. A veces, bastaba sencillamente que una gente te denunciara como homosexual".

El poeta Norge Espinosa también tiene muy presentes aquellos "duros" años. Su poema "Vestido de novia", un amargo canto al dolor de un niño incomprendido porque no se siente a gusto en el sexo en el que le tocó nacer, fue durante décadas casi el himno de la entonces encubierta comunidad gay y transgénero de Cuba.

"Creo que en Cuba hemos sido lo suficientemente sutiles para haber hecho durante todos estos 20 años y antes incluso cosas muy importantes para el movimiento gay o del reconocimiento de una posible visilidad al homosexual, pero nos ha faltado el subrayado que hace que esto se convierta en un verdadero fenómeno de interacción social", explicó en entrevista con dpa.

Nunca antes, ni con el estreno de la película de temática homosexual "Fresa y Chocolate" en 1993, reconocida unánimemente como el "punto de inflexión" respecto a un asunto hasta entonces tabú, se había conseguido en Cuba que el respeto a la diversidad sexual saltara a la palestra.

La celebración del Día Mundial contra la Homofobia ha marcado "un antes y un después", coinciden muchos. Y el mérito tiene un nombre y apellido, afirman casi con unanimidad.

"Todo tiene un nombre: Mariela Castro", asegura Mayra. "Anteriormente no se había visto en ningún dirigente de aquí que estuviera ocupado ni preocupado por este tema, que hay tanto dentro de la misma revolución".

Aunque la celebración del Día Mundial contra la Homofobia tuvo lugar este año por segunda vez en Cuba, fue realmente la primera realizada a bombo y platillo.

Y con el apoyo de las "instituciones", es decir, el Estado, el Partido Comunista Cubano (PCC, único) y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), como no se cansó de recordar la hija del presidente cubano Raúl Castro durante los múltiples eventos que rodearon el evento a favor del respeto a la diversidad sexual impulsado por el CENESEX que dirige.

El propio presidente de la Asamblea Nacional (Parlamento), Ricardo Alarcón, cuya institución tiene en sus manos la posibilidad de dar en breve una mayor cobertura legal a los homo- y transgénero, estuvo presente en el acto.En estos momentos, Cuba está analizando la reforma del Código de Familia para reconocer la unión legal de homosexuales, aunque no se incluya la posibilidad de la adopción para parejas del mismo sexo.

El Parlamento cubano tiene también en sus manos desde junio del año pasado un proyecto de ley sobre "identidad de género" que incluye el "derecho a la libre orientación sexual e identidad de género", así como "su reconocimiento en los documentos legales de cada persona".

Cuba planea además próximamente iniciar las operaciones de cambio de sexo a 28 personas, para lo cual especialistas cubanos se están preparando junto a colegas belgas.

Un gran paso, teniendo en cuenta que la única intervención realizada hasta la fecha, en 1988, creó tanto rechazo social que el programa fue suspendido.Pero, ¿ha cambiado realmente tanto la sociedad cubana como, para tras décadas de considerar el tema cuanto menos tabú, convertirse en uno de los países de América Latina con una legislación tan avanzada en la materia?Para "Pachuli", una peluquera travesti de 26 años, la respuesta es un rotundo "no".

"No hay ningún cambio, todo sigue igual y cada vez se pone peor. La situación es tétrica, caótica, lo nunca visto se ve aquí", aseguró a dpa mientras contemplaba con un gesto de desagrado las celebraciones por el Día contra la Homofobia.

"Todo esto es una payasada, un teatro montado porque al final, cuando caiga la noche, va a seguir siendo lo mismo, esto es para el noticiero, pero todo va a seguir igual, porque aquí hay mucha ignorancia", aseguró.

Una opinión que comparte Sergio, un gay de 31 años. "La homosexualidad sigue siendo un estigma social. Y la mayoría de los homosexuales siguen escondiéndose, porque les temen a los prejuicios sociales", afirmó este médico, asiduo a las fiestas gays privadas que se celebran en La Habana, eso sí, en sitios "discretos" cuya localización sólo se conoce por el boca a boca entre "entendidos".

