jueves, 23 de octubre de 2008

La iglesia católica y su papa convierten en "santos" a personajes realmente siniestros

Las canonizaciones en el mundo contemporáneo
Judith Vázquez Arreola*
Fuente: Editores laicos 22/10/2008

Mucha actividad sobre beatificaciones y canonizaciones hubo en el final de la existencia del que fue llamado Juan Pablo II, sobre todo parecía haber una suerte de prisa por dejar arreglados algunos expedientes antes de su partida que sucedió finalmente en abril del 2005 tras una agonía prolongada.

Dejó ejemplo de su poder en la iglesia, y dejó ejemplos de vida de cristianos en todo el mundo a través de sus múltiples beatificaciones y santificaciones a lo largo y ancho del planeta. Fue un personaje generoso a la hora de reconocer las virtudes de sus seguidores, pero sobre todo se entregó a la tarea de buscar (o crear) vidas ejemplares como dignos ejemplos de cristianos que hay que imitar y seguir por sus cualidades basadas en la obediencia y servicio a su rey.
El papado de 26 años (1978-2005), uno de los mas largos de la historia de esa institución, dio inicio un 22 de octubre de 1978, siendo elegido en el conclave que se cerró con su designación el 16 de octubre de ese mismo año.

En ese mandato real, fueron reconocidos 1339 beatos[1], y proclamados santos a 482, cifra que seguramente será superada por el actual dirigente vaticano, ya que a la fecha lleva proclamados santos a 531 en tan solo 3 años de su pontificado, entre los cuales se encuentran nuestros 13 mártires mexicanos.

Lo que verdaderamente hay que ver son las características de estos personajes exaltados por encima del resto de los mortales, para lo cual tomaremos el ejemplo de los mártires, beatos y santo mexicanos reconocidos por la máxima autoridad vaticana:

Juan Dieguito[2], indio mestizo, que contribuyó a fortalecer la creencia en la virgen de Guadalupe, al cual ya se le había intentado canonizar en el tiempo de Corripio, pero fue publicada la farsa por el mismo nuncio en ese tiempo, y así suspendido el proceso. Ninguna aparición de ningún santo puede ser reconocida oficialmente por el vaticano, ni siquiera por su papa; razón por la cual no podía legitimarse la autenticidad de la aparición de la virgen a Juan Diego. El camino de la canonización del indio, es la forma en que la iglesia vaticana puede dar fe de una aparición, ya que un hombre con tal perfección como Juan Diego es incapaz de decir mentiras, por tanto, todo cuanto se ha escrito y dicho de éste personaje es verdadero y reconocido por las autoridades.

Habrá que notar que aparecieron 4 biografías diferentes del mismo personaje en el momento de su canonización, pero ese detalle no fue motivo de duda, y se optó por la biografía mas extensa y con mayor detalle en su elaboración. También aparecieron 5 “posibles casas” en donde nació el indio; sin dudar que seguramente cualquiera de ellas o todas fueron propiedad de la familia que procreó a tan ilustre personaje, y que definir una de ellas como la auténtica no tenía la menor importancia, además habrá que añadir la imposibilidad histórica de comprobar la existencia del personaje y los sucesos que fueron transmitidos como una “tradición” o “leyenda” que sustituyó el culto a la Tonantzin de nuestros antepasados, y que fue inscrita en la historia con este reconocimiento de la existencia y santificación del indio Mestizo.

Pasando a otros de los personajes nacionales reconocidos por su valor y ejemplar caridad cristiana, tenemos que mencionar a los indios beatificados el mismo día que Juan Diego; ellos fueron: Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, indios Zapotecas[3], los cuales fueron reconocidos por su valor en la defensa de la fe; dejando de lado que por su causa decenas de indígenas oaxaqueños fueron asesinados en una celebración religiosa indígena, denunciados por los beatos cristianos ante las autoridades de “idólatras” provocando la masacre, persecución y encarcelamiento de sus co-regionales. El pueblo enardecido por la traición, los apedreó y finalmente fueron arrojados a un barranco, y morir de esa forma.

Y llegando al último evento de beatificación mexicana, con 13 ejemplares extraídos de la guerra cristera, en donde, según la justificación del reconocimiento, defendieron su fe frente a la adversidad que se vivía. Traducido al español, quiere decir que estos 10 laicos y 3 sacerdotes, tomaron las armas y defendieron su derecho al culto público y el no cumplimiento de las leyes de Reforma, muriendo en el campo de batalla, alzados contra el gobierno que defendía el estado laico y abría la posibilidad de reconocer mas organizaciones religiosas, sin aceptar la exclusividad que pretendían los obispos y dirigentes religiosos de la iglesia romana; solo que lo que no conocemos es ¿qué paso con los otros miles de hombres y mujeres que también murieron?, ¿Qué pasó con la traición que le jugó la iglesia a los últimos cristeros cuando ya habían pactado con las autoridades?.

