GRACIAS, MERINO, ANA HELENA Y CARLOS MANUEL
Movimiento Diversidad
En la lucha por el reconocimiento de los derechos de las personas gay, lesbianas, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales (GLBTI) se enfrentan perjuicios muy poderosos, cuyas raíces son sumamente profundas. En parte, es algo alimentado por la ignorancia. Pero también hay en ello una alta dosis de irracionalidad. Por ello, esos prejuicios se resisten de forma pertinaz, incluso ante los argumentos científicos mejor fundamentados y las más sólidas evidencias. En todo esto, el conservadurismo religioso juega un papel central. Sin duda, de ahí proviene mucho del alimento que hace que alguna gente sea inmune a cualquier argumento.
La terca persistencia de esos prejuicios, con toda la carga de odio y estigmatización que conllevan, dificulta terriblemente el que las personas GLBTI se visibilicen como tales. La famosa y controvertida cláusula del “don’t tell, don’t ask” (yo no lo diré y vos no preguntarás) que se impuso en el ejército estadounidense a partir de la administración Clinton, constituye una especie de regla social que es nos impone en forma colectiva y en todos los ámbitos de nuestra vida: en las familias, los sitios de trabajo o estudio, los de esparcimiento o de cultivo del arte y la cultura. También en la vida política.
En lo posible no se nos pregunta, pero tampoco se quiere que lo digamos. Es la condena a la doble vida, al gueto social, a la negación de la propia afectividad y sexualidad. La imposición del silencio y la negación, implica también negación de todo reconocimiento social y político. Socialmente no existimos. Por lo tanto tampoco tenemos derechos puesto que ni siquiera tenemos voz.
El asunto presenta una doble faceta. Primero, la de quienes formamos parte de ese colectivo que, ante el odio y la discriminación, fingimos no existir creyendo que esa es la mejor estrategia de sobrevivencia a nuestro alcance. Segundo, la de las personas heterosexuales, quienes optan por imaginar –o fingir que imaginan- un mundo exclusivamente heterosexual. Esto último puede ser resultado de diversas causas. Por ejemplo, infundirse a sí mismas la falsa sensación de tranquilidad de creer que el mundo está hecho a la medida de los propios prejuicios y conveniencias. O bien, para favorecer estrechos intereses, cosa frecuente en el mundo de la política, donde el común de las dirigencias busca acomodarse a las conveniencias en boga, especialmente si estas son promovidas activamente desde las religiones dominantes.
Por ello, el proceso de visibilización asume también una doble faceta. Primero, y fundamental, la visibilización de las propia personas GLBTI quienes, sobreponiéndose a sus propios temores (e incluso a su propias fobias interiorizadas), deciden darle la cara al mundo. Parafraseando la celebre frase de Obama, ese es el momento del “Si, podemos y queremos decirlo” (“Yes, we can and we want to tell it”). Bien se sabe que es un paso sumamente difícil y doloroso.Aunque en el colectivo de las personas GLBTI de Costa Rica hemos logrado avances sustanciales en ese sentido, sin embargo aún queda muchísimo por caminar ¡Cuántas personas viven aún el desgarramiento terrible de la negación de sí mismas y el dolorosísimo desgaste de una doble vida y una doble cara!
La otra faceta es la que se refiere a la mayoría heterosexual, lo cual comprende, a su vez, diversos niveles. El más básico es el de la simple aceptación de que, en efecto, las personas GLBTI existimos. Un paso más allá es el avance hacia un mínimo de respeto y comprensión. Gente con una conciencia y una ética democráticas maduras logran alcanzar estadios de pleno respeto hacia la diversidad sexual en sus diversas expresiones. Y solo un alto nivel de conciencia política lleva a una persona heterosexual a solidarizarse activamente en la defensa de los derechos de las personas GLBTI.
Ninguna de estas cosas es fácil de lograr. Justo por ello, las personas que formamos parte del colectivo GLBTI sentimos profundo agradecimiento hacia quienes nos manifiestan respeto y comprensión y, todavía más, hacia quienes, por encima de intereses estrechos –y, en especial, intereses politiqueros- son capaces de solidarizarse activamente con nuestras luchas.
Ese es el caso de la diputada Ana Helena Chacón y los diputados José Merino del Río y Carlos Manuel Gutiérrez.
Son tres destacados personajes de la vida política nacional que hace mucho dieron el paso adelante. No solo nos han manifestado respeto sino, todavía más, no han dudado en solidarizarse y luchar por nuestra causa. No obstante el oscurantismo, el prejuicio y el odio, hemos logrado avances en el proyecto de ley para el reconocimiento de las Sociedades de Convivencia (una forma limitada de reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo). Son avances aún limitados pero muy significativos, dadas las condiciones tan restrictivas de nuestra actual realidad socio-cultural y política. El caso es que, sin duda, esos avances han sido posibles gracias al apoyo que, con constancia, valentía y decisión, nos han dado Ana Helena, José y Carlos Manuel.
A ellos dos y a ella, nuestro homenaje sincero y nuestro más efusivo agradecimiento.
Por favor, no desfallezcan. Contamos con ustedes para seguir en nuestra lucha.
San José, Costa Rica, 15 de octubre de 2009
INVITACIÓN:
El domingo 18 de octubre a partir de las 5 de la tarde en Bochinche tendremos la ceremonia de reconocimiento a la diputada Ana Helena Chacón y los diputados José Merino del Río y Carlos Manuel Gutiérrez. Será una ocasión para divertirnos y reir y, al mismo tiempo, educarnos en el proceso de maduración de nuestra conciencia como colectivo GLBTI de Costa Rica. También para premiar y aplaudir a quienes no han tenido temor ni han vacilado en darnos su apoyo y brindarnos su solidaridad.
Invita: Movimiento Diversidad de Costa Rica
jueves, 15 de octubre de 2009
Movimiento Diversidad brinda homenaje a diputada y diputados que nos han apoyado en nuestras luchas
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