viernes, 16 de enero de 2009

Para entender en profundidad lo que hay detrás del crimen que se comete hoy día contra el pueblo palestino

Antisemitismo
José Calvo

Es muy curioso que la gente trate de uniformarse y de excluir a los demás, sobre todo porque el uniforme no es nuca muy convincente, y por lo tanto tampoco la exclusión. Puede ser que nuestro uniforme sea una nacionalidad, un idioma, un acento, cierto color de la piel , o una creencia común. Pero mucha de la gente que excluimos tiene también esas características, o unas muy parecidas. Tampoco se trata solo de que un grupo excluye al otro, sino de que la exclusión es mutua, y eso justifica el maltrato mutuo, con el agravante de que el más poderoso puede maltratar más.

En mi época la más notoria de las discriminaciones era el antisemitismo, y también la más extraña, puesto que el grupo así discriminado y maltratado no parecía tener características muy discernibles, aunque algunos se sentían capaces de identificarlos de inmediato. Herr Heinrich Himmler, que se creía un experto en la identificación de las razas superiores e inferiores, tenía esos pómulos salientes y esos ojos rasgados, que nos recuerdan que las tropas de Atila se quedaron todas por allí muy activos después que los derrotaron en los Campos Cataláunicos, y un Sephardim promedio no se diferencia en nada de un español promedio, ni un Ashquenazim promedio de un alemán o de un polaco. En The Thirteenth Tribe (Random House 1976), Arthur Koestler (que era judío y autor de Ladrones en la Noche, una novela sobre cómo se hacía un asentamiento judío en Palestina antes de la guerra) nos cuenta que de ajuste casi todos esos Ashquenazim provenían de los mongoles de Kazakstán, quienes antes de emigrar al oeste adoptaron la religión judía como una forma de protegerse de la absorción por los cristianos de Constantinopla y los musulmanes de Arabia. El hecho de que los kasaks no conserven ni los rasgos mongoles indica seguro la gran actividad reproductiva que los diluye muy pronto, a pesar de las prohibiciones religiosas. En realidad no tiene ningún sentido hablar de una raza judía y deberíamos hablar entonces de una religión; una que tampoco es observada muy religiosamente por la mayor parte del pueblo; tal vez deberíamos hablar entonces de los israelíes.

Y hay que habar de ellos ahora que están tan esforzados aplicándole a los árabes la misma solución final que los alemanes les aplicaron a ellos, y que nos llevó a mostrar por los judíos tanta simpatía que todos ignoramos con gusto la ilegitimidad del nacimiento de su estado en Palestina, así como sus victorias sobre los árabes, quienes por tratar de conservar las tierras de que los despojaron, entre los judíos y el colonialismo imperial , se ven ahora obligados a vivir en campos de refugiados, y objeto de los ataques periódicos a que los someten los israelíes como respuesta a los cohetes que les tiran los palestinos que no se resignan a perder su patria; los llamados terroristas. No se trata de ojo por ojo y diente por diente, se trata de mil ojos por uno, y se supone que así se detendrán los ataques de la desesperación; solo que los ojos perdidos no pertenecen a los que les tiran los cohetes. A los terroristas.

A los árabes se les debió haber respetado la libertad de Turquía que lograron casi solos en la Primera Guerra Mundial —la intervención de Allenby a última hora parecía diseñada para robarles el show—, pero el imperialismo de Inglaterra y Francia, que provocaron la Segunda Guerra con sus exigencias humillantes al vencido, les impuso la condición de protectorados, e Inglaterra le agregó a ese abuso el de regalar a los judíos la tierra palestina, lo que dejó a un pueblo entero viviendo en los campos de refugiados, y creó la situación insostenible de esa enorme región que Churchill llamó el Oriente Medio, la que casi seguramente provocará otra gran guerra, puesto que los autores del desaguisado no solo insisten en no darle una solución, sino que atizan la hoguera, echándole la culpa al ofendido, sin dejarle otra alternativa que el terrorismo.

Hablemos un poco de terrorismo, que bien necesita una definición. Se llama así a los actos criminales e indiscriminados que cometen los musulmanes contra sus opresores, y no a los que cometen contra los musulmanes sus opresores, mucho más sanguinarios. Los de los musulmanes son actos tan difíciles de ejecutar y tan desesperados, que los muchachos se suicidan para hacerlos. Piense usted en el grado de desesperación que ha de llevar a un muchacho lleno de vida a sacrificarse, eso algo significa. Pero no significa nada para los taxónomos de la maldad que se colocan del lado de los buenos en el conflicto, y a esos pobres muchachos del lado de los malos. Los malos son los que pelearon contra Turquía en la Primera Guerra Mundial, y en vez de su libertad quedaron sometidos a la protección británica, que entregó su patria a los judíos. ¿No cree usted que así es casi obligatorio volverse terrorista? ¿Cree usted que así se puede resolver el problema palestino? ¿El problema del terrorismo?

