martes, 20 de octubre de 2009

Infidelidad ¡qué temita tan espinoso!

El laberinto de la infidelidad
Por Miren Ayesa

BARCELONA. Hace poco un lector preguntaba si somos infieles por naturaleza. Después de consultar varías páginas sobre sexología y sexólogos no he sacado nada en claro, ya que si bien es cierto que la fidelidad es algo cultural, los sentimientos no se pueden racionalizar.

Las infidelidades continúan siendo un lastre para muchas parejas, algunas personas perdonan y otras no. La exclusividad sexual y sentimental tiene un componente cultural muy importante, ya que somos educados para ser monógamos.

En nuestra sociedad lo “normal”, lo socialmente aceptado, es tener una sola pareja y el problema viene cuando quebrantamos esa “normalidad”. Es decir, a menudo aceptamos reglas que no están de acuerdo con aquello que deseamos y en nuestras manos está cumplirlas o no.


De la teoría a la práctica

En teoría, si dos personas que están juntas desean acostarse con otras personas, ¿por qué no hacerlo? El problema está que en general no nos suele gustar que sea la otra persona la que busca fuera, en cambio cuando somos nosotros o nosotras las que buscamos no nos importa tanto.

Es obvio que no se puede obligar a nadie a no tener otras relaciones, pero cuando hay sentimientos de por medio la cosa se complica.

El hecho de serle infiel a tu pareja no tiene por qué acarrear problemas, el desbarajuste viene cuando ella se entera o cuando existe un sentimiento de culpabilidad tan grande que no se puede sobrellevar.

Según algunos sexólogos y sexólogas, si hay sinceridad en la pareja y se lo cuentas puede que la relación se haga más fuerte, siempre y cuando se hable del porqué, aunque también puede que la historia acabe allí nomás. En cualquier caso, es una decisión personal y la reacción también será así. Antes de sincerarse habría que preguntarse qué se espera lograr con eso.

Hay gente que cree que la infidelidad es mejor guardarla y que se puede sobrellevar siempre y cuando no salga a la luz. A menudo se oye: “que haga lo que quiera, pero que yo no me entere”. ¿Y si te enteras?

Está claro que los sentimientos de la persona que “pone los cuernos” y la que los sufre son diferentes. Ambos sufrirán de distinta manera.

La persona “pecadora” se puede sentir culpable, mala persona o incluso inventarse excusas para no sentirse mal.

La persona engañada se podrá sentir humillada, decepcionada, e incluso pendeja, pensando que mientras ella ha sido fiel y ha desaprovechado oportunidades de iniciar algún amorío, la otra ni lenta ni perezosa no ha desaprovechado nada.

A pesar de que las infidelidades están a la orden del día, por parte tanto de hombres como de mujeres, deberíamos reflexionar antes de hacer nada.

Los sexólogos María Pérez, Juan José Borrás y Xud Zubieta recomiendan que “considerando las desastrosas consecuencias que, en muchos casos, suelen tener, no nos queda más que recomendar que se tenga especial cuidado con este tema. Antes de actuar, se debe considerar que los ataques de cuernos pueden ser mortales para la supervivencia de algunas parejas”.

De todas formas, a los consultorios de esos expertos acuden personas que viven la infidelidad como un problema. Otras parejas son capaces de sobrellevarlo y otras en cambio no se sinceran y lo llevan bien.

Según Nuria Roca, una sexóloga muy conocida en España, “la fidelidad es como la monarquía; algo que sabemos que no tiene sentido, pero que no queremos cambiar. No tiene sentido que un señor sea jefe de estado por ser el hijo de una persona concreta, como no tiene sentido que alguien mantenga sexo únicamente con la misma persona durante décadas. Lo aceptamos, pero que nadie me cuente a mí que eso es `normal”.

Hay opiniones para todo y la infidelidad es un tema muy personal. En él confluyen diversos valores, actitudes y prejuicios, y por lo tanto cada pareja y persona tendrá que enfrentarlos de la manera que crea conveniente.

De todas formas, un dato bastante importante es que, según un estudio llevado a cabo en 2006 por Journal of Couple and Relationship Therapy, entre el 45 y el 55 % de las mujeres son infieles frente el 60% de los hombres.

Es decir, que aunque en teoría la infidelidad no está aceptada y en general no se tolera, en la práctica tanto hombres como mujeres buscan sexo fuera de la pareja, y en algunas ocasiones otros sentimientos como afecto, consideración o deseo.

Lo que es cierto también es que a la mayoría de la gente no le gustaría que su pareja le fuera infiel. Por lo tanto, ya tenemos una contradicción: podrías serle infiel a tu pareja pero si fuera al revés no lo aceptarías.

Que cada quien salga de ese laberinto como buenamente pueda.

CONTRAPUNTO, El Salvador, 20 de octubre de 2009
http://www.contrapunto.com.sv/index.php?option=com_content&view=article&id=1567&Itemid=37

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algunos antropólogos consideran que el ser monógamo no está en la naturaleza humana y que el matrimonio está basado en conveniencia patrimonial. También por esto es peor vista la infidelidad femenina que la masculina.
Los invito a debatir en este foro:
http://www.foro-infidelidad.info