martes, 1 de junio de 2010

Oscurantismo religioso, integrismo e intolerancia

Odioso integrismo
Laurencia Sáenz
Filósofa
laurenciasaenz@gmail.com

Desde las catacumbas del obscurantismo, la mano rancia de los integristas no ceja en su afán de sofocar la lucha por los derechos humanos. El aliento retrógrada lo exhala ahora el “Observatorio ciudadano por la vida y la familia”, cuyo intento por deslegitimar la discusión y aprobación del proyecto de ley para las uniones civiles entre personas del mismo sexo, está pronto a fructificar.

Durante meses, el devoto grupo, opuesto a la legalización de las uniones gais, se ha dedicado a una intensa campaña con miras a reunir 136.750 firmas para convocar a un referendo sobre dichas uniones. Faltan solo 31.000 firmas para el “referendo del odio”, como lo han bautizado ya otros grupos ciudadanos laicos, que militan por la igualdad de derechos.

En un país donde la población homosexual ha sido siempre discriminada, donde las bromas homofóbicas son el pan de cada día, donde la ignorancia y el obscurantismo se arraigan tan profundo que la homosexualidad se concibe aun como una patología o como una vergonzosa anormalidad, el resultado de semejante referendo es previsible, y la estrategia del consabido grupo no puede ser más que perversa: pretende utilizar la democracia participativa para disfrazar de legitimidad un discurso y una práctica que discriminan a un sector de la población, al impedirle gozar de los mismos derechos que el resto de la ciudadanía.

Para colmo, la Iglesia Católica ha autorizado la recolección de firmas por grupos laicos a la salida de los oficios religiosos, mientras las prédicas de los prelados en contra de dichas uniones, y a favor del matrimonio y la familia “tradicionales”, resuenan, oportunamente, en la cabeza de los feligreses'

Integrismo

Asistimos, pues, al peligroso arrebato del integrismo religioso. Y es el integrismo, más que el tradicionalismo, la principal amenaza. La distinción la hace la periodista y ensayista Caroline Fourest , en su último libro Libres de le dire [Libres de decirlo] en diálogo con la escritora bengalí Taslima Nasreen, quien vive en el exilio, amenazada de muerte por los integristas islamistas. El tradicionalismo, señala Fourest, es una visión particularmente estricta de la religión, pero no conduce necesariamente al integrismo, el cual radica en “[instrumentalizar] la religión con fines políticos liberticidas”. Existe una diferencia entre los creyentes que “se esfuerzan por hacer de la fe un acto íntimo”, y aquellos, integristas, que utilizan la fe como “un instrumento para oprimir a los demás”.

Al haber participado en la marcha convocada por el “Observatorio ciudadano por la vida y la familia”, durante la última campaña presidencial, la presidenta Laura Chinchilla se ubicó, desgraciadamente, del lado de integrismo religioso, que pretende imponer límites a los derechos humanos universales, en nombre de un credo religioso particular. La funesta trascendencia del apoyo político al integrismo no es baladí, máxime cuando la Presidenta no es un ejemplo de discreción en lo que atañe a su fe religiosa personal.

¿Qué hacer frente a este preocupante panorama? Primero, un llamado a la conciencia: un referendo en el que una mayoría se exprese sobre los derechos de una minoría, cuyo previsible desenlace contribuiría a estigmatizar aún más a la población gay, no es digno de nuestra democracia.

La democracia participativa no debe ser instrumentalizada para promover prácticas racistas, xenofóbicas, ni homofóbicas.

Por otro lado, los procesos para la obtención de estos derechos en otras latitudes son aleccionadores. Acerca de la legislación francesa, la misma Caroline Fourest (La dernière utopie [La última utopía]) nos da un ejemplo de pragmatismo: desde 1997, por medio del contrato llamado “PACS”, gais y lesbianas pueden legalizar sus uniones y disfrutar de los mismos derechos que tienen las parejas heterosexuales bajo matrimonio; sin embargo, el PACS no es un derecho exclusivo de la población homosexual, sino un contrato al que cualquiera tiene acceso, independientemente de su orientación sexual. Fue el carácter universalista del proyecto lo que permitió realizar un progreso con mayor eficacia que si se hubiera legislado solo para un sector de la población.

Mientras se aclaran los nublados obscurantistas de los integristas de los últimos días, es un ejemplo de sentido práctico digno de tener en cuenta.

LA NACIÓN, 31 de mayo de 2010
http://www.nacion.com/2010-05-31/Opinion/PaginaQuince/Opinion2390606.aspx

1 comentario:

Rodolfo Plata dijo...

El Antiguo Testamento es un libro nefasto anclado en el oscurantismo de dos milenios antes de Cristo. Es tiempo de desatar las mordazas de la fe que han mantenido al judeo cristianismo en el oscurantismo prehistórico, para poder pasar de la religión fantástica a la religión científica enmarcada en el fenómeno espiritual de la transformación humana abordado por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo y sus jornadas y metas descritas metafóricamente por los poetas místicos del Islam; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Congruencia que da certidumbre a la unión inseparable entre la fe y la razón, enseñada parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento para disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad, haciendo un juicio justo de nuestras creencias (Jn IX, 39). http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD