sábado, 19 de julio de 2008

Hipócrita Homofobia. Adrián Rodríguez Solórzano

HIPÓCRITA HOMOFOBIA
Adrián Rodríguez Solórzano
Cientista Económico y social

La cuestionada Conferencia Episcopal, notoriamente homofóbica, publicó el pasado 16, en este mismo foro, una luenga crítica a la posibilidad de que se instituya la unión civil entre homosexuales. Soy, por cuestiones del azar, heterosexual, pero ya cansa esa rayana hipocresía que se ventila desde hace más de dos mil años. Los obispos, una vez más, discriminan con su “rechazo al acto sexual homosexual, (…) acto objetivamente contrario al plan de Dios para el ser humano”; es decir, la unión entre hombre y mujer es el plan de dios.
Además, la legalización de la unión gay “podría comportar modificaciones contrarias al bien común de toda la organización social”. Comoquiera, según ellos, solo la unión del varón y la mujer es “natural”, “…en la cual se vive la complementariedad del ser humano…” Finalmente, agregan, “Rogamos al Señor… para que sean (los legisladores) consecuentes con su compromiso con la patria”.Voy a obviar referirme a varios casos, de los que soy testigo, de la homosexualidad que campea en el clero; pero sí quiero dejar constancia de dos conclusiones:
1. Los obispos –y la clerecía en pleno- que hacen tal distinción entre ambas uniones, ¿están exentos del plan de dios y de lo natural? ¿No podría argüirse, recíprocamente, que el celibato comporta una modificación contraria al bien común de toda organización social pues “no aporta (…) al tejido social y al aseguramiento futuro de la sociedad”? Si la unión entre hombre y mujer instituye la complementariedad del ser humano, ergo los de la clerecía están ajenos al complemento o perfección que deviene de esa característica. ¿No son humanos, entonces?
2. Pero reafirmemos su hipocresía: Uno de sus patriarcas, santo muy venerado, supuesto ascendiente del llamado Jesús, símbolo de la alianza entre Dios y su pueblo… ¡nos resultó homosexual! Cuando David terminó de hablar, el corazón de Jonatán (hijo de Saúl) sintió afecto por David, y desde ese día Jonatán amó a David tanto como a sí mismo. Saúl, padre de Jonatán, se disgustó mucho por la relación, lo que hizo a David preguntarle a Jonatán: ¿Cuál es mi falta y cuál es mi pecado con tu padre para que quiera matarme? David agregó: Tu padre conoce muy bien la amistad que tú sientes por mí y se dice: ‘Jonatán no debe saberlo porque le parecerá muy mal’ (según la versión cristiana protestante, Reina-Valera, es: Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y dirá: No sepa esto Jonatán, para que no se entristezca… Y Jonatán dijo a David: Lo que deseare tu alma, haré por ti). Cuando Saúl se enteró de que David le había pedido permiso a Jonatán para ir a Belén, muy enojado dijo a su hijo: ¡Hijo de prostituta! Ya lo sabía que tú tomaste partido por el hijo de Jesé, para vergüenza tuya y de la desnudez de tu madre (Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para confusión de la vergüenza de tu madre?, según la versión Reina-Valera). En la misma Reina-Valera se describe la despedida entre estos novios: …y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro; y David lloró más (la versión católica censuró el besuqueo). Finalmente, David lloró así la muerte de Jonatán: Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán,/Que me fuiste muy dulce./Más maravilloso me fue tu amor/Que el amor de las mujeres. Entonces, ¿dónde está lo genuino de la homofobia clerical?
(Las citas bíblicas en itálica corresponden a 1 Samuel 18:1 a 4, 20:1, 20:3, 20:6, 20:28 a 30, 20:41 y 2 Samuel 1:26)

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