domingo, 4 de julio de 2010

¿Y por qué pretenden prohibir el amor?

Votar contra el amor
Ana Istarú

Si yo fuera evangélica, que no lo soy, no podría comprender que alguien quisiera impedirme proteger a mi pareja. ¡Solo porque soy evangélica! En algún estado musulmán, católico, hebreo. Que los bancos, el Estado, los vecinos, me explicaran la imposibilidad de este amor, me llamaran a cordura indicándome que disentir públicamente de la mayoría con mi extraña opción religiosa me va a impedir considerar a mi pareja, mi pareja.

Heredarle el fruto de nuestro esfuerzo, si llego a faltar. Que no soy ni su pariente. Que no podría ampararme bajo su seguro, si él lo tuviera. Que no lo dejarían tomar decisiones en una sala de hospital, si algo me ocurriera. Aunque duerma con él, vele por él, viva con él, me parta el lomo con él construyendo un futuro de a dos. Si yo fuera evangélica, que no lo soy, no creería que por sostener mi fe estoy imponiéndoles mi biblia. ¿De qué tienen miedo? ¿Tan frágiles son sus escrituras? Que cada cual escale el alto reto del amor como mejor pueda e invente, alrededor del fuego del hogar, ese espacio de paz en el que dos sueñan con envejecer juntos.

Si yo fuera evangélica, o lesbiana. Que no lo soy, aunque amigas tenga evangélicas, judías, católicas, árabes, lesbianas y en casa de todas ellas hayan jugado mis niñas con sus hijos, porque al contrario de lo que alguien afirmara públicamente, la homosexualidad también ha sido padre y ha sido madre en este mundo en el que construir una familia es algo más complejo que un simple anuncio de cereal.

Si yo fuera lesbiana, no podría soportar que las amplias mayorías decidieran con su voto si el amor que le profeso a otra mujer es legítimo o no, si puedo auxiliarla o no en caso de enfermedad, si puedo legarle tras mi muerte, en tanto que pareja, un patrimonio. Si la familia que somos puede ejercer o no la solidaridad. ¿No es ese acaso su bastión?

Si yo fuera lesbiana, no lo podría soportar. Porque estoy en Costa Rica, en el siglo XXI y ni el amor ni los derechos esenciales de un ser humano se negocian, se discuten o se someten al escrutinio vulgar de los prejuicios burdos.

EL FINANCIERO, Costa Rica, 4-7-2010
http://www.elfinancierocr.com/ef_archivo/2010/junio/20/estilos2374641.html

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