domingo, 21 de septiembre de 2008

A propósito del fallo del Tribunal de Elecciones sobre el amparo electoral contra el referendo

Un día muy triste
Carlos Hernández


El TSE rechazó el recurso de amparo electoral del Movimiento Diversidad. Esto significa que vamos a ver libros en las entradas de las iglesias solicitando firmas para convocar a la realización de un referéndum que sería, definitivamente, uno de los actos de injusticia más grandes que se hayan cometido en contra de la población homosexual en Costa Rica. Es el libre paso a la tiranía y a los prejuicios de la mayoría para poder votar en contra de los derechos de un grupo de personas que siempre hemos sido objeto de discriminación y burla, por una simple característica más de nuestra personalidad: sentirnos atraídos a personas de nuestro mismo sexo.

Costa Rica está pervertida por la religión, y sobre todo por la religión católica. En un país que se jacta de ser respetuoso de los derechos humanos, este tipo de proyectos se aprobarían sin mayores obstáculos en el camino. Ustedes, señores magistrados del TSE, se han encargado de extender este proceso por años, o tal vez hasta por décadas.

Hoy es un día muy triste para todos los que hemos defendido el proyecto, no por querer unirnos civilmente con otro ser humano, sino porque queremos tener la opción de hacerlo. Queremos tener más vías para la búsqueda de nuestra felicidad (teniendo algunos de los derechos que cualquier persona heterosexual da por garantizados) y sobre todo porque queremos ver a Costa Rica como un país más tolerante e inclusivo. No nos queda más que ser expectadores de cómo el engranaje y organización de las distintas iglesias llevan a cabo el proceso de convocatoria de referéndum. Pero la vigilancia no tiene que parar, el objetivo sigue existiendo y no creo que todos los que hemos estado apoyando al Movimiento Diversidad nos desunamos ahora. Todo lo contrario, tenemos que combinar nuestros esfuerzos para que, cuando sea el momento oportuno, el proyecto se apruebe y se recuerden todos los frenos y obstrucciones que impusieron los políticos hipócritas y los fanáticos religiosos.

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