jueves, 24 de junio de 2010

Una visión escéptica sobre el referendo del odio

entre líneas
Inútil referendo
Armando González R.
agonzalez@nacion.com

El país discute el tema del referendo sobre las uniones civiles de personas del mismo sexo como si la votación fuera a representar la última palabra. Si triunfara el “no” y el voto fuera vinculante –no está claro si se requiere del 30% o del 40% de asistencia a las urnas–, los defensores del proyecto de ley sufrirían un revés político, pero su causa estaría muy lejos de la muerte.

En esa hipótesis –la más favorable para los impulsores de la consulta popular– el proyecto de ley pasaría al archivo, pero nada impediría la inmediata presentación de una nueva iniciativa en el Congreso. Existe, pues, un doble riesgo político para los impulsores del referendo, aun descartando la posibilidad de un triunfo del “sí”.

Por un lado, es posible que la participación sea insuficiente para producir un resultado vinculante. Por otro, podría darse un triunfo del “no” en una votación más o menos reñida, con una participación apenas suficiente para producir un resultado vinculante. En ambos casos, la discusión regresaría al Congreso, ya sea porque no se logró archivar el expediente o porque sus defensores presentaron uno nuevo.

El Congreso retomaría el debate con un conocimiento más preciso de la relación de fuerzas y, muy probablemente, de la indiferencia ciudadana frente al tema. Si, por ejemplo, los impulsores consiguieran una participación del 40% y lograran un resultado favorable con apoyo del 70% de los votantes, quedaría claro que solo un 28% de los electores inscritos se molestaron en acudir a rechazar la iniciativa.

El ejemplo parte de un escenario muy favorable para los impulsores del referendo pero, aún así, el costo político de apoyar las uniones civiles en la Asamblea, en este caso mediante la presentación de un nuevo proyecto, parece limitado. Ni qué decir si los números son menos desequilibrados a favor del “no” y, sobre todo, si no se alcanza el porcentaje de participación necesario para un resultado vinculante.

Supongamos, empero, el desenlace ideal para los adversarios del proyecto de uniones civiles: Luego de un aplastante triunfo del “no”, los legisladores se sienten intimidados. El proyecto se archiva y nadie se atreve a presentar uno nuevo, o los grupos interesados carecen de apoyo para movilizarlo en la corriente legislativa.

Nada impide, entonces, que los defensores de las uniones civiles lleven el caso a la jurisdicción constitucional, donde les asisten buenos argumentos para reclamar igualdad frente a la ley en relación, por ejemplo, con el tratamiento dispensado a las uniones de hecho entre heterosexuales. El referendo dista mucho de ser la última palabra y, en el caso concreto, su utilidad es cuestionable.

LA NACIÓN, Costa Rica, 20-6-2010
http://www.nacion.com/2010-06-20/Opinion/ColumnistaDelDia/Opinion2414643.aspx

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