Debemos recordar que las autoridades civiles, firmaron un pacto que se denominó “modus vivendi” en el cual el estado se comprometía a no hacer cumplir la ley y la iglesia a cambio entregaría a todos los indígenas que habían participado en esa guerra, dándoles la orden de ir a las respectivas comandancias a entregar sus armas, luego de lo cual eran asesinados por la espalda.

Esos son los martirios y santificaciones que la iglesia vaticana quiere poner como ejemplo a los que siguen sus enseñanzas. Los valores que hay que subrayar de estos exaltados cristianos es: la traición, el extremismo (fanatismo) religioso, la legitimidad de la violencia, el uso de la fuerza, la corrupción de las causas de la fe, el menosprecio de los indígenas, la preservación de privilegios de la clase dirigente especialmente de los sacerdotes, etc. Tantos valores que mostraron nuestros hoy beatos, mártires y santos en vida, las cuales les llevó a ser elevados hasta los altares de esa iglesia.

Como punto final, hay que hablar sobre la “posible” canonización del llamado Pio XII (el papa de los Nazis), al cual nuevamente ponen sobre la mesa su trámite de exaltación a los altares de los santos y santas del mundo, ante lo cual se interponen miles de denuncias por su actuar omiso frente al holocausto Nazi. Eugenio Pacceli (Pio XII), pactó con el gobierno Nazi ofreciendo libre paso a las tropas y autoridad plena al ejercito a cambio del permiso de llevar la enseñanza católica cristiana a Alemania, ya que era mayoritariamente protestante. La oferta era irrechazable de las dos partes; lo que no se imaginó el candidato a santo, es que las tropas enemigas no solo querían la conquista de territorios, sino que también estaban llevando a cabo el exterminio de los judíos (aunque también murieron miles de cristianos, negros y homosexuales).

Hoy el Vaticano fabrica videos e historias en donde se habla del esfuerzo de los conventos e instituciones religiosas en Roma por esconder y refugiar a los hermanos judíos; emotivamente hay testimonio de 2 (dos) sobrevivientes de esa persecución que exaltan públicamente el papel del “candidato a santo” en el momento en que los nazis penetraron las ciudades y levantaron a miles de judíos (incluso conversos a cristianismo como es el caso de Edith Stein[4] y su hermana[5]).

Habrá que ir a preguntarle a los parientes y descendencia de los judíos que vivían en esos países sobre el papel que jugó el “candidato a santo” como lo atestigua la sobrina de Stein, y el Rabino de Haifa (Estado de Israel), Shear Yshuv Cohen, el cual en su participación en la inauguración del Sínodo el pasado 12 de octubre, denunció nuevamente la omisión del candidato.

Tal vez debería ya de dejarnos de preocupar a quien se le canoniza y a quien se le niega ese privilegio, de cualquier manera los personajes elegidos como los antes mencionados, seguirán siendo el prototipo de vida que promueve y exalta esa iglesia-estado. Habrá que esperar a que el futuro nos alcance para comprobar que muy pronto se seguirán canonizando a seres de la talla de los aquí mencionados, y seguramente nos sorprenderemos aun mas cuando nuestros obispos de Ecatepec y Guadalajara pacen a gozar de la presencia del Señor y no falte un alma caritativa que inicie el proceso de canonización de tan ilustres y ejemplares cristianos de nuestro tiempo.

Tal vez sea hora de reconocer que el personal seleccionado para tan digno reconocimiento si merece sumarse a la lista de traidores, vende patrias y asesinos que tenemos hasta ahora, que, dicho sea de paso, sus nombres se han incluido ya a la lista de celebraciones religiosas importantes en el calendario nacional litúrgico y se les ha asignado un día (el día de su bautizo cristiano) para se recordados con todo el honor lo que tal envestidura merece.

Judith Vázquez Arreola
Teóloga por la Universidad Iberoamericana
Lesbiana Feminista de la Liberación

[1]http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Pablo_II#Resonancia_de_su_Pontificado
[2]http://www.ssjuandiego.org/sjd.html
[3]http://www.esmas.com/noticierostelevisa/mexico/247303.html
[4]Teresa Benedicta de la cruz cuando abrazó el catolicismo[5]http://www.diario.com.mx/nota.php?notaid=7a2e368a8756a7736340c0ec02896e14

INSURRECTASYPUNTO, http://www.insurrectasypunto.org/0354inter22oct_las_canonizaciones_en_el_mundo_contemporaneo.htm

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