Incluso Mónica y Elizabeth, que muestran abiertamente su relación, reconocen que aún hay muchos muros por derribar. "Todavía tengo compañeros que no lo entienden, que nunca me han dirigido la palabra", admite Mónica, que trabaja como técnica informática en un ministerio.

Y si bien no tienen reparos en mostrar abiertamente su relación en barrios como el del Vedado, más "cosmopolitas", en su lugar de residencia en Centro Habana se guardan muy bien de adoptar algunos gestos que puedan revelar su homosexualidad.

"Allí ni se nos ocurre salir de la mano", dice Elizabeth. Un miedo que comparte la travesti "Pachuli", vecina del mismo barrio: "No se puede salir a la calle porque uno tiene miedo, te tiran cosas de los balcones, se fajan contigo... no se puede salir".

La propia Mariela Castro y sus colaboradores del CENESEX han reconocido que la prioridad es la "educación" de la sociedad y, por el momento, por ahí se canalizan los esfuerzos: además de un programa para las escuelas, en las últimas semanas, los medios de comunicación han desplegado una campaña en favor del respeto a la diversidad sexual que incluye reportajes en la prensa escrita, programas de televisión dedicados a la homosexualidad y los transgéneros, y la emisión en la pantalla pequeña de películas como "Brokeback Mountain".

Todo un cambio teniendo en cuenta que tuvieron que pasar 14 años, hasta 2007, para que la televisión retransmitiera por primera vez "Fresa y Chocolate".Yosvani, un homosexual a quien llevó años "salir del armario", coincide en que aún "faltan montones de cosas". Pero se muestra optimista de cara al futuro."Estamos empezando ahora, estamos en pañales y los cambios no son de ahora para ahorita", afirma este laboratorista de 40 años. Mas tiene esperanzas. "Yo tengo la alegría de ver que mi país por primera vez, por lo menos para generaciones futuras, tiene esta apertura, (la posibilidad) de salir del closet, de vivir la homosexualidad con calma".

NUESTRO PAÍS (www.nuestropais.com), 1 de octubre de 2008

Una joya de discriminació y una elocuente muestra de odio homofóbico

Vean ustedes que exhibición de ignorancia, de prejuicio y homofobia.

Para el señor Granados los derechos humanos de las personas homosexuales no existen porque la ONU no los ha reconocido.

Además, habla de la homosexualidad como si se tratara de decidir acerca de un helado: lo quiero de chocolate o lo quiero de fresa. El pobre ignorante no entiende que la homosexualidad -como la heterosexualidad- es parte consustancial de lo que una persona es. Simplemente así es su sexualidad, y no se trata de algo que se elija como se elije el helado de chocolate en vez del de fresa.

Y, encima, su homofobia galopante lo lleva, incluso, a negar abiertamente la realidad de discriminación, odio y maltrato de que son víctimas las personas homosexuales. Situación que llega al extremo de verse obligadas a invisibilizarse e incluso aparentar ser lo que no son. Este sujeto interpreta el hecho de la invisibilización -que es una de las expresiones más violentas de la discriminación- como ausencia de discriminación.

Además, el furibundo discriminador de marras quiere reducir los derechos de las personas homosexuales a un asunto meramente patrimonial, como si de por medio no hubiesen seres humanos que sienten, aman y sufren.

O sea, y en resumen, este artículo es una joya de discriminación y una elocuente muestra de odio homofóbico.

El PASE, la exclusión y el matrimonio gay
Lic. Víctor Emilio Granados Calvo *

Dos artículos publicados en la página de opinión de LA PRENSA LIBRE han lanzado conceptos en contra del Partido PASE, debido a su oposición al proyecto de “ley de unión civil de personas de un mismo sexo”, calificándonos por ello de incoherentes, en el mejor de los casos y de hipócritas y excluyentes, en el más desmejorado de los escenarios.

El primero de ellos corresponde a la columna “Esas cosas raras” de la periodista María Elena Jiménez Vega, en la que afirma que la unión civil de personas de un mismo sexo “no es el llamado matrimonio que celebran algunos heterosexuales, como erróneamente titulan algunos medios de comunicación, ocasionando desde ya un concepto equivocado del derecho que anhela esta minoría.”

