martes, 26 de agosto de 2008

Cristianismo y homosexualidad.- Lic. Hermes Navarro del Valle

Cristianismo y homosexualidad

Lic. Hermes Navarro del Valle

Siguen apareciendo artículos en contra del proyecto de ley para otorgar a los ciudadanos costarricenses homosexuales su derecho humano fundamental y constitucional de unirse libremente por la vía civil. Algunos con mayor sutileza que otros, inclusive diputados, tratan de dar argumentos que están a favor de los derechos de dichas personas, siempre y cuando no tengan el derecho a unirse libremente. La Sala Constitucional —que tanto citan— ha dicho que los tratados de derechos humanos están inclusive sobre la misma Constitución Política cuando otorgan mayores derechos a las personas. Derechos que no nacen del hecho de ser costarricenses, sino que tienen como fundamento la misma persona humana.

Otros, utilizando una verdadera blasfemia, dicen que es por mandato de Jesús que toman esta posición y que como nuestro Estado es “cristiano” deben conservar ese Estado papal costarricense (solo les falta la capucha blanca con pico). Quizás valga la pena hacerles un llamado a la realidad, ese Estado ya no existe, por propia decisión de los costarricenses. Nuestro Gobierno y la Asamblea Legislativa han tomado decisiones que rompen con cualquier noción de Estado confesional cristiano: tenemos leyes para el divorcio, para la unión libre, decretos para la esterilización y programas de distribución de anticonceptivos.


Para peores durante cientos de años han jugado con la vida de las personas homosexuales. Por decenas de años la Iglesia Católica predicó que ser homosexual era pecado y un tiquete directo al infierno, hay decenas de cartas, discursos y exhortaciones que demuestran esto. Luego muy sutilmente cambiaron de postura, pasando a decir que ser homosexual no es pecado, pero tener relaciones sí lo es. Es decir, no es pecado amar a alguien del mismo sexo, pero sí demostrarlo o actuar sobre ese amor: ¿quién entiende semejante contradicción?, ¿quién se responsabiliza por los millares de personas que fueron ejecutados o quemados por la interpretación errónea de la Iglesia por tantos años?

Las cosas hay que decirlas como son, sin pelos en la lengua, aunque nos duelan como católicos. No es comprensible cómo nuestra Iglesia condena a dos personas homosexuales que actúan bajo un amor genuino y les dice que se irán al infierno y no pueden comulgar; pero esa misma Iglesia nos dice que un sacerdote que ha violado a varios niños seguirá siendo sacerdote y representante de Dios hasta que se muera. Otros sacerdotes violadores y abusadores de niños fueron encubiertos por los Obispos de cada diócesis donde sucedieron los hechos en los mismos años cuando condenaban la homosexualidad. No se puede seguir jugando con la vida de millones de personas tratando de imponer una falsa interpretación de la Biblia que ha provocado que las personas homosexuales vivan escondidas con un complejo de culpabilidad.

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