sábado, 14 de febrero de 2009

Una reflexión oportuna en el segundo centenario del nacimiento de Darwin

Bicentenario de Darwin y las ideas erradas sobre su legado
César Barrantes B.
Periodista

Charles Darwin (12 febrero 1809-19 abril 1882) sabía muy bien lo que podía pasar con sus postulados científicos, el biólogo británico acertó al presagiar: “sé perfectamente que apenas se discute en este libro un solo punto acerca del cual no puedan aducirse hechos que con frecuencia llevan, al parecer, a conclusiones diametralmente opuestas a aquellas a que yo he llegado.”
La profecía se cumplió mientras vivía y el científico tuvo que lidiar con ello. ¿Cómo fue que su obra "El Origen de las Especies" y libros conexos sirvió de inspiración para ideas que él nunca concibió? Tal fue el caso de la tesis filosófica bautizada como “darwinismo social” postulado principalmente por el filósofo Herbert Spencer, compatriota y contemporáneo de Darwin.
En su libro “El Origen de las Especies” (1859), Charles Darwin propuso la tesis de la selección natural, la cual descartaba la explicación bíblica del origen inalterable de los animales y plantas y coloca al humano como parte de un largo proceso evolutivo en el que la selección natural del mejor adaptado dicta quien vive y quien se extingue. La propuesta de Darwin es la piedra angular de la moderna teoría sintética de la evolución.

Claro está que en su época Darwin soportó el embate rabioso de los fundamentalistas pero ni ellos ni sus descendientes pudieron refutarlo, por lo que se dedicaron a satirizarlo y tergiversar sus ideas, y es allí donde entra la desafortunada tesis de Spencer, que propuso que la dura competencia de las criaturas para sobrevivir, la sobrevivencia del mejor adaptado, podía aplicarse a los procesos de las sociedades humanas.

El darwinismo social de Spencer, no de Darwin, alimentó décadas más tarde a ideologías violentas como el nacionalsocialismo de Hitler. Eso fue aprovechado por los ortodoxos, recuerdo a uno reciente, que escribió en un diario nacional de manera inexacta que “Según Darwin, el no evitar que los miembros más indeseables, viciosos o inferiores de la sociedad incrementen su número a un ritmo más rápido que los hombres de mejor clase sería un gran obstáculo para el progreso de la sociedad. (…) el Nacionalsocialismo de Hitler que seguiría al pie de la letra la propuesta eugenésica de depuración étnica derivada de la idea darwinista.”.

En cambio esto si lo dijo Charles Darwin: “Si la miseria del pobre es causada no por las leyes de la naturaleza, sino por las instituciones, grande es nuestro pecado.” dejando por sentado que su teoría nada tenía que ver con los procesos sociológicos humanos. Incluso, el naturalista británico creía no solo en la necesidad de la simpatía mutua entre personas sino el respeto de los animales: “La simpatía más allá de los confines humanos, es decir, los sentimientos humanitarios hacia los animales inferiores, parece ser una de las últimas adquisiciones morales,” dijo una vez.

Después de eso es difícil imaginar que Darwin tuviera algo que ver con el darwinismo social, y menos con el nazismo y otras malas hierbas. En la celebración del bicentenario del natalicio de Darwin es imperioso recordar su verdadero legado, que nos hizo entender que solo somos uno de los muchos hilos del entramado de la vida y, como dice el eslogan de TV, “todo lo que le hagamos a esta tela nos lo hacemos a nosotros mismos”.

NUESTRO PAÍS, Costa Rica, 10 de Febrero de 2009
http://www.elpais.cr/articulos.php?id=2950

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