Remito a la estimada periodista al expediente legislativo 16.390, propiamente artículos: 2, 5, 7, 9, 11, 13, 20 y 29. En dichos numerales podrá encontrar entre otras cosas que se autoriza la celebración de uniones civiles ante juzgados de menor cuantía o notarios públicos y que al igual que el instituto del matrimonio heterosexual, el proyecto contempla los mismos requisitos para su realización, impedimentos para su celebración, cumplimiento de formalidades previos, publicidad y demás.

La iniciativa de ley que a la que nos oponemos, calcó con algunas variables, el Título Primero del Código de Familia sobre el matrimonio y lo adaptó a circunstancias en las que los contrayentes son personas de un mismo sexo por lo que, en definitiva, no hay error alguno ni concepto equivocado, la iniciativa autoriza la celebración de matrimonios homosexuales.

Por otro lado, el señor Hugo Mora Poltronieri acusa al PASE de negarse a sí mismo y exclama, más que preguntar, lo siguiente: “¿Habrase visto mayor incoherencia e hipocresía entre el nombre de un partido, sus objetivos y principios tan humanistas, y una propuesta de este género?”

El respetable articulista se refiere a la solicitud planteada por algunos integrantes del PASE para que el proyecto sea convocado a referéndum y de cómo, esa intención, contradice en su concepto, nuestra lucha en contra de la exclusión social.

Para responder de la mejor manera resulta necesario remitirnos al desarrollo y evolución de los derechos humanos entendidos como herramientas jurídicas de orden internacional frágiles, que por omisión o acción son violentadas todos los días, sin ser Costa Rica la excepción. La doctrina clasifica a los derechos humanos de acuerdo con los períodos en que se generaron, correspondiendo los de primera, segunda y tercera generación a un espacio de tiempo que va desde el siglo XVIII, hasta el clímax de la Guerra Fría. La exclusión de las personas con discapacidad que implica su falta de acceso a trabajos dignos, a ciudades con arquitecturas amigables y no obstructivas, su derecho a tránsito, su derecho a la educación y el más elemental de los principios, a ser tratado con igualdad, bien pueden ubicarse dentro de la segunda generación que partiendo de la revolución industrial de 1917 promulgó la equidad de lo económico, social y cultural como objetivo de la justicia social y el bien común.

En contraposición, los derechos que reclaman los grupos gay y lésbicos no han sido reconocidos como tales, al menos en el seno de la Organización de las Naciones Unidas y más específicamente en el caso costarricense por la Sala Constitucional (voto 7262-2006).

Existen claras diferencias entre una minoría y otra, mientras las personas con discapacidad son excluidas sistemáticamente por derechos que además de reconocidos se encuentran debidamente ratificados por sendos instrumentos internacionales, las personas homosexuales se sienten discriminadas por derechos aún no reconocidos.

Lo violentado en contra de una persona con discapacidad es primordial, básico e indispensable para su subsistencia digna, mientras que lo que la comunidad gay y lésbica pide se les reconozca, son derechos patrimoniales. Una persona con discapacidad no eligió ser sorda, no vidente o usuaria de silla de ruedas. Una persona homosexual optó y asumió una preferencia.

Hasta el día de hoy no conocemos de un solo caso en Costa Rica en el que una persona cuya preferencia sexual sea la homosexualidad y en razón de ello, haya sido discriminada laboralmente, no haya tenido acceso a estudio, o no pueda ingresar a un edificio público por falta de acceso físico adecuado.

Aún así en el PASE hemos manifestado que estamos de acuerdo con que se legisle acerca de los derechos patrimoniales que este grupo de población reclama y creemos que bastaría con una reforma al artículo 242 del Código de Familia, para que la transmisión de patrimonio que es común a las parejas heterosexuales se homologuen a las de un mismo sexo, previo reconocimiento en la vía judicial de la una unión de hecho, pero seguimos consideramos que el proyecto de ley actual, es excesivo, trastoca el campo de valores individuales e invade nuestra Constitución Política, al autorizar la celebración de matrimonios gay y lésbicos, cambio social ése para el que no se encuentra preparada nuestra sociedad.

