lunes, 27 de octubre de 2008

La izquierda frente a la homosexualidad o el viejo cuento del machismo-leninismo

¿Quien dijo que la lesbofobia y la homofobia son exclusivas de la derecha?
Diana Cordero* de Insurrectasypunto

La acción represiva de la sexualidad humana, determina en los seres humanos no sólo la incapacidad para la rebelión, sino para la crítica. Marcello Bernardi

Hace dos días, se publicó en Kaos en la Red, la noticia "Cuba se plantea legalizar las uniones homosexuales" en la cual se anunciaba que la situación de las personas homosexuales en Cuba podría cambiar radicalmente a partir de la inclusión de éstas uniones en su nuevo Código de Familia.

Esta posible medida sería un comienzo de reparación a nivel local, de lo que constituye la histórica exclusión (en el mundo) que hemos padecido las lesbianas, los gays y transexuales al no gozar de la protección del Estado y el derecho al ejercicio pleno de nuestros derechos civiles.

No vamos a extendernos acerca de la evidente pertinencia que tiene toda normativa tendiente a salvaguardar las vulneraciones a los derechos humanos que ha padecido y padece nuestra comunidad, no solo es evidente como antes mencionábamos sino que no amerita realizar en este espacio una campaña de defensa de lo que nos corresponde legítimamente.

El análisis se centra en varios comentarios realizados a la noticia en estos dos días, por parte de algunas lectoras y lectores, que lleva a reflexionar hasta que punto son no solo las personas sino las diferentes posturas ideológicas las que están atravesadas por prejuicios rayanos en el fascismo y la intolerancia.

Comentarios agresivos, burla, disgresiones intelectuales acerca de lo "desviacionista" de tal medida de legalización, fueron el arco iris predominante (salvo dos o tres notas de apoyo) que llevaron a este grupo a reflexionar sobre lo ya reflexionado: Gramsci se hubiera hecho un banquete al leer los comentarios posteriores a esa nota, porque obviamente habría sido un ejemplo viviente de que la ideología de la gente no está sostenida solo los aparatos represivos del Estado, sino fundamentalmente por la hegemonía cultural que circula en la sociedad.

En ese sentido, la heterosexualidad obligatoria, transformada en un modelo social histórico, sostenido por la institución política-clerical impone, justamente por su pretensión y acción hegemónica, una única sexualidad, la heterosexual.

La institución es un instrumento eficaz para operar en la contención y la neutralización de la sexualidad: transforma la ética oficial en la ética ciudadana, en una operación tan compleja como decisiva que le permite instalar normas y pareceres, tomados como ciertos y absolutos. Esta jerarquización instalada desde el poder divide entre los buenos y los malos, los normales y anormales, los sanos y los enfermos, propiciando la intolerancia frente a quienes transgreden esos parámetros.

Al establecer como legítima esta única categoría, la asume como "normal y correcta" y deslegitima cualquier otra posible, la cual pasa a ser de hecho "desviada".

Decir desviada tiene una carga contundente, provenga de la psiquiatría clásica, el seno de la iglesia o algunas izquierdas que la caracterizarán como "desviación pequeñoburguesa". El resultado es el mismo, dependiendo de los diferentes sectores: la justificación de la exclusión, de los abusos policiales, de la medicalización psiquiátrica, de las terapias de reversión, los crímenes de odio, la desprotección del estado, la negación de los derechos civiles, la discriminación por parte de los grupos políticos.

Claro, pero el hecho de que la lesbo/homo/transfobia no sea exclusiva de la derecha es un hecho esencialmente dramático en estas horas, porque la cuestión que se plantea -aquí y ahora- es crucial para consolidar y aunar los frentes sociales necesarios para la construcción del socialismo, para dar el debate y la pelea contra el imperialismo y el fascismo que se hace hoy más necesaria que nunca.

Que existan dentro de la izquierda actitudes discriminatorias hacia las lesbianas, los gays y las personas transgénero y transexuales, implica que será muy difícil destruir las instituciones de control político y eclesiástico que funcionan dentro del sistema autoritario, así como cambiar la injusta división sexual del trabajo o la forma en las que entendemos las relaciones sexuales y afectivas entre los seres humanos, condición imprescindible para construir un sistema más justo e igualitario.

¿Como se podrá encarar la lucha colectiva contra la discriminación si tantos compañeros y compañeras reproducen los valores sociales hegemónicos instalados a través de eficientes dispositivos de poder institucionalizante.

Debemos tener claro que la heterosexualidad, en modo alguno es la única práctica sexual, ni siquiera es la "normal", es solo una práctica sexual hegemónica, impuesta por instituciones apoyadas por la jerarquía cristiana.

El camino de la trasformación exige terminar con los estigmas en función de la preferencia sexual, más propios de la derecha oscurantista que de cualquier militante o movimiento que se autoproclame de izquierda.

* Diana Cordero es integrante del Colectivo de Lesbianas Feministas Josefa Camejo y del equipo editorial de la página web Insurrectasypunto

Insurrectasypunto,
http://www.insurrectasypunto.org/0386lgbtti27oct_una_respuesta_necesaria_.htm

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