Cuando el presidente de los Estados Unidos dice que el problema solo se resolverá cuando Hamás deje de tirarle cohetes a Israel, el presidente de los Estados Unidos demuestra que no entiende nada del problema. Y él es una pieza vital. Bueno, una pieza mortal. Mientras que las potencias no estén dispuestas a buscar una solución que siquiera tome en cuenta el interés de los árabes no habrá forma de terminar con el terrorismo. Son las potencias quienes lo causan. Y la opresión de los árabes en Palestina se hace cada día más grave. Son ahora víctimas de una “solución final”. ¡Qué gran ironía! Las victimas de hace apenas 60 años se volvieron los victimarios: invasiones, bombardeos, tapias, y asentamientos en la tierra conquistada; una exclusión sofocante que por fuerza tiene una reacción, y una reacción que no se evitará con el desarrollo de armas de destrucción masiva; estos si con la cooperación del Occidente cristiano, que no se las permite a Irán. Los héroes que hace poco admirábamos por la audacia y la eficiencia de la Guerra de los Seis Días y el rescate en Entebe, se han convertido en una despreciable cueva de coyotes, y están plenamente identificados con el ancien régime, con lo que va a cambiar.

Es una gran ironía que sean precisamente los judíos quienes están volviendo a crear una ola mundial de antisemitismo, aunque como ya hemos dicho, ellos no son semitas. Semitas son los árabes, y el antisemitismo hoy en día es el maltrato que el mundo occidental da a los pobres árabes, aunque lo disfrace de repudio a su religión. Apenas lo habían inaugurado y ya andaba Benedicto hablando contra Mahoma, de quien se sabe mucho más que de Jesucristo. Y ese trato es una estupidez. Los Estados Unidos no pueden ganar las guerras de Afganistán e Irak. Irán construirá la bomba atómica igual que la ha construido Israel. La familia Saud perderá el control político en Arabia, igual que lo perderá Mubarak en Egipto y el rey de Jordania. Pakistán se unirá a la reacción musulmana, y a Gadafi no lo sucederá ningún amigo de occidente: no es razonable esperarlo. Si los gringos y los europeos tuvieran sentido común, se desprenderían de sus resabios imperialistas de the white man burden, y empezarían a tratar a los 1000 millones de árabes con alguna muestra de realpolitick. Y Benedicto empezaría a hablar bien de Mahoma. Los extremos del fundamentalismo musulmán y el totalitarismo antidemocrático, son menos graves que la ocupación extranjera y la matanza permanente de esa gente. Ni el régimen despótico de Sadám era tan malo para el Irak como la ocupación gringa con sus matanzas indiscriminadas, y a los kurdos no los trata mejor Turquía, que está en la OTAN.

Entonces no es antisemitismo lo que está provocando en el mundo la agresión israelí en Gaza, es antizionismo. Y muy fuerte. Anoche oí una emisora religiosa gringa asegurando que el rechazo de los judíos está ordenado en la Biblia; como el rechazo de los homosexuales. Pusieron el testimonio de un tipo que investigó las transferencias bancarias millonarias de Israel a las cuentas personales de los congresistas gringos que benefician la política judía. Un dinero que Israel le dará a sus opositores asegurando que no los elijan si no apoyan su política genocida. Es la misma plata de los contribuyentes gringos, que el congreso asigna a Israel por miles de millones todos los años, y de la cual les devuelven la mitad a los congresistas colaboradores. Un juego parecido al de las grandes empresas electoras de congresistas gringos, según la denuncia de Al Gore. A ese hombre denunciante del kick back judío le han advertido de juicios todos los bufetes importantes de Washington si publica sus hallazgos, y lo han amenazado de muerte, por lo que él ha dado la información a varios amigos con instrucciones de ponerla en la red si algo le pasara.

La reacción ante la invasión de Gaza es enorme y el que siembra vientos cosecha tempestades. Son ahora las iglesias cristianas las que atizarán el antisemitismo, usando como pretexto las atrocidades de los israelíes en Palestina. El cristianismo es una fuerza formidable, y la injusticia, el odio y la crueldad son más fuertes que el viento. En Palestina no hay forma de ganar si no es una convenida y compartida. Lo que hay que hacer allí ya que el daño está hecho, es volver a partir el territorio porque no se les puede devolver todo a los árabes, y darles un estado a los palestinos en lo que si se puede llamar su propia tierra. Pero no dejando a los judíos las tierras fértiles y a los árabes el desierto, como propuso la Real Comisión inglesa en 1936 sin ninguna verguenza. Ni manteniendo los asentamientos como botín de guerra.

TRIBUNA DEMOCRÁTICA, 16 de Enero de 2009
http://www.tribunademocratica.com/2009/01/antisemitismo.html

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