miércoles, 19 de noviembre de 2008

16 de noviembre: Día Internacional de la Tolerancia

Un día para la tolerancia y el cambio
Gustavo Villalobos Luna*


A menudo escuchamos hablar de tolerancia o que debemos ser tolerantes, pero muy pocas veces se vislumbra el esfuerzo que hacemos por llevar a la práctica todo lo que este concepto implica.

El 16 de noviembre de 1995, la Unesco declaró esa fecha como el Día Internacional de la Tolerancia; sin embargo para la mayoría de las personas es un día común y cualquiera. No obstante, deberíamos concientizarnos acerca de la amplitud de consecuencias que nos ha traído ser intolerantes y de cuánto podríamos cambiar con un poco de esfuerzo.

La tolerancia, sea religiosa, étnica o sexual, se refiere a un principio básico de respetar las creencias o prácticas de los demás, dejando de lado la necesidad de imponer nuestra propia ideología. A partir de esta concepción es importante que, como miembros activos de nuestra sociedad, seamos generadores de cambio por medio de nuestro propio testimonio y el análisis crítico de nuestras acciones.

Uno de los mayores problemas con los que se encuentra la sociedad actual es la incapacidad que tenemos de “ponernos en los zapatos del otro”. Esta fecha nos invita, como principales actores, a reflexionar sobre las simples acciones que podemos poner en práctica en el día a día para experimentar los beneficios de ser tolerantes. Un aumento de la intolerancia, en cualquiera de sus manifestaciones, representa una amenaza para la paz de las sociedades, el ejemplo más común es la forma en la que el costarricense se transforma cuando se sitúa detrás de un volante y de manera catártica y maníaca, grita y confiere improperios a los otros conductores; en lugar de ser condescendiente y tratar de identificarse con las necesidades de los demás transeúntes. Es triste presenciar un espectáculo como este siendo pasajero, pero más triste aún es ver que es una historia que se repite frecuentemente.

Del mismo modo podemos encontrar variados paradigmas que atrofian nuestra interacción con personas del círculo social en el que vivimos. La religión, por ejemplo, es una de las principales causantes de brechas entre colegas, vecinos y hasta amigos. Por qué no tomar esas diferencias y convertirlas en factores de conocimiento, que enriquezcan nuestro pensamiento y nos permitan respetar y comprender las ideologías de los demás; por qué del mismo modo, no intentamos simplemente respetar las preferencias sexuales de cada individuo.

Es imposible desmentir que los seres humanos somos complejos y muchas veces diferimos en nuestra forma de pensar, pero debemos ser conscientes de que la intolerancia ante estas situaciones es lo que nos ha llevado a actitudes repudiables de violencia, terrorismo, xenofobia y la discriminación contra las minorías étnicas y religiosas.

Es momento de que reflexionemos y consideremos cuáles son esos pequeños cambios que podemos hacer en nosotros mismos, para obtener los grandes resultados que necesita nuestra sociedad de frente al pluralismo que plantea la democracia costarricense de la que tanto nos enorgullecemos.

*Estudiante de Ulacit
LA PRENSA LIBREA, 19 de noviembre de 2008

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