jueves, 13 de agosto de 2009

Italia: doble moral, catolicismo y política

Sexo, Berlusconi y la cama de Putin
La sociedad italiana aprendió hace mucho a aceptar, serenamente, una vida de duplicidad

Arnold Cassola

ROMA –Las hazañas políticas y sexuales de primer ministro italiano, Silvio Berslusconi, aparecen en los titulares de todo el mundo y no solo en la prensa sensacionalista. Esas historias apenas serían algo más que graciosas –cosa que son, desde luego– si no fueran tan perjudiciales para Italia y reveladoras de la inmóvil política de este país.

Pues pese a los numerosos escándalos, “el Silvio nacional” ( Il Silvio Nazionale ) sigue siendo, con mucha diferencia, el político más popular y de mayor éxito de Italia (si bien ahora, por primera vez desde su segundo regreso al cargo de Primer Ministro en 2008, sus índices de aprobación han bajado por debajo del 50 por ciento en las encuestas de opinión).

Duplicidad. Parte de la razón a la que se debe la longevidad de Berlusconi, pese a sus numerosos tropezones, es cultural. Como en otros países latinos o mediterráneos con una fuerte tradición católica, la sociedad italiana aprendió hace mucho a aceptar con serenidad una vida de duplicidad: por una parte, un fuerte apego a los valores de la Iglesia y de la familia y, por otra, una segunda vida –a veces a plena luz del día– compuesta de amantes y otras conexiones “equívocas”.

Los dirigentes políticos católicos italianos de la actualidad practican con frecuencia ese estilo de vida. En los últimos años, aparte del propio Berlusconi, otros divorciados, como el dirigente del partido católico centrista, Pier Ferdinando Casini, y el presidente del Parlamento, Gianfranco Fini, podían perfectamente pronunciar por la mañana discursos apasionados sobre la importancia de la unidad de la familia tradicional y el carácter sagrado del matrimonio, asistir por la tarde a una conmovedora audiencia con el Papa y después correr por la noche a reunirse con sus parejas y madres de sus últimos hijos, con las que no estaban casados.

La tácita aceptación por parte de la sociedad italiana de semejante comportamiento, ha llegado a estar reconocida más a las claras en los últimos años, gracias tal vez a Berlusconi y los numerosos medios de comunicación que posee.

En el decenio de 1970, la mayor ambición de la familia italiana media de clase obrera para sus hijos era la de que estudiaran, fueran a la universidad y llegasen a ser médicos o abogados.

Desde finales del decenio de 1970 y en particular durante los decenios de 1980 y 1990, los tres canales privados de televisión de Berlusconi, retrataron un falso e ilusorio modelo de éxito rápido, como el que se veía en los culebrones televisivos, como, por ejemplo, Dallas . Desde el decenio de 1990, sus canales emiten Gran Hermano y programas italianos de variedades en los que predominan comediantes masculinos, hombres musculosos y muchachas con poca ropa, conocidas popularmente como veline .

En el lapso de tan solo treinta años, las emisoras televisivas de Berlusconi han logrado imponer ese ilusorio retrato del éxito en la sociedad italiana y en la actualidad la ambición de muchas madres italianas de clase obrera es la de ver a sus hijas llegar a ser unas logradas veline con escasa ropa, que, a su vez, se las arreglan para acabar apareciendo en los artículos de cotilleo, coqueteando con el más reciente hércules convertido en ídolo televisivo o con algún joven promesa del futbol. Obtener el título de médico o de abogado ya no es una marca de éxito.

Pese a su carencia de músculos y cabello, Berlusconi es la encarnación de esa forma de éxito. El antiguo cantante de cabaré que llegó a ser uno de los hombres de negocios más ricos del mundo, ha logrado también llegar a ser el político más poderoso de Italia... y uno de los más pintorescos. Hasta hace unas semanas, el italiano medio lo consideraba un modelo por seguir, alguien que había triunfado en muchas esferas de la vida.

Cambio de percepción

Eso ha cambiado ahora. La gente ha dejado de admirar tanto a Berlusconi, porque la hipocresía había llegado demasiado lejos. Puede estar de moda para un político italiano presumir de su fama de macho mediterráneo, pero esta resulta difícil de digerir cuando el Primer Ministro lanza una campaña para erradicar la prostitución callejera, con posibles penas de cárcel para los clientes, mientras se acuesta con señoritas de compañía pagadas.

Tampoco se sienten tranquilos los italianos al enterarse de que Berlusconi presentó varias candidatas en las recientes elecciones al Parlamento Europeo cuya única aptitud discernible era la de ser jóvenes guapas que posiblemente hubieran pasado alguna temporada haciendo compañía al Primer Ministro en su quinta sarda o en su palazzo romano .

Hoy, parece casi seguro que Berlusconi no será elegido Presidente de Italia, el puesto al que siempre ha aspirado. Además, corren muchos rumores de que ahora miembros de su partido están atacándolo por su comportamiento. De hecho, algunos sostienen que Berlusconi será obligado a dimitir como primer ministro al final de este año.

Puede que esos rumores resulten ser ciertos, pues el centro del escándalo se refiere ahora a las conversaciones grabadas entre una señorita de compañía pagada y Berlusconi durante sus revolcones en su quinta sarda y en la enorme cama que le regaló su homólogo ruso, Vladimir Putin. Una caída en desgracia planeada para que se produzca en una cama aportada por el Kremlin sería un documento con el que ni siquiera una de las cadenas de televisión de Berlusconi podría haber soñado.

Arnold Cassola es un exsecretario general del Partido Verde Europeo y exdiputado del Parlamento italiano.

LA NACIÓN, Costa Rica, 13 de Agosto de 2009
http://www.nacion.com/ln_ee/2009/agosto/13/opinion2056738.html

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