domingo, 19 de octubre de 2008

La Sabana: sitio para el deporte y para el amor (aunque a los hipócritas y mojigatos se los coma la envidia)

SEXO EN LA SABANA
Luis Paulino Vargas Solís

http://www.tribunademocratica.com/2008/10/sexo_en_la_sabana.html

La Sala Constitucional rechazó el recurso de amparo interpuesto por varios ciudadanos en contra de la construcción del nuevo estadio nacional en la Sabana. En todo caso, el debate que se dio en relación con este asunto, tuvo derivaciones insospechadas que desnudan, con aguda impudicia, la doble moral de ciertos sectores de la sociedad costarricense.

Aclaro que, al margen de lo que haya dicho la Sala y en lo que a mi compete, ese estadio bien pueden llevárselo tan lejos como sea posible, preferiblemente a sitios menos congestionados. Sostengo que, en contra de la demagogia barata que alguna gente anda propalando, un estadio de este tipo no es, ni mucho menos, sitio para el disfrute y el esparcimiento del pueblo. Y ello por razones obvias: el acceso a sus instalaciones está restringido y normalmente requiere de un pago previo. Pero, sobre todo, afirmo –cosa que podría demostrarse fácilmente- que la enorme mayoría de la gente jamás va al estadio a ver partido alguno, o lo hace solo muy ocasionalmente.

Redundaré en algunas obviedades adicionales, cosa necesaria en vista de las tonterías que se han dicho. Primero, el parque de la Sabana, a diferencia del estadio de marras, sí es sitio de acceso libre e irrestricto. Como tal fue concebido y si en algún grado han sacrificado esa naturaleza fundamental que le es inherente, ello debería ser corregido de forma urgente (no opina igual la Sala IV). Segundo, San José –y en especial su zona central y las barriadas populares que le rodean- es, cada vez más, sitio inhóspito e irrespirable. Escasean parques, sitios para la práctica abierta del deporte, verdor y naturaleza. Y puesto que la Sabana quedará sin remedio con el fardo que le representará ese estadio, en todo caso sigue pendiente un proceso orientado a hacer de esta ciudad –y en especial de sus vecindades populares- un lugar decente y amigable donde vivir.

Ahora sí, y con la disculpa de quien me lee, vuelvo adonde empecé: la doble moral que envenena el alma de tanta gente en este país.

Resulta que, queriendo defender la idea del estadio chino, sacaron a flote argumentos que buscan desvalorizar el papel de la Sabana como parque de libre acceso. Y en el intento sacan a relucir argumentos de contenido sexual. Entonces se habla de que es el “motel de los pobres”, lo cual, y para el caso, viene siendo la versión literaria del asunto. O bien –y en la versión triple x- es el sitio de encuentro nocturno de los “pájaros”. Literalmente: pájaros. Como es del general conocimiento, ese es uno más entre el nutrido listado de términos ofensivos por medio de los cuales esta sociedad homofóbica desvaloriza, humilla y hostiga a los hombres homosexuales. Hasta el señor Gaetano Pandolfo –columnista de La República por quien en otros tiempos tuve algún respeto- ha sacado a relucir ese tipo de sucios argumentos.

Tres asuntos son aquí relevantes. Primero, la doble moral. Y que no me vengan a decir que estos señores que así hablan son unas almitas castas y virginales. Como si uno no conociera bien cómo funciona este patriarcado y en qué medida la lujuria y la infidelidad constituyen trofeos de caza en el escaparate de los machos.

Segundo, la homofobia galopante que los aqueja. Ya la ciencia ha reconocido que la homosexualidad no es una enfermedad, sino tan solo una variante dentro de la sexualidad humana. En cambio, la homofobia, si no es una enfermedad, se parece mucho. Porque se basa en la ignorancia y el odio y desconoce las nociones de respeto y dignidad. Eso es lo que ponen de manifiesto estos sujetos y, por cierto, ello da una buena idea de su catadura moral.

El tercer punto lo planteo en forma de pregunta: y si la Sabana fuera, efectivamente, sitio nocturno de encuentro sexual y amoroso (tanto para parejas homosexuales como heterosexuales) ¿Qué con eso? ¿En qué demerita tal cosa lo que la Sabana representa? La verdad es que pocas cosas en la vida son tan satisfactorias y placenteras como el sexo. Y, por gratificante, pocas cosas podrían ser tan bellas, incluso si se hace por el solo gozo de hacerlo, de forma libre pero responsable y respetuosa. Con más razón aún cuando hay amor de por medio. La verdad, además, es que el sexo es asunto adherido a cada persona, en lo más profundo de su propio ser. Somos seres plenamente sexuados, y lo somos desde que nacemos hasta que morimos. Es parte fundamental de nuestra naturaleza.

Sin embargo, y a lo largo de muchos siglos, el oscurantismo religioso ha labrado una imagen del sexo como algo sucio y ha hecho del cuerpo un estorbo incómodo y pecaminoso. Por esa vía, han producido infelicidad terrible en la vida de un infinito número de personas.

El oscurantismo religioso ha construido una moral enfermiza, basada, no en el amor al prójimo, como predicó el Jesús evangélico, sino en el odio del propio cuerpo y, por esa vía, en el odio a toda persona que se niegue a odiar su propio cuerpo. Por eso miran el sexo como algo repugnante. Justo porque el sexo está inscrito en el cuerpo mismo, como una de sus características dominantes. Y siendo el cuerpo y el sexo de tal forma objeto de odio y repulsión, han buscado reglamentarlos al detalle, encerrarlos en un conjunto de normas asfixiantes y aberradas. Por ello también la homosexualidad es perseguida con fiereza; porque se sale de esa reglamentación de muerte.

Pues es del caso que, de la forma más insospechada, la reyerta alrededor del asunto del estadio nacional, vino a sacar a la luz este sustrato enfermizo –de represión, doble moral, hipocresía y odio- que intoxica la mente de sectores de la sociedad costarricense.

TRIBUNA DEMOCRÁTICA, http://www.tribunademocratica.com/

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