sábado, 7 de noviembre de 2009

Gente LGBTI: exijamos los mismos derechos con los mismos nombres

Los mismos derechos, sí… ¿Y los mismos nombres? ¡También!
Por Martín Oscar Caballero

Estamos luchando por nuestros derecho al matrimonio, lo que garantizaría el acceso a otros derechos, como la herencia, la adopción, el acceso a la obra social, las visitas conyugales en caso de internación o reclusión, etc. Esos derechos son contemplados únicamente por la figura legal del matrimonio. Es la única manera de tener igualdad de derechos. No hay otra.

Muchas personas -que no siempre son homofóbicas sino que a veces simplemente están desinformadas- pueden decirte que sería mejor tener los mismos derechos, pero que a nuestras uniones no se les llame “matrimonio”. Las razones esgrimidas son típicamente dos: que la palabra “matrimonio” viene de “madre” y por lo tanto, una unión entre dos hombres no puede llamarse así. La otra opinión contraria al matrimonio entre personas del mismo sexo es que deberíamos tener los mismos derechos, pero con una figura legal distinta, no la del matrimonio. Vamos por partes:

Lo del nombre “matrimonio” y lo absurdo a la oposición de llamarle así a nuestras uniones ya lo ha explicado muy bien Bruno Bimbi. Ya es un tema muy hablado y no vale la pena dedicarle mucho tiempo.

¿Por qué “matrimonio” y no una ley distinta, con los mismos derechos pero con otro nombre? Podríamos llamarlo Unión Civil, como en varias jurisdicciones, o Pacto Civil de Solidaridad, como en Francia, o Sociedad Doméstica (”domestic partnership”) como se le llama en otros países. Tener una ley separada es como tener baños y bebederos separados para blancos y para negros. Aunque la ley no diga que el baño para negros debe estar peor construido o ser de peor calidad, algunos blancos racistas construirán las instalaciones para negros con peor calidad, total seguramente piensan que los negros les agradecerán por el simple hecho de tener baños y bebederos. Pero el hecho de tener bebederos y baños separados, además de poder hacerlos de distinta calidad, hace que los blancos puedan cometer vandalismo en las instalaciones de los negros sin dañar las propias.

Lo mismo sucede con las leyes separadas para heterosexuales y homosexuales. Comenzando por el hecho de que hay derechos privativos del matrimonio. Ya desde el principio no tendrías derecho a la adopción, ni a herencia, ni a divorcio y separación de bienes, a menos que se lo mencione específicamente en una reforma del Código Civil o donde corresponda (ésa es otra desventaja: se debe reformar todo para otorgar derechos que de otra manera son privativas del matrimonio). Bien, después de tener una bonita unión civil de segunda, inferior a un matrimonio, no se terminan tus problemas: A las jerarquías de varias religiones no les gusta que tengas derechos. Ninguno, ni siquiera a tener una rendija en el armario para respirar y ver el mundo exterior. Ni siquiera te consideran persona (¿te diste cuenta que cuando hay agresiones homófobas la Iglesia no las condena ni llama a la “tolerancia”?). Entonces cuando por fin te consagres ciudadano de segunda con tu Unión Civil, la Iglesia se levantará con el pie izquierdo (ellos siempre se levantan con el pie izquierdo, si bien parece que nunca duermen salvo durante las dictaduras fascistas, y su extremidad favorita es la derecha) y dirá “No nos gusta que los putos tengan derecho a pensión”. Y si sus presiones (muy intensas siempre) tienen éxito, te quitarán tu derecho a pensión. Después dirán “No nos gusta que los invertidos tengan derecho a herencia”, y si muere tu “compañero doméstico unido civilmente por un pacto de solidaridad”, te quedarás con menos que nada, más si la familia del fallecido es homófoba o simpelente no les caés bien, te quitarán hasta las ganas de vivir y el recuerdo de haber sido feliz. Estarás en la calle por no tener derecho a herencia. Luego pueden decir “Queremos que las uniones que no se realizan por Iglesia dejen de existir” y de un solo plumazo tu unión civil, de hecho, tan doméstica y solidaria, dejará de existir (junto con los matrimonios celebrados por otras religiones), junto con tus derechos y tu felicidad de ser ciudadano de segunda. Y todo ellos sin tener que tocarles el culo a los heterosexuales, o sea, sin reformar el Código Civil en lo concerniente al matrimonio.

Ahora bien, otro escenario que no sé si alguien se lo ha planteado antes: ¿Qué pasaría si pudiéramos tener uniones equivalentes al matrimonio mediante la misma ley, equiparable en derechos? Es posible. Simplemente en el párrafo referente al matrimonio, se podría reformarse y que diga “Las uniones de heterosexuales se llamará Matrimonio y la de homosexuales (por ejemplo) Mariconio”. Muy bien, tenemos los mismo derechos y todo… en apariencia. Porque todos los derechos que son privativos del “matrimonio” no se aplicarán al “mariconio” a menos que se modifique cada ley o artículo pertinente, o que se lo aclare en el citado párrafo. Y cada nuevo beneficio aplicable al matrimonio no se aplicará al “mariconio” a menos que así se aclare explícitamente. Y ya se ha aclarado antes, que la equiparación de derechos se hizo en España modificando un par de líneas del Código Civil. Cambiar el nombre supone hacer algunos de los cambios que mencioné más arriba, con las consecuencias que ésto traería. Y aúns uponiendo que en el mismo párrafo aclare que ambas uniones son equivalenes y gozarán de los mismos derechos, siguen siendo dos nombres distintos para lo mismo. Tener leyes o nombres diferentes, es discriminatorio.

No creo que las personas que hablan de nombres distintos o leyes separadas lo hagan de mala fe, pero solamente te puedo aconsejar que te informes, porque hay gente que quiere quitarte tus derechos, y se les puede hacer muy fácil si no estás atent@. No confíes en los políticos tan “LGTB-friendly” que después de “Tengo muchos amigos gays…” (amigas lesbianas, trans, bi e intersexuales no tienen, aparentemente) insertan un “pero” y prosiguen proponiendo cambios como el del nombre o una “unión civil”, con tu carnet de ciudadano de segunda.

Cuando estas opiniones a favor de diferenciar leyes y/o nombres viene de un ciudadano común, son comprensibles. Pero hay que tener cuidado cuando viene de políticos como Alfonso Prat-Gay (qué ironía) o Mariano Rajoy (Presidente del Partido Popular de España, que interpuso un recurso constitucional contra el derecho al matrimonio de las parejas del mismo sexo). Porque una persona que no conoce realmente el alcance de las leyes y/o del Código Civil, no es digno de ocupar un cargo publico.

Y ellos pueden tener “muchos amigos gays”, pero yo tengo “muchos amigos heterosexuales” que me plantean de buena fe lo mismo: nombres diferentes, instituciones diferentes. Es que cuando uno no se interioriza en el tema no descubre las trampas.

No te duermas, o te asfixiarán con la almohada.

AGMAGAZINE, Argentina, 2 de Noviembre de 2009
http://www.agmagazine.info/2009/11/02/los-mismos-derechos-si-%c2%bfy-los-mismos-nombres-%c2%a1tambien/

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