* Secretario General Partido PASE

LA PRENSA LIBRE, 2 de octubre de 2008

Más allá de las falsedades que pretenden vincular homosexualidad con perversidad, esta es la realidad del abuso sexual en Costa Rica

Dentro del enorme cúmulo de falsedades y tergiversaciones que los sectores religiosos conservadores y oscurantistas difunden acerca de la homosexualidad, están las ideas que asociación esta forma de expresión de la sexualidad humana, con comportamientos perversos como la pedofilia o, en general, el abuso sexual. La verdad es que la persona homosexual es tan solo un ser humano que siente atracción hacia personas de su mismo sexo. Punto. Más allá de eso, la persona homosexual podría incurrir en alguna forma de comportamiento perverso, exactamente como podría hacerlo una persona heterosexual. Ese comportamiento abusivo y agresor es cosa distinta del hecho mismo de la homosexualidad o la heterosexualidad, ya que, como manifestaciones particulares dentro del abanico de la sexualidad humana, éstas tienen la misma potencialidad y posibilidad de desarrollarse de forma respetuosa y equilibrada. Los abusos y la agresión sexual son algo completamente distinto de lo que es el comportamiento usual en personas homosexuales o heterosexuales. Este reportaje, y los datos que aquí se aportan, así lo ratifican, empezando por el hecho evidente que aquí se pone de manifiesto, que en todos los casos se hace referencia a abusos cometidos por personas que, en su vida pública “normal”, son reconocidas como heterosexuales.

Con un detalle adicional muy importante: en la mayoría de los casos los abusos se dan en el ámbito familiar ¿Dónde queda entonces la famosa “familia” de que, con tanta ligereza, hablan los santulones y sotanudos de las religiones conservadoras? Esto ilustra cuán complejo es el concepto familia y cuán inadecuado es pretender imponer un “modelo” de familia.


Este reportaje -publicado en La Nación- ilustra todo lo anterior con enorme claridad.

Ataques sexuales siguen aumentando, según autoridades
Cada seis horas una mujer denuncia haber sido violada
Mayoría de violadores son absueltos o nunca van a juicio
Muchos de los ultrajes sexuales ocurren a diario en el ámbito familiar

Nicolás Aguilar R. naguilar@nacion.com

Ana, de 17 años, acudió a clases de inglés en una universidad de San José y, a las 5:30 p. m. de un lunes, caminó hacia el parque para esperar el autobús.

Allí, un hombre joven, de buen aspecto, le preguntó la hora amablemente. Ella miró su reloj y, cuando estaba a punto de responder, sintió el cañón de una pistola en las costillas.

“Haga todo lo que le diga o se muere...”, le dijo el desconocido obligándola a caminar hasta un auto estacionado a pocos metros.

Lo que sucedió después cambió radicalmente la vida de Ana.

Aunque en la actualidad toma pastillas para dormir, se despierta varias veces gritando y llorando, presa de terribles pesadillas.

“Me siento sucia, como basura, como la peor de las basuras, huelo mal, aunque me dicen que no es cierto. Me baño a cada rato, me pongo desodorante y perfume, pero huelo a basura; es horrible sentirse así...”, relató esta víctima de violación durante una terapia con su psicóloga.

Pero no es la única. De acuerdo con informes del Departamento de Planificación del Poder Judicial, cada seis horas una mujer denuncia haber sido violada, la mayoría de los casos en la provincia de San José.

La Policía señala que “hay cientos de casos más”, pero solo unas pocas se atreven a recurrir a las autoridades.

Solo en el 2007, el Ministerio Público y el OIJ recibieron 1.400 denuncias relacionadas con violaciones en todo el país.

Hasta agosto pasado, los cuerpos policiales conocían de más de 1.000 denuncias y temen que la cantidad de ataques sexuales siga en aumento.

A diferencia de otros delitos, en los que la Policía cuenta con pruebas contundentes y los responsables terminan en prisión, la mayoría de los violadores quedan libres porque muchas de las víctimas sufren terribles secuelas psicológicas que les impiden seguir adelante con “el doloroso proceso judicial”.

“Uno siente inseguridad todos los días. Tengo miedo de salir a la calle, de hablar con la gente, siento que me pueden hacer lo mismo y entonces tiemblo...”, reconoció otra víctima, de 19 años, durante una terapia de recuperación.

Las estadísticas judiciales favorecen por mucho a los violadores.

