martes, 16 de septiembre de 2008

Más sobre el carácter perverso y aberrado de los dogmas católicos sobre la homosexualidad

El texto que aquí presentamos fue tomado del Eco Católico. El tema ya lo habíamos abordado críticamente en un comentario colgado días atrás en este blog, en el cual pusimos en evidencias las falacias y tergiversaciones que le son características a la posición oficial de la iglesia católica en esta materia, según ésta ha quedado establecida en el famoso Catecismo. Usted puede ver ese comentario siguiendo este enlace:
http://uniondehechocr.blogspot.com/2008/09/contradicciones-y-discriminacin-en-el.html

Lo interesante que aquí se nos aporta es constatar que la iglesia católica resuelve esto con base en una receta. Esta pregunta, o cualquier otra interrogante similar, será siempre respondida igual, recurriendo siempre a la misma fuente y a las mismas citas textuales.

Y, sin la menor duda, la misma fórmula se le aplicará a cualquier hombre gay o mujer lesbiana o trasvesti o transexual o bisexual que profese la fe católica y que, teniendo tal religión, quiera buscar la guía o apoyo de uno de estos sacerdotes. Invariablemente esa persona se encontrará con la misma receta y con la misma recomendación, con total prescindencia de las circunstancias personales que viva esa persona y, en consecuencia, con total desatención e indiferencia respecto de los problemas o situaciones concretas que esa persona viva.

¿Qué significa esto? Que encima de que todo se resuelve con base en un puñado de falacias y reiterando citas literales y descontextualizadas de la Biblia, además la iglesia católica aplica una fórmula que, justo por ser una receta y nada más que una receta, produce terrible injusticia y daño y maltrato para la vida concreta de personas concretas.

Cada ser humano es único, eso bien lo sabemos. Y la vida de cada persona es, por ello mismo, un drama único. El respeto y, en particular, el amor al prójimo, exigen que esa particularidad sea tenida en cuenta. De otra forma se cometerán gravísimas injusticias.


Por cierto ¿No es acaso eso lo que, una y otra vez a lo largo de muchos siglos, ha hecho esta iglesia en contra de las personas homosexuales?


¿Por qué no las uniones homosexuales?

“¿Por qué la Iglesia se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo? En qué parte de la Sagrada Escritura está prohibido el matrimonio homosexual?”.
Juan SolanoSan José

Su pregunta, estimado don Juan, es muy directa y franca… He pensado que le pueda ser útil que le transcriba el texto (un poco amplio) del Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, en que puede usted considerar este tema de las relaciones entre homosexuales, desde distintos puntos de vista, es decir, en sus varios componentes. Si algo del texto no le resulta claro, aquí estamos para ulteriores aclaraciones. He aquí el texto.

“La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10) – como puede ver, los textos bíblicos al respecto son abundantes –, la Tradición cristiana ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso” (2357). “Un número considerable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba.

Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición”. (2358).

“Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana” (2359).

Como acabamos de constatar, el texto del Nuevo Catecismo de la Iglesia, se caracteriza por el tono de la fuerte exigencia y a la vez de la comprensión, con una neta distinción entre el hecho de la inclinación homosexual y el ejercicio de la homosexualidad, hay insistencia en el respeto y acogida que debemos tener todos hacia cuantos sufren esa misma tendencia o inclinación.

Alguien que no es cristiano, quizá pueda “sonreír” con aire de superioridad, leyendo este texto del Nuevo Catecismo de la Iglesia, pero quienes conocen el poder de la gracia lograda especialmente por medio de los Sacramentos de la Penitencia y de la Santa Eucaristía, bien sabe que lo que parece imposible a los hombres es posible para Dios.

ECO CATÓLICO, 14 de Septiembre de 2008

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