viernes, 5 de junio de 2009

Reivindicando la figura de una mujer costarricense extraordinaria

Carmen Lyra sigue siendo un tabú

Eduardo Muñoz

eduardomunoz@gmail.com
A 60 años de su muerte, el legado político de la escritora permanece oculto.

Hace 61 años la historia costarricense vivió uno de los momentos más vergonzosos de la política nacional, cuando Carmen Lyra llegó al antiguo aeropuerto en La Sabana para ir a México, tras las amenazas de muerte que recibieron los combatientes del Partido Comunista que “perdieron” la guerra civil del 48.

Algunos hablan del destierro ordenado por José Figueres Ferrer a todos los dirigentes de ese partido, otros de que solamente huyó para salvaguardar su vida. Aquel día fue la última vez que la “niña Chabela” vería por última vez a su gente. Poco después, suplicó volver para morir en su país, pero el odio político haría que muriera en tierras mexicanas donde recibiría los homenajes que los gobernantes de aquella época le negaron.

“Fue velada en el Palacio de Bellas Artes, en México. Asistieron figuras como Diego Rivera, Frida Khalo y Alfonso Reyes”, dijo el escritor e investigador literario Alfonso Chase, quien para conmemorar los 25 años de la muerte de la escritora editó un amplio tomo titulado Los relatos escogidos de María Isabel.

Con el paso de los años, Carmen Lyra fue reducida a la maestra dulce que escribió el libro de cuentos más célebre de nuestra literatura, Los cuentos de mi Tía Panchita.

Al celebrarse los 60 años de su muerte, su legado no ha sido estudiado, rescatado ni difundido. La figura de Tía Panchita sigue opacando su pensamiento. Para Chase, esto se debe a que “ella todavía es un tabú para la derecha, para la izquierda y para el centro. No fue graciosa, fue una de las voces del odio del 48”.

MUJER FUERA DE ÉPOCA

María Isabel Carvajal, o Carmen Lyra, pasó de “ser una muchacha que leía libros románticos y costumbristas y que aspiraba a convertirse en religiosa, a estudiar el anarquismo y las ideas antiimperialistas de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) para luego ocuparse – desde 1931 hasta su muerte – de la dirección intelectual y la propaganda del Partido Comunista de Costa Rica. Cabe así preguntarse, ¿qué significaría ser mujer y comunista en las décadas del 30 y 40 en una Costa Rica provinciana?”, meditó Carlos Rubio, también escritor de literatura infantil.

Si bien es cierto que Lyra fue la fundadora de la educación preescolar costarricense, desde su aula fue una defensora de su pueblo, y su proceso formativo incluía a las madres y padres de aquellos niños que apenas tenían algo para comer. Lyra fue una defensora del trabajo de las mujeres, de su derecho a una vida digna y denunciaba la miseria en la que vivían las familias, producto del sistema oligárquico que dominaba las estructuras de poder.

Tras fundar el primer kinder de Costa Rica en 1925, tres años después fue destituida por sus críticas al sistema educativo. Al respecto, ella escribió:

“Mientras estuve pegando remienditos sociales en la escuela y escribiendo prosa romántica con metáforas inofensivas para la injusticia que me rodeaba, tuve fama de ser una excelente persona, de muy buen corazón y una fina escritora. Pero cuando me di cuenta que había que hacer algo más que remiendos sin trascendencia, que había que luchar directamente contra el régimen capitalista, la gente cambió de opinión con respecto a mí : Ahora dicen que estoy loca, que tengo envidia de lo ajeno, que ya no escribo como antes, que he decaído en el arte de la literatura”.

“Eminentes sociólogos, higienistas, médicos pediatras, educadores, escritores y políticos nacionales y extranjeros discutían por la prensa y daban conferencias sobre los graves problemas de la educación nacional, sobre el aumento de las cifras de la prostitución, sobre las desnutrición del pueblo. Ninguna de esas grandes personalidades se atrevía a poner el dedo en la llaga. Solamente Carmen Lyra, con su ironía lacerante, levantaba ampollas entre los círculos de intelectuales y politiqueros que fruncían la nariz ante las denuncias de su pluma magistral”, escribió Luisa González años después.