El año pasado, de 1.400 denuncias, solo 495 casos fueron llevados a juicio y, de ellos, solo resultaron condenados 152 violadores.

“Puede ser que la víctima no aparezca, que se acoja al derecho constitucional de no declarar y contra eso no se puede hacer mucho. Se puede ir con un caso perfectamente fundamentado, con toda la prueba, pero si la víctima no declara, no se puede hacer nada...”, afirmó Eugenia Salazar, fiscal adjunta de Delitos Sexuales del Ministerio Público.

Familiares y conocidos. La mayoría de las violaciones ocurren en el ámbito familiar y, casi siempre, el agresor es un conocido de las víctimas, según informes en poder del OIJ y la Fiscalía.

“Antes se decía que nos cuidáramos del sátiro del barrio, pero muchos de los abusos se dan en el ámbito familiar por parte de personas conocidas. Pueden ser el chofer del bus, el vecino, el maestro, el sacerdote, el entrenador de los niños, el papá, un tío, el abuelo, el padrastro, el amigo”, dijo Salazar.

Los ataques sexuales, además de ir en aumento, cambiaron en los últimos años, informó el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).

Hasta hace algún tiempo detenían a un sospechoso por un solo ataque sexual, pero lo más frecuente ahora es capturar a individuos con tres, cinco y hasta diez violaciones en una misma zona.

Ese fue el caso de un hombre de apellido Calvo, de 24 años, detenido el 1.° de abril tras cinco ultrajes cometidos en Escazú.

De las víctimas, solo dos aceptaron denunciarlo penalmente. Las otras, al igual que en muchos casos conocidos en medios policiales, sobreviven a duras penas con un severo choque emocional.

“De ahora en adelante se mantendrá en alerta permanente, tiene la sensación de que el peligro vendrá en cualquier momento. Por ello, los sobresaltos constantes, pesadillas, irritabilidad y comportamientos explosivos”, explicó la psicóloga Darcy Araya Solano, del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu). La mayoría de las víctimas que denuncian son personas menores de edad, y sus agresores, casi siempre, son su padre, padrastro, un tío, un primo o el abuelo. Entre las mujeres adultas, las edades oscilan entre 18 y 30 años, según las autoridades.

Hay maestros, religiosos, chóferes, hasta periodistas...

Nicolás Aguilar R.
naguilar@nacion.com

Hay de todo como en botica, reza un viejo refrán popular que ilustra en buena medida la dinámica de los violadores en Costa Rica.

Las autoridades judiciales han detenido por esos delitos a ingenieros, panaderos, chóferes de bus, taxistas, maestros, vigilantes privados, entrenadores, agricultores, incluso a periodistas.

En todos los casos, el agresor buscó ejercer “su poder” sobre las víctimas, a quienes percibe como simples objetos, según expertos.

“La ubican en un lugar de vulnerabilidad absoluta, ante un ejercicio indiscriminado de poder...”, afirmó la sicóloga, Darcy Araya Solano, del Instituto Nacional de la Mujer (Inamu).

Los expertos no tienen claro cómo “se nace un violador” pero advierten de comportamientos “menores” que eventualmente llevarán al sujeto a la agresión sexual.

“ La violación se refiere a una agresión mayor por así decirlo pero existen una serie de agresiones de carácter sexual que han sido invisibilizadas, minimizadas, como si eso las hiciera desaparecer. Hablo de incidentes como llamadas telefónicas obscenas, un encuentro con un exhibicionista, o el encontrarse en un grupo de personas y sentir manos donde una no desea sentirlas. La mayoría de las personas no toma estas agresiones en serio y no por ello dejan de constituir violencia sexual”, explicó Estela Paguagua Espinoza, directora del Programa Construyamos de la Universidad Nacional (UNA).

Insistió que las víctimas de violencia sexual; a quienes llamó sobrevivientes, quienes sufren severas secuelas de por vida, deben recibir urgente tratamiento médico y sicológico. “El Programa Construyamos UNA vida sin violencia ofrece apoyo y tratamiento gratuito a esta población, previa cita al 2562-4085”, añadió.

El agresor ataca varias veces y, de no ser detenido, seguirá sumando víctimas a su historial, de acuerdo con el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).

