miércoles, 11 de agosto de 2010

Cae el referendo del odio...nuestra lucha continúa

La Sala IV falla contra el referendo de los modernos inquisidores
Hugo Mora Poltrioneri

Por fin la Sala IV puso las cosas en su lugar...nuevamente. Ya hace varios años al abogado Yashin Castrillo le fue rechazado allí un recurso en que abogaba por su derecho al matrimonio con su pareja del mismo sexo. El recurso le fue rechazado, si bien la Sala insistió en que el asunto no era de su competencia y que sería la Asamblea Legislativa (AL) la llamada a resolver tan importante derecho para la minoría afectada. Como sabemos, a raíz de tal fallo algunos de nuestros dirigentes prepararon un proyecto de ley que fue acogido por sendos diputados del PUSC, del PAC y del ML, proyecto que, después de los cambios sufridos en su trámite interno, fue presentado públicamente por ellos en la AL el 21 de julio del 2007 como el proyecto de ley Nº 16390: Uniones civiles y de Hecho entre Personas del Mismo Sexo.

Lo que siguió es conocido: fue saboteado en la AL, denostado por la IC (que movió todas sus fichas, que no son pocas) y atacado de mil maneras en todos los medios de comunicación y en los púlpitos, católicos y evangélicos del más puro raigambre fundamentalista,…como era de esperar). Al final del proceso, ya casi en archivo el proyecto, se presentó otro sustitutivo -bastante moderado-, si bien los opositores montaron una nueva campaña contra el proyecto original que culminó en la recogida de firmas para el referendo anunciado: nada menos que 150 000 firmas. El número no debe impresionarnos: era lo esperado si se toma en cuenta el poderío e influencia de quienes lo auspiciaban, y esto sin tomar en cuenta el servilismo de los cabecillas del PASE, un partido cuyos estatutos aseguran practicar el humanismo y la no discriminación, y que se prestó al juego de la Iglesia Católica, a la que servilmente le ayudó a recoger firmas en los templos de una religión que se dice practicante del “amor al prójimo” y con una feligresía mayoritariamente entregada al pensamiento único. De haberse realizado el referendo anunciado, en el cual el mismo TSE puso todo su empeño, el resultado no habría sido otro que el que tenían por altamente seguro sus propulsores. Puesto que todo el proceso se inscribía en aquel dicho de nuestros avisados campesinos de antaño: "burro amarrado contra tigre suelto", según lo expresé en uno de mis artículos aparecidos en su momento en la prensa nacional, como parte de la campaña para despertar las conciencias.

El fallo también muestra otra faceta de la lucha que se llevan entre sí la Sala , el TSE y la Asamblea Legislativa (AL). No hay duda de que, con el fallo, la Sala IV le enmienda la plana al alto tribunal, al que le "ordena", además, no volver a caer en lo mismo con el tema de los derechos humanos. Curiosa situación que mantiene en el aire la cuestión: ¿Puede estar la Sala por encima de los otros dos poderes reconocidos de la República? Porque ya antes había ocurrido lo de la Sala "ordenando" acciones a la AL. Pero este es un tema secundario para lo tratado ahora; y lo importante es que ha sido la Sala la que ha dicho aquí la última palabra. Como siempre, para quienes nos interesamos por la Ley, es de gran interés conocer los razonamientos detallados que condujeron a los magistrados a tan trascendental fallo, que sienta jurisprudencia inapelable.

Es claro que la lucha se traslada ahora adonde debió quedarse: en la AL. Habrá que unir fuerzas, habrá que estimular a toda la gente pensante para que se manifieste públicamente en favor de esta causa, habrá que buscar todo el apoyo internacional del caso, puesto que esta es una causa que pone al país dando un paso adelante en materia legal y social en una zona continental donde sigue reinando el poder de las mayorías ignorantes, dirigidas por minorías autoritarias que todos conocemos y que ya se aprestan para lo que pueda venir.

Sigue siendo de la máxima importancia el que la minoría LBGT tome conciencia de la necesidad de enfrentar todas las luchas que se avecinan con unidad, dejando de lado todo oportunismo y todas las diferencias entre grupos o personas. No soy más que un participante voluntario en esta campaña. Pero hago valer mi idea de que la minoría LBGT debe compactarse toda como un grupo de presión más, puesto que de lo que se trata es de una lucha esencialmente política. No se trata de la absurda idea de formar un partido, para lo cual siempre estaríamos en minoría, sino de hacer valer nuestros votos como grupo ante los partidos políticos, como ya se hace en otros países, puesto que votar aisladamente no tiene el menor impacto en las prioridades que se fijan los políticos.

La realidad es que, como lo demuestra la praxis política en este país, grupo con intereses propios que no se organiza como grupo de presión, no cuenta para nada, no existe políticamente, no importa cuán fuerte sea su número. Y en la conciencia de todos nosotros, y según nuestra propia experiencia con tanta gente “importante” que sigue “en el armario”, formamos un porcentaje suficientemente alto como para ser tomados en consideración para cualquier decisión importante que requiera del voto popular.

La consecuencia más provechosa del fallo es que ya NINGUNA minoría en el país se verá sujeta a la decisión arbitraria que pueda tomar alguna mayoría con la fuerza del número en la mano. Se ha impuesto, por ahora, el código universal de los derechos humanos. Es asimismo un buen aliento para la causa del Estado laico, sin duda, puesto que un hipotético referendo relativo a este asunto habría sido apabullantemente aplastante a favor de la mayoría no pensante. Y la causa del Estado laico es una de las armas que debemos empuñar los miembros de esta minoría con su propia y legítima orientación sexual.

Hay que hacer entender a nuestros miembros que no se trata de prohibir la religión y su culto, que de lo que se trata es de dar a todos los ciudadanos el derecho a escoger libremente su religión, o a no tener ninguna, sin que el Estado nos obligue a todos, ya desde antes de nacer y sin uso posible de razón, a tener que afiliarnos de por vida en una determinada religión, con todos los privilegios que este credo llegue a tener, caso local del catolicismo, como religión de Estado. Es absurdo pensar que el Estado, una figura abstracta, pueda tener religión, puesto que el tenerla o no, sin coacciones, es propio de los individuos en uso de razón. La función del Estado debe reducirse a la de permitir el libre ejercicio del derecho correspondiente, en absoluta neutralidad, sin favorecer a credo religioso o filosófico alguno.

La religión oficial católica, en todo caso, se ha venido desprestigiando aquí y en todo el mundo cada vez más: por su conversión en una potencia financiera y prestamista, por sus escándalos de pedofilia, por su lucha irracional contra los derechos humanos más fundamentales, por su enemistad contra todo lo que tenga que ver con la educación sexual racional de las juventudes y, desde luego, sin llegar a una enumeración total de sus falencias, porque en este trámite de legislaciones favorables a la causa en que todos estamos involucrados por nuestros derechos, la jerarquía católica, junto con los pastores evangélicos fundamentalistas, se ha mostrado como nuestro más implacable y torcido enemigo. Y esto sin entrar a examinar el historial de la Iglesia Católica en el pasado cuando torturaba y quemaba en la hoguera a cualquiera que desafiara su visión estrecha en el terreno de la moral sexual… Invito a ilustrarse en este tema, esencial para recuperar la propia dignidad.

San José, Costa Rica, 11-8-2010

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