jueves, 12 de marzo de 2009

En el Día Internacional de la Mujer: soñar y luchar por un mundo mejor

Un día…
Ivannia Salazar Saborío

Un día, el Día Internacional de la Mujer no será necesario, porque no será necesario recordarle a nadie que las mujeres valemos, y que seguimos luchando por los mismos derechos y las mismas oportunidades en este mundo en el que tras años de reivindicaciones, seguimos estando en desventaja. Un día no existirán tampoco los ministerios de la Mujer, ni de Igualdad, porque no será necesario que una entidad del Estado vele por nuestra seguridad, ni por nuestra igualdad ante la ley, porque ya será una realidad. Un día, no serán necesarias las cuotas de participación política, ni las leyes para evitar la violencia de género, ni otras formas de discriminación positiva como única forma de asegurarnos un sitio en un sistema dominado por un machismo que reproducimos tanto hombres como mujeres. Tampoco serán necesarias las manifestaciones en las calles, ni las cartas a los periódicos, ni los libros tachados tantas veces peyorativamente como feministas, como si buscar el bien que socialmente se nos ha negado y se nos sigue negando a las mujeres fuera una meta absurda.

Todo esto pasará a la historia, porque un día el salario de las mujeres no será un 30% inferior al de los hombres, ni nos despedirán del trabajo por quedar embarazadas, ni tendremos que luchar por conciliar la vida laboral con la familiar, porque las empresas se darán cuenta de que los hijos y la familia también dependen de los padres, y no solo de las madres, y harán cambios para que esa conciliación sea posible. Tampoco aceptaremos la frase “mi compañero me ayuda en casa”, porque tanto ellos como nosotras asumiremos que la casa es de los dos y que la responsabilidad se comparte a medias, en el hogar, en los hijos, en la vida, siempre a medias.Tampoco tendremos que explicarle a nadie si queremos tener una pareja o ser solteras, si queremos una pareja hombre o mujer, si queremos o no queremos ser madres. Tampoco será nuestra ropa, nuestra vida privada, nuestro corte de pelo, o nuestra belleza física, lo que defina nuestra posición laboral, ni nuestro acceso a la educación. Todo eso pasará a la historia, porque un día dejaremos de ser violadas, agredidas en nuestras propias casas y trabajos, porque un día dejaremos de ser maltratadas física y psicológicamente. Porque dejaremos de ser acosadas. Porque un día al fin seremos realmente dueñas de nuestros cuerpos, de nuestra sexualidad, de nuestro intelecto y de nuestros deseos, y los demás entenderán que cuando decimos que sí, es sí, y que lo podemos decir tantas veces como queramos sin que se nos señale como unas” fáciles”, o unas putas, y que cuando digamos no, será no, y que eso limita el derecho a que nos toquen, nos hablen, nos miren o nos traten de forma que nos hagan sentir incómodas o violentadas. Por eso, cuando llegue ese día, no será necesario que una mujer presente una denuncia por acoso sexual en el trabajo o en la universidad, como lo hice yo, ni será necesario que renuncie, y no será necesario que las amigas, los amigos y la familia de esa mujer tengan que verla llorar de rabia y llorar con ella, porque un imbécil se pasó de la raya; y esa mujer no tendrá que aguantar las frases de algunos de sus amigos hombres, como hicieron algunos míos, diciendo que “el que te acosó es un hombre, es su naturaleza y por eso no puedo apoyarte en esto”.

Esa mujer no tendrá que escuchar que es una avispa alborotada, ni una tortillera histérica, ni una feminista loca, ni una provocadora de hombres por tener un piercing en el ombligo, o en cualquier parte de su cuerpo, como escuché yo. Un día, esa mujer no tendrá que leer cosas escritas en los periódicos defendiendo el acoso sexual como “el medio que utiliza la naturaleza para reproducir la especie”, ni aguantará un procedimiento a partir de su denuncia lleno de mentiras repugnantes, ni tendrá que soportar amenazas y maldiciones. Cuando llegue ese día, esa mujer no tendrá que perder amigos, como fue mi caso, ni tendrá que refugiarse en otros, y en otras, para poder seguir peleando cuando ya todo parezca inaguantable, como me pasó a mí, y a las maravillosas personas, hombres y mujeres, que estuvieron a mi lado, y a quienes les estaré siempre agradecida por creer en todo esto y meterse conmigo en esa batalla.

Pero mientras llega ese día, que aún se vislumbra muy lejano, seguiremos celebrando este Día Internacional de la Mujer, seguirá siendo necesario este recordatorio del 8 de marzo, seguiremos haciendo marchas, escribiendo libros, poniendo denuncias y ganando espacios. Mientras llega ese día, seguiremos luchando, y será una lucha cada vez más plural y más abierta, porque cada vez más hombres y mas mujeres nos daremos cuenta de que estas búsquedas y estas exigencias no son solo femeninas, sino además masculinas, y que sus beneficios son para toda la sociedad, no solo para las mujeres. Ojalá seamos mujeres y hombres los que al compás de un mismo ideal de igualdad y derechos humanos hagamos que un día, esta celebración del 8 de marzo sea innecesaria. Pero para que ese día llegue, tendremos que ser fuertes y perseverantes, porque queda aún un largo trecho por andar.

Costa Rica, 8 de Marzo de 2009

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