jueves, 31 de julio de 2008

Me uno a la marcha.- Dra. Mirta González Suárez

Me uno a la marcha por los derechos humanos sin exclusiones: a continuación el artículo publicado en Extra el jueves 31 de julio, 2008, donde expreso mi posición.

REPRESIÓN SEXUAL Y HOMOSEXUALIDAD

Dra. Mirta González Suárez *

La atracción sexual entre las personas (mujer-mujer, hombre-mujer, hombre-hombre) ha existido desde el inicio de los tiempos. Prueba de ello es la tumba egipcia del 2400 antes de Cristo, en la que yacen dos hombres que escogieron seguir juntos en la eternidad.

Durante miles de años la homosexualidad fue aceptada socialmente en diversas culturas: observen que en los 10 mandamientos no aparece nada al respecto y tampoco en los evangelios.
Es hasta 300 años después de Cristo que la Iglesia católica comienza un ataque frontal contra el sexo, al que califica como pecado por lo cual solo debía realizarse para tener hijos. Así comienza la represión sexual más grande de la historia y, debido a que las relaciones por placer eran cosa del demonio, fueron especialmente castigadas si se descubrían entre personas del mismo sexo, quienes recibían penas de cárcel, tortura, castración y hasta la quema en la hoguera pública.
Con muchos costos psicológicos la gente ha tratado de superar la represión sexual, pero tal vez por ser minoría, todavía se agrede a quienes aman a alguien de su mismo sexo. Baste recordar los usuales “chistes” para burlarse de gais y lesbianas y, muy grave, los dos asesinatos homofóbicos del mes de junio.

Entre la discriminación cotidiana hacia los gais y lesbianas se encuentra el no permitirles formar oficialmente una familia, derecho humano básico y requisito legal para solicitar préstamos para la casa con el salario sumado, visitar a la pareja hospitalizada, percibir pensiones, recibir herencia, poder inscribir como asegurado indirecto, lograr una separación de bienes equitativa en caso de divorcio, entre otros. Esta injusticia se tratará de superar por medio de una ley que se discute en la Asamblea Legislativa con el título de “Ley de unión de personas del mismo sexo” y que debe ser apoyada por quienes crean que los derechos humanos son para todos y todas.

Los argumentos en contra se basan en una imagen de familia exclusivamente para la procreación, basada en creencias religiosas medievales en las cuales el sexo (aún entre hombre y mujer) es pecado. La familia se presenta entonces como una relación asexuada, que debe evitar sobre todo aquellas prácticas que impliquen placer para la pareja sin el objetivo de la reproducción. Se apela a una imagen del matrimonio entre hombre-mujer, en la cual el sexo no debe siquiera mencionarse, pero que además se concibe como hermosa y pacífica, bastante alejada de la vida cotidiana en la que la violencia intradoméstica y hasta el asesinato muestran una realidad menos idílica entre los dos sexos.

En esta versión idealizada se deposita todo lo negativo sobre aquellas parejas que evidentemente no se acarician para tener hijos. Unida a una educación violenta y represiva estas imágenes se asocian a sensaciones de rechazo y odio. Estos son los sentimientos que se deben analizar y cambiar, porque van acompañados por deseos de penalización y control hacia un grupo que por su escogencia sexual no realiza nada ilegal.

Para los varones el ser objeto de insultos con términos como “mujercita” (¿Por qué es un insulto ser mujer?) o haber presenciado cómo se dañaba física y psicológicamente a alguien “acusado de afeminado”, o sentir atracción sexual por otro hombre cuando esto es castigado, pueden ser algunas experiencias que despiertan este atropello irracional hacia compatriotas que merecen vivir en paz y con todos los derechos humanos.

Imaginemos a tres parejas que se acercan de la mano: son dos mujeres, un hombre y una mujer y dos hombres. Hablan alegres, se quieren y se dan un beso. Pensemos cuán hermoso es que la gente se ame, y si alguna de estas parejas le despierta un sentimiento de cólera o desagrado es el momento de meditar sobre las razones profundas de esta discriminación. Así podrá iniciar el camino del amor y el respeto al prójimo.

*Psicóloga

1 comentario:

Jeudy Blanco dijo...

Excelente artículo e importantisimo que se haya publicado en un medio tan masivo como La Extra