Entrevista
Eugenia Salazar Elizondo
Fiscal Adjunta de Delitos Sexuales
Edad: 42 años Profesión: Abogada Cargo: Fiscal
‘La mayoría de los abusos se dan en el ámbito familiar’
La lucha contra los agresores sexuales no siempre tiene un final feliz. Muchos quedan libres y son una amenaza.
Nicolás Aguilar R.

Las autoridades aseguran que muchas de las violaciones ocurren en el ámbito familiar. ¿Es cierto eso?

Ese es el tema. Antes decían que se tuviera miedo al sátiro del barrio, pero en la realidad la mayoría de abusos se dan a nivel familiar y también por parte de personas conocidas de las víctimas. Los agresores pueden ser el chofer del bus, el vecino, el maestro, el sacerdote, el entrenador, el amigo de la familia, gente cercana a las víctimas.

¿Hay muchas víctimas que prefieren no declarar por motivos familiares o por las secuelas psicológicas?

Cuando son menores, se da una situación muy particular. Eso genera muchas veces que, cuando el asunto llega a juicio, se retracte, se desdiga al poner en marcha un mecanismo de defensa. La ley les da el derecho a no declarar por el parentesco, o no se localiza ya para el juicio, o por el tiempo que ha pasado no quieren hacer referencia a los hechos, lo cual es muy entendible. Yo nunca voy a cuestionar que una niña o un niño que ha sido objeto de abuso por parte de su papá, guarde silencio en relación con lo sucedido.

Se dice, incluso, que hay altas tasas de impunidad en este tipo de delito.

Mucha gente lo califica de bajo, pero es muy relativo. Puede ser que la víctima no aparezca, puede ser que se acoja al derecho constitucional de no declarar y contra eso no se puede hacer mucho. Usted puede ir con un caso perfectamente fundamentado, con toda la prueba, pero si la víctima, quien es la que nos va decir qué pasó y cuándo pasó, no declara, no se puede hacer nada. A mi criterio, más bien, si usted se fija en las noticias judiciales que salen por semana, mínimo hay dos noticias que tienen que ver con condenatorias por abusos sexuales.

Entonces, ¿se ha mejorado en este campo y hay más probabilidades de castigar a los abusadores?

Yo no sé si ha mejorado, pero no le puedo decir a usted que todo lo que se acusa es sinónimo de sentencia condenatoria, ni en delitos sexuales ni en ningún otro delito. Por ahí dicen que los juicios son como una caja de Pandora. Yo he ido a juicios donde uno considera que el caso era flojo, en el juicio el asunto toma otro matiz y, donde uno no tenía mucha fe, resulta ser que la víctima da un testimonio coherente y que convence. También me ha pasado que uno dice: “Póngale la firma a la sentencia”, y resulta que en el juicio aquello se vuelve un caos.

¿Cómo se puede identificar a un violador. Hay perfiles que permitan detectarlo a tiempo?

Hay estereotipos equivocados. De pequeños nos decían que tuviéramos cuidado con el sátiro del barrio y en realidad son loquillos con trastornos, pero casi nunca se puede hablar de que ataquen. Hace unos días detuvieron al chofer del presidente de AyA y uno pensaría que dentro de nuestra sociedad es una persona normal. Los abusadores están en el ámbito familiar o de su comunidad. Están en el ámbito de confianza de la persona. Aquí hay una cifra negra altísima. Creo que es más alta que la de otros delitos. Claro, es una apreciación mía.

Muy pocas víctimas denuncian la violación y eso fomenta la impunidad. ¿Cómo hacer para cambiar esta situación?

Cuando salen reportajes sobre el tema, la gente denuncia más. También ayuda cuando se va a las escuelas y colegios para dar charlas sobre el tema. A usted puede ser que le roben y no lo denuncie, pero usted contará a todo el mundo que le robaron. Sin embargo, el tema de contar el abuso es difícil, más en personas menores de edad, cuando el agresor es una persona cercana. Quien está abusando es una figura de autoridad, que manipula la situación haciéndolo ver que es algo normal. Pero hay casos, muchos casos, de personas que se van a la tumba llevando consigo la historia del abuso de muchos años.

LA NACIÓN, 29 de septiembre de 2008