jueves, 4 de diciembre de 2008

En el Día Mundial del Sida: un enfoque humanista y sensible

Día mundial contra el sida
Lic. Hermes Navarro del Valle

Ayer fue el día mundial contra el sida, momento en que recordamos esta gran epidemia que afecta a tantas personas en el mundo: niños, niñas, hombres y mujeres, de todas las edades y géneros. Para diciembre del año pasado había 33 millones de personas que viven con el VIH; el porcentaje anual de infectados para el 2007 fue de 2,5 millones de personas (aunque bajó del año 2006 que estaba en 3,3 millones). Según los datos de las Naciones Unidas, unas 7.000 personas son infectadas con el virus del VIH cada día.

Desde principios del siglo XXI nos hemos dado a la tarea de eliminar a nivel mundial cualquier tipo de discriminación contra las personas portadoras del VIH-Sida. Un gran paso fue la adopción por parte de las Naciones Unidas sobre el VIH-Sida en el 2001, seguida de una declaración de tipo político en el 2006. Ambas reafirman la necesaria eliminación de cualquier tipo de estigma o discriminación contra estas personas.

En el ámbito del turismo, también se han vertido declaraciones importantes, incluyendo lo contenido en el Código Mundial de Ética para el Turismo de la Organización Mundial del Turismo OMT (artículos 2.2, 8.1 y 7.1). Hoy en día todavía existen 65 países del mundo que tienen restricciones para el ingreso de personas con VIH-Sida. De estos, 9 prohíben rotundamente la entrada de una persona que haya confesado se portador del virus. Asimismo, 30 países tienen legislación que los obliga a deportar a cualquier extranjero que se haya descubierto ha sido contagiado con el VIH-Sida.

La posición de la Organización Mundial de la Salud y de Onusida es muy clara: las restricciones a personas portadoras del virus no tienen ningún fin aceptable en materia de salud pública y no pueden ser justificados por los Gobiernos. Ambas organizaciones han dichos que: la mera presencia de personas VIH positivas en un país receptor no es un peligro para la salud pública; ningún programa de escaneo previo de pasajeros puede detener el contagio del sida; dicho escaneo no sólo sería poco práctico sino que una pérdida de tiempo, que debería invertirse en educación e información.

En vista de esto, la Organización Mundial de Turismo dijo en 1993 y reafirmó en el 2004 que no había justificación alguna para impedir, restringir o discriminar contra un turista que fuera portador del virus VIH-Sida.

Hoy en día el sida es una enfermedad que va más allá de las personas homosexuales, afecta a mujeres solteras y casadas, niños y niñas antes de nacer y está expuesto a él cualquier persona que tenga relaciones sexuales sin tomar las precauciones debidas. Para eliminar el VIH-Sida no se necesita restricciones retrógradas de tiempos medievales, sino información y educación hacia todas las poblaciones en riesgo y ante todo, respeto para uno mismo y para la pareja.

LA PRENSA LIBRE, 2 de diciembre de 2008

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