jueves, 23 de octubre de 2008

La necesidad de una educación que forme seres humanos libres para un Estado laico e igualitario

Una educación religiosa inclusiva
Jeudy Blanco
Ingeniero

El artículo del presbítero Luis Alejandro Rojas ( La Nación, Foro, 15/10/08) demuestra perfectamente por qué Costa Rica necesita una reforma en cuanto a la educación religiosa. Su actitud hacia las creencias de otras personas, en este caso los cristianos evangélicos, es un reflejo de lo que sucede cuando desde pequeños limitamos la formación espiritual a un solo credo, haciéndonos pensar que el que nos inculcaron es la única opción válida.

Debe recordar el señor Rojas que en el mundo el catolicismo representa aproximadamente un 17% del total (según datos de la Enciclopedia Británica del 2005). La diversidad existente es suficiente para que cualquier credo se vea obligado a tener humildad y no pretender poseer la verdad absoluta.

El señor Rojas debería ver la viga en el ojo de su Iglesia Católica antes de ver la paja en el de los demás. Con esto me refiero a la relación que hace entre la teología protestante y la ideología de mercado y capital. Que no olvide que su institución es actualmente investigada en nuestro país por supuesta intermediación financiera ilegal y que, además, posee millones de dólares de capital acumulados, con un 20% del paquete accionario del grupo financiero Sama.

La situación nacional –y mundial– ha cambiado mucho desde 1940. Como él mismo señala, el establecimiento de la enseñanza de la religión como monopolio de la Iglesia Católica es anterior a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Si Costa Rica dice cumplir estos derechos, no puede favorecer solo a un credo que, si bien representa a una mayoría, no debe menospreciar al casi 25% de la población que no es católica.

Discriminación

La interpretación que el presbítero hace del artículo 26 de la Declaración es errónea pues, como anoté en mi primer artículo, los padres pueden ejercer plenamente su libertad de culto enviando voluntariamente a sus hijos a las clases de catecismo. La opción que les queda a los padres no católicos es la de solicitar que sus hijos no reciban la clase de religión, lo que trae discriminación y segregación hacia el joven por parte de docentes y otros alumnos, tal como lo vimos en el reciente caso de un colegio de Cartago.

El Estado debería promover una visión más amplia, y esto, desde luego, no quiere decir que se deba contratar a un docente por denominación religiosa, lo que sería claramente irrealizable. Los actuales docentes pueden capacitarse para poder impartir fundamentos básicos de budismo, judaísmo, islamismo, hinduismo, humanismo secular, etc., además del cristianismo en todas sus facetas.

Recientemente, Costa Rica fue sede de un encuentro de la iniciativa de alianza de las civilizaciones, pero el acercamiento que se pretende nunca será realizable mientras Estados como el nuestro no promuevan el conocimiento de otras ideologías, lo que, sin duda, llevará a la tolerancia y respeto que tanto necesita el mundo actual.

El monopolio del que goza la Iglesia Católica trae consigo otras situaciones negativas que deben corregirse. Actualmente, la Conferencia Episcopal solo otorga la Missio Canónica a docentes que tengan título de la Universidad Católica de Costa Rica Anselmo Llorente y Lafuente, discriminando injustamente a excelentes profesionales de otras universidades como la UNA y la UNED. Esto es inadmisible en un Estado diverso, donde la educación pública es financiada por ciudadanos de muchos credos e ideologías.

LA NACIÓN, 23 de Octubre de 2008

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