POLÍTICA AGUERRIDA

Lyra fue una mujer comprometida con sus ideales. Esto la llevó a involucrarse en causas que defendió hasta el día de su muerte, el 13 de mayo de 1949. Ella no concebía ser una maestra apolítica, no podía permanecer inmóvil ante la desigualdad.

Ella lideró con otras maestras la quema del periódico La Información, vocero de la oligarquía y del gobierno de Federico Tinoco, en busca de mejores condiciones de vida para el magisterio nacional.

En muchas ocasiones participó en manifestaciones y revueltas disfrazada con ropas de un joven, su menuda figura y baja estatura le ayudaban para protegerse del acecho policial.

Lyra fue figura clave en la formación de la generación de políticos que se nutrieron de su visión sobre las reformas sociales. En palabras de Alfonso Chase, “ella fue la maestra de la generación del 40”, en alusión a Manuel Mora, Luisa González, Joaquín Gutiérrez, Arnoldo y Adela Ferreto, entre otros.

“Incluso, los primeros libros serios que leyó Pepe Figueres se los dio Carmen Lyra”, recordó Chase.

LA LITERATURA SOCIAL

María Isabel Carvajal fue una mujer de muchas facetas. Mientras era la maestra que bañaba niños en su kinder, también dirigía tertulias en su casa en Barrio Amón, o era la escritora para infantes y también la primera que denunció a las compañías bananeras.

Se le atribuye ser la primera escritora realista del país. En la revista Repertorio Americano, de Joaquín García Monge, su gran amigo y maestro, publicó lo que se cataloga como el primer texto sobre la vida en la bananeras del atlántico costarricense.

Bananos y hombres se publicó por entregas entre mayo y junio de 1931. En Estefanía, uno de los fragmentos de ese libro, Lyra escribió: “Pongo primero bananos que hombres porque en las fincas de banano, la fruta ocupa el primer lugar, o más bien el único. En realidad el hombre es una unidad que en esas regiones tiene un valor mínimo y no está en el segundo puesto, sino que va en la punta de la cola de los valores que allí se cuentan”.

Según Carmen Lyra “en las fincas de banano se le guardan más consideraciones a una mata de banano que a un peón”.

Lyra fue consejera y maestra de sus contemporáneos, como Carlos Luis Fallas, a quien le corregía textos. De acuerdo con Claudio Monge, académico de la UCR y Presidente la Editorial Costa Rica, “Calufa había titulado una de sus novelas El infierno verde; pero el ingenio y la picardía de Carmen Lyra la llevaron a sugerirle que la titulara Mamita Yunai.

Hoy todos sabemos que esto fue un tremendo acierto visionario. A la United Fruit Company se le conoce en todo el mundo como “Mamita Yunai”.

LUCHADORA INVENCIBLE

El ser tan pequeña, poco agraciada y ser hija natural, no opacaron el espíritu combativo de María Isabel Carvajal.

Fruto de una relación extramatrimonial entre Víctor Quesada, un oligarca, y una de sus empleadas domésticas, la niña Chabela fue una mujer adelantada para su época. Según Chase, la Tía Panchita en realidad fue su propia madre.

Dotada de una inusual inteligencia, fue una autodidacta desde su infancia. A los 12 años ya leía autores franceses, y a los 13 años inició por su propia cuenta el aprendizaje del francés y el inglés.

A los 21 años, de la mano de García Monge, comienza a escribir sus primeros relatos.

Pese a su origen, ella se convirtió en el orgullo de su padre, quien nunca le dio sus apellidos.

Su obra literaria es vasta e incluye su novela En una silla de ruedas (1919), Los cuentos de mi Tía Panchita (1929) y variedad de obras de teatro, ensayos y artículos, aunque la mayoría no se ha recopilado.

SEMANARIO UNIVERSIDAD, Costa Rica, 3 al 9 de Junio de 2009
http://www.semanario.ucr.ac.cr/index.php/mainmenu-cultura/789-carmen-lyra-sigue-siendo-un-tabu.html

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