La revolución pendiente
Escuchar a una mujer de 66 años hablar de sexo no es cosa de todos los días. Si además lo hace con elegancia, contundencia y savoir vivre, es un diálogo difícil de olvidar. Danièle Flaumenbaum, ginecóloga francesa, no habla de sexo metafórico, ni frívolo, ni de película. Habla de sexo-sexo.
Aquel que, en su opinión, tantas mujeres se están perdiendo sin saberlo. Danièle estuvo en Buenos Aires invitada por la Fundación Creavida para presentar su libro Mujer deseada, mujer deseante, en el que cruza conceptos de la medicina china y la psicología transgeneracional para dibujar el mapa y señalar el camino de vuelta.
Empieza por desarmar un mito: "Las mujeres que crecimos en los 70 vivimos la revolución sexual, fuimos las primeras en tener la píldora, que nos habilitó el sexo sin reproducción. Las primeras en salir a conquistar el mundo. Nuestras vidas dieron un vuelco respecto a las de nuestras madres". Pero enseguida apunta: "Sin embargo, a diferencia de lo que los medios nos hacen creer, la mayoría de las mujeres –el 85 por ciento, según lo que veo en mi consultorio– experimenta conflictos con su sexualidad. ¿Por qué? Porque tienen derecho a hacer el amor pero no lo saben hacer. La memoria de sus células sigue bajo el control del ancienrégime (antiguo régimen)".
Las ideas de Daniéle parten de una teoría provocadora: que toda relación amorosa (para ambos sexos) renueva la primera historia de amor con la madre. El famoso complejo sobre el que Freud fundó un imperio tiene aquí un lugar secundario; ella apunta su lente a la poderosa presencia materna en esos cruciales primeros años. "Al comienzo de la vida, nuestra madre era la totalidad del mundo y en ese mundo nos construimos –narra en su libro–. La memoria de ese período de inclusión durante el cual, siendo niñas, vivíamos por completo en el espacio psíquico, geográfico y energético de nuestra madre es lo que reproducimos a través de la entrega y el abandono al hombre amado".
Las consecuencias son fáciles de imaginar: ese amor-fusión proyectado sobre la figura de un hombre no deja lugar para la más mínima chispa. La única manera para que una mujer deje de ser niña es que rompa el hechizo y dé lugar al encuentro con otro diferente, la polaridad opuesta, el yang para su yin.
Según la especialista, pocas mujeres logran hacer ese despegue, y su energía sexual estancada asoma en una gama de patologías: cistitis, colitis, vaginitis y otras inflamaciones, más toda variedad de micosis e infecciones locales. Estas enfermedades recurrentes son, para la médica, indicio de que "el sexo no está habitado por la vida e ignora cómo estarlo", y deben ser el puntapié para una profunda indagación en la vida de sus pacientes... ¿Cómo viven su sexualidad? ¿Cuándo les sobrevienen las molestias? ¿Cómo fue la sexualidad de sus madres y sus abuelas? De igual modo, considera que las menstruaciones dolorosas, o excesivas, los fibromas y embarazos extrauterinos son huellas de esas historias grabadas a fuego en el inconsciente desde el nacimiento. Enfermedades de linaje, las llama. Reescribir la propia historia –y la de las que nos precedieron– sería sinónimo de curación. Sigue...
CLARÍN, Argentina, 25 de Octubre de 2009
http://www.clarin.com/diario/2009/10/25/um/m-02025372.htm
jueves, 29 de octubre de 2009
Intentando entender la insatisfacción sexual femenina
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